Crear una empresa es una labor casi tan compleja como tener un hijo. Los negocios, al igual que los niños, necesitan una persona que los cuide desde antes de nacer, les brinde su cariño, los alimente, los proteja, los forme y los acompañé en todo momento: los malos y los buenos.
Leonor Pérez Villamizar es una cucuteña que después de criar a sus cinco hijos y consolidar un matrimonio que ya cumple 31 años, decidió trabajar en su otro sueño, el de ser mamá, pero de su negocio.
Hoy, ese sueño ya tiene 5 años y sigue creciendo, como sus hijos. Todo inició con 14 trajes de baño que diseñó y mandó a elaborar en un taller en Bogotá, en donde también consiguió las telas. Eso fue en el 2013. Acto seguido se fue para las oficinas de Procolombia en Cúcuta. Allí, la felicitaron por el producto y la invitaron a participar en la Macrorrueda Internacional de Negocios, algo que no se esperaba.
Aceptó el reto, se preparó para el evento, fue a todas las capacitaciones y así llegó a Bogotá. Ya en la macrorrueda –el evento empresarial más grande del país en donde los micro, pequeños y medianos empresarios con vocación exportadora tienen la oportunidad de encontrarse con posibles compradores internacionales– conoció cara a cara a una empresaria ecuatoriana interesada en sus diseños y que al final se convertiría en su primera cliente. Tras un año de trabajo, el negocio se concretó y exportó 100 trajes de baño.
Hasta aquí todo parece fácil, pero detrás de toda empresa hay un trabajo que se desarrolla paso a paso para cumplir las metas propuestas. Con clientes en Costa Rica, Estados Unidos y Ecuador; la expectativa de vender a otros mercados como India y Australia, la tarea de esta empresaria continua y en el camino quedan anécdotas como las prácticas de diseño y confección que hacía con los disfraces de Halloween de sus hijos.
El último objetivo cumplido de ella, con su marca Tipé, fue la invitación que recibió para participar en el Miami Swim Week, el evento más importante de la industria mundial para la industria de los trajes de baño, a desarrollarse en julio de este año.
Idea de negocio estudiada
El primer paso antes de aventurarse a crear una empresa es tener una idea de negocio consolidada y estudiada, sin eso, las probabilidades de éxito son muy bajas.
Pérez, por ejemplo, sabía que negocio quería, pero tenía algunos problemas. No sabía mucho de esta industria ni sobre la forma de crear y administrar una empresa.
Hace 10 años, cuando tenía 35 años y sus hijos ya estaban un poco más grandes, decidió estudiar administración de empresas, carrera que termina este año, después de mucho trabajo. “No es fácil estudiar, ser empresaria y mamá al tiempo”, dice, sonriendo con la elegancia que la caracteriza.
En sus estudios, específicamente en la cátedra de Creación de Empresas, recibió la información que necesitaba. En 2013, ya con más seguridad y después de haber estructurado más su idea de negocio, se aventuró a crear su marca, con el objetivo, desde el principio, de vender en el exterior.
La empresaria tiene hoy un taller para pequeñas exportaciones y un punto de venta en Cúcuta.
Tomar la decisión
No se trata solo de crear una empresa, es poner a andar un proyecto de vida. Pérez sabía que necesitaba ayuda, por eso siempre evaluó qué entidades la podían apoyar y encontró en Procolombia y la Cámara de Comercio de Cúcuta sus más grandes aliados.
Con ellas se ha capacitado, vinculado a convenios del Gobierno y se mantiene al tanto de lo que sucede con el mercado mundial. “La capacitación debe ser constante, porque todo cambia y más en el comercio exterior. Porque así como dicen que están desmontando aranceles en un país, lo están haciendo en otro, hay nuevos acuerdos comerciales, nuevos tratados, entonces uno tiene que estar actualizado. Esto hace parte del crecimiento de la empresa”, asegura.
Después, con la empresa ya en marcha, todo es trabajo y persistencia, porque el camino no es fácil. “En el proceso nos vamos a encontrar muchas cosas muy difíciles. Al principio decía cómo construyo si en Cúcuta no están las telas, entonces viajaba a Bogotá. Debía buscar todo, mirar las máquinas, las etiquetas. Por eso, hay que estudiar todo, para reducir las posibilidades de fracasar”, dice la empresaria.
Nadie es profeta en su tierra
Desde que inició con su empresa, pidiendo prestado un espacio en la oficina de su esposo –que además es su mano derecha– Pérez siempre tuvo claro que la meta era vender en el exterior. No quería depender de los vaivenes de la economía nacional.
Siempre trabajo con este objetivo, claro, sin descuidar el mercado local. En Cúcuta tiene su propio punto de venta, que financió con su negocio de flores para oficina, del que hoy solo queda un bonito recuerdo.
Con el apoyo incondicional de su familia y trabajo constante, estructuró un negocio en el mercado internacional, con trajes de baño para jóvenes, señoras y mujeres de talla grande, estos últimos los que le dan un valor agregado en el exterior, donde son muy bien recibidos.
Ahora tiene un equipo de trabajo propio en la fábrica que se encarga de las pequeñas exportaciones, un aliado estratégico para grandes pedidos y un grupo de profesionales que la apoyan en la proyección de la marca y proyectos como el que desarrolla actualmente con la creación de sus propias telas.