

En lugar de estar latiendo, es decir, prestándoles atención a las comunidades en desarrollo de lo que se había planeado de descentralizar la atención de las entidades públicas, los Corazones de Barrio están expuestos al vandalismo y al deterioro progresivo, si no comienzan a funcionar.
Esperando que sean puestos en operación por la administración del alcalde de Cúcuta, Jorge Acevedo, que recibió este proyecto de $19.000 millones del anterior gobierno sin terminar y con varias dificultades, el caso sirve para profundizar en esta clase de situaciones que no deberían estarse repitiendo.
Este es un claro ejemplo de lo que sucede con algunos planes que se quedan a mitad de camino a raíz de la paquidérmica actuación para sacarlas adelante, terminarlas y entregárselas operando a las comunidades.
La priorización tiene que ser una de las reglas a seguir para que una estrategia como esa entrara en plena operación mediante la debida dotación del mobiliario y de los equipos necesarios y de la asignación del personal para que atendieran al público de las comunas 6, 7, 8 y 9 que se iban a beneficiar.
Esta iniciativa, que en el mandato del exalcalde Jairo Yáñez surgió del llamado centro de pensamiento urbano, deja muy mal parado a ese tanque de ideas e innovaciones porque no eran solamente bonitos y llamativos render acompañados de una filosofía. No.
A esa alternativa le faltó algo esencial en la administración pública como es la planeación para que no esté sucediendo el episodio que hoy la afecta y llevándola a correr el riesgo de terminar siendo un elefante blanco.
Está muy bien que haya esa especie de laboratorio para aprovechar la lluvia de ideas que permita proyectar el desarrollo de obras que cumplan determinadas funciones en la ciudad, pero con ese propósito hay que cumplir las etapas de prefectibilidad, factibilidad, financiación, contratación y tiempo estimado para la entrega, al igual que los imprevistos.
Muy mal mensaje se envía a la comunidad cuando una administración como la pasada, que aplazó en varias ocasiones la entrega de los ‘Corazones de Barrio’, concluye su mandato y deja sin concluir algunos de sus proyectos bandera.
Tanto que se habló de que habitantes de áreas aledañas a Scalabrini Scalabrini, La Libertad, Estoraques-Progreso, Niña Ceci y el corregimiento de
Banco de Arena, no tendrían que volver al centro de Cúcuta a hacer diligencias ante la Alcaldía porque sus despachos estarían cerca de ellos, y resulta que la comunidad encuentra que se está enfrentando a una especie de promesa no cumplida.
Actuaciones de esa naturaleza generan descontento entre los gobernados frente a sus gobernantes y por eso es que en planes como el enunciado, con retrasos a lo largo de su desarrollo, es requerido que los tiempos se cumplan y se apliquen las medidas contempladas en el estatuto de contratación en materia de cláusulas, pólizas y ejecución debida de los trabajos.
Situaciones de esta naturaleza no deberían seguir ocurriendo, porque como se ve no se trataba de una megaobra de infraestructura que requiriera multimillonarias inversiones y trabajos de alta ingeniería.
¡Ojo!, porque esos hechos tarde o temprano pasan factura, en especial desde el punto de vista electoral y político, y porque desde el orden municipal hay que proceder a tomar nota de estos ejemplos para evitar caer en ellos,mediante los ajustes que sean necesarios.
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