Expendios de bazuco, marihuana, heroína y cocaína en numerosos barrios de Cúcuta, donde las llamadas organizaciones de microtráfico se han instalado, tristemente comienza a verse como si fuera algo del paisaje natural de la ciudad.
Y en medio de todo eso, ¡oh sorpresa!, el Parque Lineal, en pleno corazón de la capital de Norte de Santander, a pocas cuadras de la Alcaldía, de la catedral San José y de la Gobernación, apareció tomado por expendedores que se disputan el imperio allí.
Al leer eso en la página judicial de La Opinión se le vienen a la cabeza las imágenes de áreas tan absolutamente peligrosas como el Bronx, en Bogotá, que se fueron dejando perder hasta llegar a ser prácticamente un emporio criminal que luego fue desbaratado.
Y ojalá eso, no nos pase aquí. Las autoridades municipales desde el punto de vista de la institucionalidad encargada de las acciones sociales y de salud pública y la Policía junto con la Fiscalía en el componente operativo tienen que prevenir, contener y desbaratar esa céntrica ‘olla’ a cielo abierto.
El impacto de permitir la consolidación de esa operación delincuencial implica graves consecuencias económicas, sociales y de deterioro del mismo entorno urbanístico llegando incluso hasta la desvalorización de los inmuebles y el acrecentamiento del temor de los compradores que llegan a los almacenes a adquirir diversos productos de la canasta familiar, en los locales comerciales de ese sector de la avenida Sexta, recordado porque allí durante varias décadas funcionó el mercado principal de la ciudad.
Hay algo obvio que aunque todos los sepan es necesario recalcar, así vayan y golpeen a las estructuras del Ratón y el Dominicano que se quieren quedar con el negocio del expendio de sustancias sicoactivas al menudeo en el parque, en el momento que ellos caigan vendrán otros y eso se volverá una historia sin fin.
Y Cúcuta no está como para seguir soportando más dolorosos episodios ligados al narcomenudeo de estupefacientes que acarrea inseguridad, elevación de los índices de adicción, degenera en problemas de salud, degradación social, entre otros graves hechos de impacto negativo.
Podría resultar interesante que la Alcaldía tomara al Parque Lineal para trazar un plan piloto encaminado a atacar todos los elementos que conllevan al asentamiento de las ‘ollas’ que sirva luego para expandirlo a las demás que han sido tomadas por las organizaciones que nutren sus alforjas con ese millonario negocio.
Es decir, llevarse por ejemplo a un lugar especial para su recuperación sicosocial y de salud, a quienes son reconocidos consumidores de drogas, para de esta manera empezarles a quitar clientes a esos expendios clandestinos, en el entendido que este es un problema que no solo debe atacarse desde el punto de vista policíaco.
Pero además, es fundamental hacer la caracterización socio-económica de la población flotante de la zona, y adelantar desde las secretarías encargadas los planes que ayuden a sacar de la calle a cientos de personas que bien podrían retornar a la educación o acceder a empleos o a tener acceso a emprendimientos.
Y allí, igualmente, estaría lo relacionado con el mejoramiento urbano, la presencia constante de la Policía pero también de los demás organismos del Estado, porque así es como se van recuperando esas zonas que se quieren volver vedadas y con fronteras invisibles, como la temible Tomatera.
Todo lo que se haga contra este monstruo de mil tentáculos es fundamental para bajar inseguridad pero también para salvaguardar a la sociedad de la drogadicción y su grave impacto.