Cuarenta cucuteñas fueron rescatadas de las redes de explotación sexual en República Dominicana, en un operativo en el que fueron encontradas un total de 60 mujeres sometidas a ese tipo de esclavitud moderna, en un hecho que le pone los pelos de punta a cualquiera.

Si en esa sola acción policiaca se encontró que algo más del 66 por ciento de las chicas explotadas por esas organizaciones son de aquí, no se nos haga raro que en ‘ese paraíso sexual’ haya muchas más cucuteñas atrapadas.

Y si eso es así, se imagina uno que la Alcaldía de Cúcuta o la Gobernación o la Personería o la Procuraduría o la Defensoría ya por lo menos deben de haber contactado a la Cancillería para que a su vez hable con el gobierno dominicano sobre esta peligrosa mafia.

La preocupación que asalta es que en casos como estos todo se queda en titulares de prensa e interacciones en redes y luego todo se olvida. “República Dominicana, el paraíso de la explotación sexual de cucuteñas”, dice el informe de la edición dominical de La Opinión.

En agosto del año pasado también otro reporte periodístico habló de una familia dedicada a llevar mujeres como esclavas sexuales a Panamá y Ecuador, desde Cúcuta.

Ya es hora de ser más audaces en la lucha contra la trata, porque las 40 cucuteñas localizadas en República Dominicana desbaratan todas las estadísticas que se llevaban y muestran que la ciudad es un territorio donde esos proxenetas de talla internacional hacen de las suyas y que hay unas gravísimas condiciones socioeconómicas, de abusos y de pésimas situaciones familiares que facilitan que caigan en esas peligrosas trampas.

Se esperaría que frente a este escabroso hecho, sea convocada de urgencia una reunión interinstitucional de la que más allá de las declaraciones y fotos, haya al menos la promesa de la estructuración de un plan de acción para enfrentar esta emergencia.

Es que las mujeres cucuteñas: jóvenes, madres solas y otras sin oportunidades de estudio y empleo, ya no están en la mira, sino que son las víctimas preferidas por esos explotadores. Lo descubierto en República Dominicana solo prueba el fracaso de lo poco que se ha intentado hacer en la región contra ese flagelo.

Eso les da la razón a las organizaciones defensoras de los derechos humanos de las mujeres, de que en Norte de Santander no hay interés para frenar la trata y la explotación sexual. Frente a esta denuncia, las autoridades antes que justificaciones lo que deben hacer es un compromiso real y claro frente a esta problemática.

Pero también hay un asunto que se dejó ver en ese trabajo periodístico, que ya sea por experimentar u obtener ganancias fabulosas, otras mujeres se arriesgan por su propia cuenta a llegar a trabajar a esos países como ‘damas de compañía’. Esto permite entrever como ante la falta de obtener un puesto o poder seguir estudiando, otras optan por ese tipo de trabajo. ¿Aquí qué se hace desde la prevención y la educación?

Igualmente es necesario que se ahonde en investigar, destituir y judicializar a quienes incurran en lo expuesto por Victoria Argoty, de la Corporación Mujer, Denuncia y Muévete:

“Para nadie es un secreto que la Policía y el resto de autoridades están permeadas por todo tipo de mafias que mueven dinero, entonces no hacen nada para evitar esto y terminan siendo parte de las redes”.

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