~Sorpresivamente encontré el viernes pasado en una entidad de servicio ubicada al norte de Bogotá, a nuestro coterráneo el general (r) Jorge Enrique Mora Rangel, excomandante general del Ejército en el gobierno Pastrana durante la tregua del Caguán y, luego, de las Fuerzas Armadas con el presidente Uribe.~ Sorpresivamente encontré el viernes pasado en una entidad de servicio ubicada al norte de Bogotá, a nuestro coterráneo el general (r) Jorge Enrique Mora Rangel, excomandante general del Ejército en el gobierno Pastrana durante la tregua del Caguán y, luego, de las Fuerzas Armadas con el presidente Uribe.  

Esperábamos paciente turno para ser atendidos y no desperdicié la oportunidad para desearle éxitos en su trascendental misión en La Habana, como miembro destacado de la idónea comisión negociadora de paz del presidente Santos con las Farc que hoy le permite jugar la promoción presidencial.

Aproveché también para decirle que del resultado de dichos diálogos iniciados hace un año, resultaría un acuerdo que sería sometido a la inmediata y rigurosa discusión pública nacional, con imprevisibles resultados políticos para Santos, sus aliados y contradictores.

Al gobierno le urge concluir una satisfactoria conciliación, para demostrar acuerdos y hechos  que se puedan comprobar antes de las elecciones al congreso e influir en su resultado, del cual dependería la reelección del presidente y el futuro mediato del país, no solo en materia política sino social y económica.

Por su parte, la guerrilla buscará prolongar las conversaciones y dilatar los acuerdos el mayor tiempo posible para presionar a Santos antes de elecciones quien tendrá el tiempo en contra, de manera que forzándolo, ceda en temas fundamentales y sensibles para firmarle el acuerdo final.

Si el Centro Democrático logra acordar su coalición política con el partido conservador y el mismo día de las elecciones legislativas del 9 de marzo, mediante consulta popular dirimen candidatura conjunta a presidencia y vicepresidencia de la república para las elecciones del 25 de mayo, seguramente lograrían dominar el congreso y disputar con éxito la primera magistratura, con los efectos cascada favorables que tendrían en las elecciones regionales y locales de 2015.   

De suceder lo contrario fue porque Santos logró compensar los numerosos votos uribistas que no lo respaldarán en esta elección y podría lograr mayorías en el congreso apoyado por el conservatismo, con un costo político altísimo, garantizando su reelección.  

Superados los temas agrario y de participación política - donde complacido destacó la muy valiosa asesoría profesional que brindó a los miembros de ambas comisiones negociadoras el abogado nortesantandereano Antonio José Lizarazo Ocampo - , se reiniciará el diálogo sobre narcotráfico y drogas ilícitas para concluir con la reparación de víctimas, desmovilización y desarme de los guerrilleros, así como el blindaje jurídico al acuerdo que tanto preocupa a la guerrilla (¿referendo y leyes o constituyente?).

Al despedirnos sentí la fuerza interior del general del ejército colombiano más capaz de personificar los intereses del país y de sus representados en esta negociación, convencido que le está prestando un invaluable servicio a la nación y por quien sus familiares también se sentirán muy orgullosos, sabiendo que de lograrse la paz negociada, su nombre quedaría grabado para siempre en la mente y  corazón de los colombianos y en la historia nacional.  

Razón tuvo Winston Churchill: “No hay qué negociar por miedo, pero no hay qué tener miedo a negociar”.