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El matoneo se aprende en casa
Tres de cada 10 estudiantes de colegios en Colombia son víctimas de agresiones.
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Domingo, 24 de Julio de 2022

El terrible caso de matoneo que vivió un menor, de 13 años, quien presuntamente fue empalado en abril pasado en un colegio del municipio de Villamaría (Caldas), dejó en los colombianos un sentimiento de dolor y también varias ideas con respecto al bullying.

Mientras algunos piensan que los niños y jóvenes que ejercen esta violencia, quienes son conocidos como bullies, necesitan ‘mano dura’, hay otros que creen que es todo lo contrario y que lo que necesitan es amor y una crianza respetuosa. 

Expertos de la Pontificia Universidad Javeriana expusieron cuáles son los signos de alarma y experiencias de quienes hacen y reciben el bullying, para así trabajar en los distintos tipos de acoso, los cuales con buenas herramientas, se pueden evitar. 

Claudia Botero, doctora en sicología e investigadora, indicó que uno de los rasgos que caracteriza a un bully, es que suelen provenir de familias o colegios en donde hacer daño a otra persona, aunque sea a modo de chiste, es aceptado y legitimado.


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“Los mismos papás celebran que hagan chistes ‘montadores’ y degradantes, hay permisividad y se les permite hacer a los hijos lo que quieren. Además, generalmente provienen de ambientes en los que hay diferencias sociales y por eso se sienten en la capacidad de atacar al más vulnerable”, explicó. 

Por su parte, para Carolina Morales, profesora e investigadora de la Facultad de Psicología de la Javeriana, la discriminación es una de las bases de esta conducta.

La incapacidad para convivir con el otro y respetar la diferencia “empieza desde lo que los niños aprenden en sus contextos y el lenguaje que usan quienes los rodean. Si alguna vez me referí al que tiene menos recursos como ‘pobre, incompetente o ladrón’, de forma muy errada, cuando mi hijo o hija vea a alguien que reúna una mínima característica se va a sentir con el poder de hacerle daño por su condición”, señaló Morales.

Otros de los rasgos es que no les ponen límites, esto quiere decir que además de tener todas sus necesidades satisfechas, les permiten todo, son sobreprotegidos e incluso dominan a sus familias, lo que provoca que al colegio lleguen con el sentimiento de poder hacer “lo que quieran” con sus compañeros.  


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La crianza definitivamente, tiene mucho que ver, porque pese a que hay padres que no aplauden ni premian a los pequeños por ninguna circunstancia, sí les enseñan que la forma de obtener respeto o autoridad es la violencia y el maltrato, ya que de esa manera se comportan con sus hijos.

Para Botero, estas formas de crianza llevan a que los bullies tengan pensamientos como el siguiente: “si mis padres han logrado las cosas pisoteando a los demás, es lo que yo voy a aprender por observación y a replicarlo para conseguir lo que deseo”.

Pero como todos los extremos son malos, aquellos hogares negligentes, es donde escasea la atención e ignoran a los niños, también pueden ser un ambiente en el que se formen los futuros matoneadores, pues lo que ellos buscan es atención. 

En este caso piensan que “si veo que cuando una persona hace esto, sobresale, o alguna vez grité a alguien y eso me dio popularidad, esta se vuelve la forma de obtener el reconocimiento que hasta ahora no he tenido en casa”, lo que los convierte en víctimas del contexto en el que se han criado. 


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La cultura 

Según Morales, esto es reforzado por la cultura pues “hemos estado atravesados por la idea de la ley del más fuerte en la que como nadie hace nada, es mejor la justicia por la propia mano, asimismo, el que pegue más duro es el que va a ser exitoso en la vida. Discursos que hacen mucho daño”.

Para reconocer el origen del matoneo hay que tener “extremo cuidado”, según la psicóloga y magíster en rehabilitación neuropsicológica y estimulación cognitiva, Adriana Martínez, pues con el niño abusador es más difícil establecer detonantes específicos, ya que así como puede tratarse de un niño o niña a la que han maltratado, también puede ser alguien que no logra afrontar, que tiene fallas en estructuras cerebrales asociadas a la empatía, a ponerse en el lugar del otro o puede ser algo más grave a nivel de trastorno, con alteraciones estructurales diferentes.

Para las tres expertas, detener estas agresiones es una responsabilidad de todos, ningún acto de violencia (física, verbal, o psicológica), es justificable y que el rol, de las familias, de las comunidades educativas y de los maestros es vital para crear escuelas, hogares y niños libres de violencia.

Lo que sucede en las víctimas

Las profesionales de salud mental además explicaron lo que sucede en la mente de una víctima de bullying. 


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“Cuando un niño o niña es atacada, el cerebro lo interpreta como una amenaza. Es ahí cuando se activan aquellas estructuras cerebrales que nos permiten sobrevivir y nos protegen, que van a mandar una serie de señales a nuestro cuerpo para ponernos en modo de defensa”, expresó Adriana Martínez.

A nivel físico, la víctima experimenta muchos cambios: libera grandes cantidades de adrenalina -para poder enfrentarse a la situación de riesgo- y también cortisol, -que es la hormona del estrés-; el corazón late más rápido, los pulmones reciben más aire y puede haber hiperventilación

Asimismo, las víctimas sufren repercusiones emocionales y cambios de comportamiento.

“Todo ese gasto de energía necesita ser compensado con la activación de otros sistemas, entonces el sistema digestivo se afecta y empieza a funcionar mal, así como el inmunológico.


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Hay una constante tensión muscular porque el cuerpo está preparado para escapar y huir, también hay dificultades para dormir porque ese cortisol está diciendo: “pilas, hay una amenaza, manténgase despierto””, comentó Martínez.

Recomendaciones y alertas

Según un informe de la ONG internacional Bullying Sin Fronteras realizado entre enero de 2020 y diciembre de 2021, Colombia es uno de los 30 países con mayor presencia de matoneo escolar. Esto lo confirman, los 8.981 casos que se presentaron en esos dos años. 

Por lo preocupante de la situación, las profesionales de salud mental entregaron las siguientes alertas y recomendaciones para reconocer a una víctima de bullying:

1. Cambios en el sueño. Si se despiertan mucho en la noche o no pueden conciliar el sueño. Recuerde que ante la amenaza el cerebro está en modo alerta.


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2. Atienda los cambios en el rendimiento académico, pérdida de atención y dificultades para memorizar.

3. Hable con ellos acerca de las cosas que suceden en el colegio. “Si notamos que nuestros hijos no están hablando mucho, empecemos hablándoles de nuestras experiencias», recomienda la sicóloga Carolina Botero. 

4. ¿Nota que los niños están mintiendo? Las mentiras en las víctimas muchas veces aparecen no solo por el encubrimiento a quienes hacen el daño, sino también por lo que están sintiendo; por eso es importante evaluar la razón que lleva a los niños, niñas y adolescentes a negar las cosas o a no decir la verdad.

5. Además de entender al niño en su sufrimiento, lo más importante es finalizar la situación de violencia hablando con el colegio y centrarse en su bienestar.


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6. Para detener la formación de intimidadores, pregúntese qué modelo de padre, madre o cuidador es usted: ¿hago comentarios hacia personas que tienen mayores vulnerabilidades? ¿Legitimo la discriminación a través del lenguaje? ¿Golpeo o maltrato para conseguir objetivos?

7. El bully también puede estar sufriendo y hay que ayudarlo, pero no por eso se puede desconocer que está actuando de manera indebida. Esta persona merece una sanción formativa y un acto de resarcimiento, por ejemplo, hacer algo por la persona a quien causó daño, o por el colegio, reconocer que se equivocó, un acto simbólico como entregar una carta de perdón y hacer un compromiso de no repetición.

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