Alexander Galvis, quien nació en Cúcuta,  quedó a muy corta edad bajo el cuidado del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar  (ICBF)  y  casi  a  sus 4 años, fue adoptado por una pareja que residía en el exterior. La vida de este nortesantandereano se transformó para mejor, aunque lejos de su país de origen.

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Así como él, son muchos los niños y niñas en Colombia que han encontrado un hogar, pero también son centenares los que esperan ser adoptados y gozar del calor de una familia. Desde 2011, según cifras del ICBF, estos procesos se han reducido.

Con la llegada de la pandemia de COVID-19, en marzo de 2020, la situación se afectó un poco más en cuanto a las entregas de los pequeños a sus nuevos hogares por las restricciones y medidas  sanitarias en  todo  el  mundo.  Sin  embargo, los  trámites  administrativos  para la adopción continuaron con normalidad.

Mientras hace 10 años se tramitaron 2.713 adopciones, en 2019 se contabilizaron 1.244, hasta el 30 de noviembre de ese año. En 2012 fueron 1.465 adopciones las que se surtieron, reflejándose esa drástica reducción, debido a que, de acuerdo con lo que ha dicho el ente, desde ese año la Corte Constitucional instó a las autoridades administrativas a efectuar una búsqueda más exhaustiva de los familiares antes de que se les pueda declarar en condición de adopción.

El panorama en Norte de Santander

La directora del ICBF en Norte de Santander, Jessika Danitza Flórez Torres, informó que en  lo  que  va de 2021, en el departamento, han asignado por Comité de Adopciones 21 casos, entre los 1 y 10 años de edad, cifra igual al año pasado. En 2019, ante  de  la  pandemia,  fueron 30 adopciones.

“Como Regional de ICBF somos muy juiciosos en ese proceso. Hay dos tipos de adopción: determinada, que es cuando el hijo del cónyuge o un hijo de crianza se quiere adoptar; y la indeterminada, que son las familias que se postulan y se presentan a una lista de espera… Actualmente, solo hay dos familias en lista de espera”, explicó.

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Flórez destacó que Colombia tiene un Estado muy garantista y eso hace que en los procesos de vulneración o amenaza se logren activar las redes de apoyo de familia antes de decretar la adoptabilidad. Por eso los niños en espera de adopción no son tantos, porque se busca que los menores se mantengan con sus tíos, padrinos o en su medio familiar, cuando no hay posibilidad de que estén con sus padres.

“Aquí tenemos niños que fueron declarados en adopción hace 30 y 20 años, la mayoría con condiciones de discapacidad. Pero, quienes son más adoptables son los que tiene menos de 10 años, después de edad pasan a tener una condición especial, porque ya no es tan fácil que alguien venga a decir que quiere adoptar a un niño entre los 10 y 15 años. Por eso, niños menores de 10 años en adoptabilidad no tenemos ahorita”, sostuvo la funcionaria.

¿Qué sucede con quienes no logran ser adoptados?

La directora de la regional del ICBF afirmó que en el caso de los menores que no logran ser adoptados, el ente los  mantiene  bajo  protección y trabaja en el proyecto de vida de cada uno de ellos, garantizándoles todos sus derechos. Incluso, quienes gozan de buena salud física y cognitiva y no presentan  ningún  tipo de limitación, van a la universidad.

“Nosotros tenemos alrededor de 45 jóvenes que están en la universidad, próximos a ser profesionales, y cuan- do ya se gradúan se independizan. Le ayudamos en la búsqueda de empleo, algunos se quedan trabajando directamente con nosotros, porque a nivel país son prioridad los hijos del ICBF para la vinculación laboral”.

El proceso de adopción