
Los trabajadores del Central Azucarero del Táchira, con sede en la fronteriza población de Ureña, elevaron su voz de protesta para denunciar la falta de insumos para el mantenimiento de las instalaciones, lo que hace imposible su funcionamiento.
Wilmer Barón, quien cumple funciones como supervisor de calderas, dijo que más allá del problema de la zafra de caña, el Central debe además enfrentar un fuerte déficit de insumos para su mantenimiento. “No hay ni un teipe para los electricistas, no hay dinero ni para un tornillo”, ilustró.
El monto necesario para la adquisición de los insumos básicos para las reparaciones que permitan reactivar la fábrica es de Bsf 58 millones, además la empresa mantiene una deuda con los trabajadores de 9 millones 600 mil bolívares fuertes.
Explicó Barón que esta situación se viene presentando desde hace aproximadamente dos años, cuando la empresa fue centralizada, pero se ha agudizado en los últimos meses, hasta llegar a niveles que hacen imposible su operatividad.
“Todas las decisiones se toman en Barquisimeto, y si de allá no autorizan aquí no se puede comprar ni un tornillo. Desde que se centralizó la empresa se han venido perdiendo los servicios, se ha perdido mano de obra calificada, se ha retirado mucho personal experimentado (ingenieros, jefes de departamento), lo que ha conllevado a que la empresa decaiga en su rendimiento y productividad”, destacó.
Destacaron los trabajadores que el último año ha sido bastante accidentado, pues en siete oportunidades se han visto forzados a para la producción por falta de combustible para la maquinaria.
“En estos momentos nosotros deberíamos estar en vacaciones colectivas, y comenzar a mediados de enero con las labores de mantenimiento para arrancar la producción nuevamente en el mes de febrero; pero vemos con preocupación que no hay insumos para esos mantenimientos, no hay combustible para arrancar las máquinas y no hay presupuesto para comprar ni siquiera lo más básico”, apuntaron.
Wilson Briceño, en representación del resto de los trabajadores, explicó que lo que más temen es que debido a las deplorables condiciones de funcionamiento se puede producir un accidente dentro de la fábrica, por lo que han decidido declararse en huelga de brazos caídos, hasta tanto se les doten de los insumos necesarios para garantizar una operatividad enmarcada en los cánones de seguridad industrial.