Con risas infantiles, músicas, dinámicas y juegos, Édgar Ojeda lleva más de 40 años ganándose la vida. Es un músico con trayectoria y un cuentero nato, pero debido a las vicisitudes políticas de Venezuela, de donde es oriundo, considera cierto el dicho de no ser profeta en su tierra.
Su labor vocacional de contar historias a infantes nace en una biblioteca móvil que trabajaba. En un principio esperaba leer las historias para enamorar a los niños con el libro, sin embargo, era complicado cuando ellos se acercaban todos juntos a leer, por lo que decidió contar la historia, como quien recomienda una película.
“Con el tiempo me di cuenta que estaba contando la historia, y con la experiencia de músico en distintos grupos que participé, comencé a crear lúdicas y dinámicas musicales para enamorar a los niños de la lectura”, expresó el maestro Édgar Ojeda.
Aunque gran parte de su obra artística ha sido en Venezuela, ha participado en los festivales más importantes de cuentería en Colombia como ‘Cuento y Flores’, en Medellín; Abrapalabra, en Barranquilla; festivales en la Guajira y actualmente hace parte de Cuentémonos en la Frontera en Norte de Santander.
La oda inconciliable con su patria
El amor que destella por su nación es intrínseco al diálogo con el maestro. Durante años ha querido aportar a la cultura venezolana con el mismo fervor con el que lo ha hecho en Colombia. “Yo amo mi país, pero la condición política es delicada, por más que seas profesional, si no eres leal a los mandatarios, es como si no existieras. Alguna vez hice un comentario crítico con una situación que manejó el gobierno y desde ahí me vetaron”, comentó el cuentero.
Sus aportes culturales nacen de la necesidad para comprender y tolerar cualquier tipo de persona. Ha organizado talleres y obras de Violencia Basada en Género (VBG), drogadicción, desplazamiento, discapacidad y el trato con adultos mayores. Su demanda crece con los pedidos sociales de las fundaciones.