
La población de Ureña, que cuenta con dos puentes internacionales, uno construido y otro próxima a ser inaugurado, quedó fuera de los pasos autorizados anunciados tras la reciente reunión de los presidentes de Colombia y Venezuela, para levantar el cierre fronterizo entre ambas naciones, que se prolongó por casi un año.
La disposición tomó por sorpresa a las autoridades locales y a los habitantes de la jurisdicción, por cuanto el Puente Internacional Francisco de Paula Santander, a lo largo de la restricción binacional ha servido como corredor humanitario para el paso de personas con problemas graves de salud, estudiantes, turistas y trabajadores.
Al respecto, el alcalde de Ureña, Alejandro “Tato” García, dijo que la situación afecta a unos 3 mil estudiantes, 2 mil trabajadores y unos 1.500 empresarios, industriales y comerciantes que tienen sus lugares de trabajo en esa población, se van a ver “profundamente afectados”, ya que tendrán que ahora se le obliga a pasar por San Antonio del Táchira para luego ir hasta Ureña.
“A lo largo de todo este año, desde que se implementó el corredor humanitario, la alcaldía de Ureña dispuso de cinco autobuses que a diario hacen la ruta gratuita desde la aduana hasta la mitad del Puente Francisco de Paula Santander; ahora todas las personas que utilizaban ese servicio deberán pagar pasaje de Ureña a San Antonio y de San Antonio a Cúcuta y Viceversa, todos los días”, explicó.
Aseguró que excluir a Ureña de los pasos fronterizos constituye un contrasentido. “Está más cerca de Cúcuta Ureña que San Antonio, porque el corregimiento de La Parada pertenece a la alcaldía de Villa del Rosario; aquí los grandes excluidos fueron los alcaldes de Cúcuta y Ureña”, dijo.
Corredor humanitario
Para el burgomaestre, lo anunciado por los presidentes Maduro y santos no es más que un paso humanitario para que los venezolanos puedan ir a comprar alimentos en Colombia.
“A Santos le dio lástima con lo que está sucediendo en Venezuela y dio paso peatonal para que los venezolanos compren medicinas y compren alimentos, mas nada; aquí no se abrió la frontera, aquí no ha habido comercio internacional… Aquí lo que hubo fue una promesa de gasolina que no sé cómo la va a cumplir Venezuela, cuando ni siquiera le alcanza para abastecer de combustible a la ciudad de San Cristóbal”.
El mundo al revés
Desde la óptica de García, lo sucedido en la frontera durante el último año forma parte de una especie de “mundo al revés”, en donde los contrasentidos se encuentran a la orden del día.
“Se construye un Puente Internacional con una inversión de 32 millones de dólares para cerrar la frontera. Se cierra una frontera activa, para intentar solucionar problemas como el contrabando y la inseguridad, y resulta que después del cierre no sólo continúa sino que se ha acentuado el paso de productos a uno y otro lado del puente; mientras las bandas delictivas imponen su ley. Acabaron con el comercio, acabaron con la industria”, apuntó finalmente.