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Judicial
Las víctimas de la guerra que libran el Eln y el Epl en Teorama
Heridos y desplazados, así viven los miembros de la familia Rivera Sarabia.
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Laura Serrano
Martes, 4 de Diciembre de 2018

La tragedia para Mariela Sarabia Sarabia, de 44 años, empezó el pasado 11 de julio, cuando más de veinte guerrilleros del Epl y 15 de Eln, se enfrentaron en su finca, ubicada en la vereda Vijagual de San Pablo (Teorama), dejándola a ella, a su marido y a su hija de 12 años, en medio de las balas de fusil. Los tres resultaron heridos, desplazados y hoy, casi cinco meses después, con secuelas qué lamentar.

Entre el fuego cruzado

Ese miércoles, antes de que el reloj marcara las 6 de la mañana, José Avelino Rivera, el marido de Mariela, estaba tomando su primer tinto del día, cuando se dio cuenta de que por una parte de su casa iban entrando dos guerrilleros del Eln; no había terminado de tomarse su bebida caliente, cuando de la parte de arriba, unos 20 hombres del Epl también empezaron a entrar.

“Yo salí corriendo para la cocina y les pregunté a los dos del Eln que habían entrado que si ellos tenían gente para el lado de arriba y me respondieron que no. Entonces les dije que se perdieran de ahí porque temíamos lo peor. Sin embargo, no fue sino decirles eso y enseguida se armó la balacera”, contó José Avelino.

Según el campesino, oriundo del departamento de Cundinamarca, los dos guerrilleros del Eln tenían a unos 13 hombres más abajo. 

El hombre, como pudo, corrió a la habitación donde estaban Mariela y la hija. Fue ahí donde se resguardaron por al menos 4 horas.

“Los tiros iban y venían y aunque nos metimos debajo de las camas, mi mujer recibió dos tiros, uno al lado de la rodilla y otro más abajo; la niña también fue impactada. Yo por fortuna solo sufrí unas laceraciones por las esquirlas de una granada que tiraron los Pelusos. Fue gracias a que teníamos el celular con nosotros que pudimos alertar a un vecino que llamó al presidente de la Junta, y este logró que una comisión de la Cruz Roja, que iba para El Tarra, se devolviera hasta nuestra finca”, añadió José.

Las secuelas

Sobrevivir, se ha convertido en una lucha diaria para esta familia, que con las cicatrices en el alma y el cuerpo, intenta reiniciar una nueva vida en Ocaña. Allí, para Mariela, las cosas han sido doblemente dolorosas. 

“En Ocaña operaron a mi mujer de la fractura que le ocasionó una de las balas en la tibia, pero en la recuperación se cayó cuando iba de la habitación al baño y eso le afectó los platinos que le introdujeron, pues se le torcieron; ahora deben operarla de nuevo”, sostuvo José Avelino.

Este martes, la familia llega a Cúcuta, pues mañana a las 10 de la mañana Mariela tiene programada la cita de ortopedia y traumatología, en la que se decidirá cuándo la operan nuevamente. Sin embargo, no cuentan con los recursos para sostenerse durante su estadía en la ciudad.

“Ser víctima en este país es una desgracia. De la alcaldía de Ocaña nos prometieron ayudas que nunca llegaron. Y a nuestra finca, donde cultivábamos cacao y aguacate, no pudimos volver; ahora pago arriendo en una casa en Ocaña y vivimos de moler caña”, narró José.

Necesitan una mano amiga

“Iremos a Cúcuta porque esa cita no se puede perder, pero llegaremos como indios a ciudad, perdidos y sin rumbo. No tenemos dinero ni para el viaje; un amigo que hace viajes para allá (Cúcuta) nos va a llevar pero en cuanto al hospedaje y la alimentación, será el socorro de Dios el que nos ayude”, confesó el hombre.

Este diario dio a conocer la situación de esta familia a la Unidad de Víctimas y a Luis Fernando Niño, secretario de Víctimas del Departamento, pero no recibió ninguna respuesta positiva; por eso, si alguien desea ayudarles, puede contactarse a los números: 322 4128092 y 3227384132.

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