Wainer Alfonzo todavía recuerda el crujir de las paredes, ese ruido que lo despertó asustado la madrugada de este miércoles. Tampoco puede olvidar la respiración fuerte que tenía, cuando abrió los ojos y sintió encima la muerte, durante el aguacero que caía.
El hombre despertó y agarró la mano de su mujer, Erika Cubillan, quien dormía a su lado. Como pudo la haló fuertemente, llevándosela a un costado y ese fue el inicio de una terrible y trágica noche que se dio para una familia que vive en la parte alta de Cuberos Niños.
Esa noche, vieron morir a Eddie José Cubillan (hermano mayor de Erika), a Albanys Carrasquel, de 17 años (novia de Eddie) y a la pequeña Camila, quien tan solo tenía 2 años de edad y era hija de la adolescente.
“Auxilio, ayúdenme”, esa fue la súplica de Eddie a su cuñado y a su hermana. Mientras que Albanys y su hija no pronunciaron palabra alguna.
“Era como si estuvieran dormidas, pero con escombros encima. Cuando mi cuñado gritó corrí y solo intentaba quitarle la pared que tenía sobre él, pero no pude, mi intención era salvarlo, pero era muy pesada. No pude quitársela”, se lamentaba ayer Wainer, mirándose sus brazos aruñados por su esfuerzo.
Trágica noche
La cuadra estrecha se llenó de curiosos, pero muy pocos eran quienes ayudaban. El miedo de un segundo colapso impidió actuar a la mayoría.
La tarea fue sacar escombro por escombro para rescatar a Eddie. Cuando lo lograron, lo llevaron a la casa vecina y su propia hermana le prestó primeros auxilios, pero Cubillan lanzó su último suspiro y no volvió a responder.
La esperanza de que en un centro médico pudieran reanimarlo, los llevó a que lo bajaran a la vía principal y lo trasladaran a la Unidad Básica de Puente Barco.
Luego sacaron a Albanys, su cuerpo delgado no respondía a ninguna señal de vida, pero también la trasladaron al mismo centro asistencial.
La misión más difícil fue hallar a la pequeña Camila. Su cuerpecito estaba completamente cubierto de barro y yacía golpeada y completamente debajo de los cascajos de cemento y ladrillos.
La uniformada pidió prestarle los primeros auxilios a la pequeña Camila, pero no respondía. “En medio de esa angustia por revivirla, yo sentía que ella me respiraba, que movía la manito y el desespero por ayudarla, me hacía sacarle el barro que tenía en la boca y que la ahogaba”, contó la uniformada de la Mecuc.
Pero aunque todos los tres llegaron al mismo centro asistencial, fallecieron, convirtiéndose en las primeras víctimas mortales reportadas por los organismos de socorro por el aguacero de la noche del martes.
Se los llevó una avalancha
A las 7:00 de la mañana de este miércoles, la Mecuc fue alertada del hallazgo del cadáver de un hombre a orillas del desbordamiento de la quebrada La Tonchalá, en inmediaciones del conjunto Los Arrayanes.
La víctima era una de las ocho personas, entre los que hay unos menores de edad, que fueron arrastradas durante una avalancha ocurrida en el barrio 23 de Enero, la cual arrasó con todo a su paso.
La víctima fue identificada por una representante de la Junta de Acción Comunal de ese sector, como Jesús David Farías García.
En medio de la búsqueda por las personas desaparecidas, el cuerpo de Bomberos de Cúcuta siguió urgando río abajo en dirección a la desembocadura en El Zulia, conociendo por parte de un vigilante de una mina de carbón coque, ubicada en el corregimiento de Urimaco, de otro hallazgo de un cadáver, este era el de una mujer.
Según las autoridades, el hombre y la mujer serían yerno y suegra, quienes fueron arrastrados por el desbordamiento de la quebrada La Tonchalá. Ayer, no se pudo encontrar a los familiares de las dos víctimas.
Los estragos de las aguas en inmediaciones de la mina quedaron evidenciados con la destrucción de varios árboles que sucumbieron ante la corriente.
De la mujer, de aproximadamente 70 años, que estaba completamente desnuda, las autoridades no pudieron conocer su identidad, por eso estaban a la espera de los dolientes para confirmar que entre ella y Farías había algún lazo de familiaridad.
Por ahora, las labores de búsqueda de los demás desaparecidos continuarán hasta dar con sus paraderos.