El ambiente familiar o en medio de establecimientos comerciales y del trajín propio de una noche de domingo en Cúcuta pasó en pocos segundos de la tranquilidad al pánico por cuenta de los sonidos que emiten los exostos de algunas motocicletas, simulando las detonaciones de disparos.
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Una mamá que iba caminando junto con su hija, de 4 años, tuvo una crisis nerviosa y tomó a la pequeña en sus brazos para correr de un lado a otro en busca de refugio, pensando que había quedado en medio de una escena violenta.
“Creí que habían matado a alguien y lo único que pensé fue en proteger a mi hija y quise correr para todos lados”, recordó.
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Mientras esto sucedía, el esposo de la mujer y el papá de la menor, que estaba a través de la línea telefónica en contacto con su familia, también sufrió varios minutos de angustia al no tener respuesta de sus seres queridos, después de alcanzar a escuchar los estridentes sonidos.
Lo que no tienen claro estos motociclistas es que esta escena e imprudencia, al modificar los accesorios de los vehículos, está prohibido por el Código Nacional de Tránsito y son el ‘pan de cada día’ en diferentes sectores de la ciudad, especialmente por el anillo vial oriental.
Los grupos de motociclistas que además se enfrentan en carreras de piques ilegales, usan el anillo como eje central de sus actividades, donde las autoridades no ejercen un control estricto para evitar que estos hechos sigan ocurriendo.
“Es insoportable estar uno descansando en su vivienda y de un momento a otro escuchar ese sonido como si estuvieran matando a alguien. Ya eso pasa a un plano donde los motociclistas quieren es fastidiar a la gente y eso no debe ser así”, comentó María Rojas, habitante del barrio Prados del Este.