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Rescate heroico: así salvó el Gaula a un español secuestrado en Cúcuta
El Gaula de la Policía Metropolitana de Cúcuta lideró el operativo de rescate en el que participaron el Ejército y la Fiscalía.
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Laura Serrano
Lunes, 22 de Julio de 2024

Ante una propuesta tentadora que surgió en Cúcuta, se planeó un viaje en menos de dos semanas desde México hasta la capital nortesantandereana. El objetivo era cerrar un lucrativo negocio de criptomonedas.

La historia se remonta a los primeros días de junio de 2024. José Luis Hernández Ortiz, un ciudadano español nacionalizado en México, no imaginó que su primera visita a Colombia lo llevaría a una ciudad asediada por el crimen y que él iba directo a vivir el horror del secuestro.

Seis de la mañana. Martes, 4 de junio de 2024. Bogotá, con su característico clima frío y sol picante recibió a Hernández, de 51 años, quien llegaba procedente de México. Tras esperar unos minutos en el aeropuerto internacional El Dorado, abordó su segundo avión con destino a Cúcuta.

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La mañana del martes, 4 de junio de 2024, el empresario extranjero llegó a Cúcuta. Foto: Carlos Ramírez

 

El extranjero y comercializador de compra y venta de criptomonedas, nunca dudó del cliente que por teléfono aseguraba ser un sereno y afortunado negociador que compraría su oferta.

A las 8:30 de la mañana, Hernández ya había tocado suelo motilón en el aeropuerto internacional Camilo Daza. Se comunicó por teléfono, caminó unos minutos y luego se encontró con el conductor de un taxi externo del aeropuerto, así lo había acordado el supuesto cliente.

El trayecto desde el Camilo Daza incluyó una parada en una tienda, pues el extranjero quería hacer unas compras. Luego, el camino continuó directamente hacia Villa del Rosario, municipio fronterizo con Venezuela.

Hernández fue dejado en el barrio Antonio Nariño, cerca de la invasión Brisas del Nariño. Al bajar del vehículo, inmediatamente sintió que algo no estaba bien.

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El barrio Antonio Nariño colinda con la invasión Brisas del Nariño, en Villa del Rosario. Foto: Carlos Ramírez

 

Fue frente a él, que el cliente se reveló como su verdugo, acompañado de otros cómplices. Hernández comprendió de golpe y miedo que había caído en manos de unos peligrosos delincuentes.

El secuestro

A las 10:00 de la mañana, el extranjero fue obligado a caminar mientras le proferían amenazas. Ya dentro de un rancho de tablas con piso rústico, lo amedrentaron. Allí, los secuestradores grabaron un video. Lo sentaron en un mueble naranja, atado de manos y pies, a su derecha, un hombre armado con un subfusil tipo Uzi y otro con una pistola a su izquierda.

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Con este video en México se enteraron de la suerte de José Luis Hernández en Colombia. 

 

Hacia las 12:30 del mediodía, esa grabación llegó al teléfono de la esposa de Hernández. La noticia era perturbadora: para mantener a su esposo con vida, debía pagar un rescate de 500.000 dólares o hacer un canje con las criptomonedas.

La mujer, sin experiencia en esa clase de transacciones, se sintió abrumada y desesperada pero las negociaciones comenzaron, sin embargo, la familia no logró reunir la cantidad exigida ni tampoco el otro trato.

Los secuestradores, cada vez más agresivos, presionaban a la familiar, que, entre lágrimas y desesperación, logró  ser escuchada por las autoridades y amigos en busca de ayuda. Todo esto ocurrió ese mismo día.


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Para la mañana del 5 de junio, la embajada de España en Colombia y la Policía Nacional hicieron urgentes requerimientos al Grupo de Acción Unificada por la Libertad Personal (Gaula) de la Metropolitana de Cúcuta para que actuara en este hecho.

El plan perfecto

Al mediodía del miércoles 5 de junio, el Gaula, liderado por el mayor Luis Franco, recibió el caso. El tiempo era crucial. Cada minuto que pasaba aumentaba el riesgo.

Las primeras pistas surgieron de las cámaras de seguridad del aeropuerto Camilo Daza, donde se vio por última vez al empresario. La esposa confirmó que se trataba de él. Con esta información, revisaron más de 30 cámaras de vigilancia, rastreando el recorrido del taxi y buscando el escondite de los secuestradores.

Las investigaciones llevaron a la invasión en Villa del Rosario, ubicada en inmediaciones de la Autopista Internacional. Tras el seguimiento de las pistas establecieron que en ese lugar habían visto movimientos sospechosos y que efectivamente, el empresario fue trasladado envuelto en un plástico negro a varias casas en la zona.

Con esta información, el Gaula, apoyado por la Fiscalía y el Ejército, decidió actuar de inmediato. Por eso, hacia la medianoche, fue activado un operativo que duró hasta las 3:00 de la madrugada, logrando ubicar a Hernández, quien estaba amarrado y visiblemente consternado por la acción de sus captores.

Dramático operativo

Para el mayor Luis Franco, del Gaula de Cúcuta, devolverle la libertad al español fue su mayor logro y a pesar de la situación traumática que padeció en su plagio, resaltó la incansable lucha de la esposa por salvarlo.

“Cuando preguntamos al señor si alguna vez pensó que lo íbamos a rescatar, nos dijo entre lágrimas que nunca lo imaginó. Sentía que estaba muerto porque veía que la negociación no fluía y sabía que su familia no tenía la capacidad económica para responder a las exigencias de los secuestradores”, dice el mayor Franco.

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El mayor Luis Franco del Gaula fue quien le dio la bienvenida a Hernández ortiz.

 

“La situación para él empeoraba cada minuto que pasaba, y después de dos días de secuestro, ya lo habían amenazado con matarlo y enterrarlo en la misma casa, dónde habían cavado un hueco”.

El mayor Franco destaca la admirable fortaleza de la esposa de Hernández, quien a pesar de la crisis que este delito genera, siguió todas las indicaciones del Gaula con precisión. “Es una señora de admirar. Muchas personas en situaciones de crisis no saben cómo actuar, pero ella siempre estuvo atenta, siguiendo todas nuestras indicaciones por teléfono. Su determinación y claridad fueron claves para el éxito del rescate”, resalta el oficial.


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En cuanto a los responsables, el mayor Franco revela que los cuatro capturados son de nacionalidad venezolana. “Estamos investigando si pertenecen a algún grupo delincuencial. Hasta el momento sabemos que en otras acciones delictivas se identificaban como miembros del Tren de Aragua. Esta es la primera vez que cometían un secuestro tan cruel. Si no hubiéramos tenido éxito en el rescate, y ellos hubieran logrado obtener el dinero, quién sabe cuántas otras víctimas hubieran sufrido el mismo destino,” concluye.

La suerte de algunos extranjeros

  • El 20 de junio de 2019 fue asesinado Richard Yen Fat Chiu, ciudadano chino-canadiense; su muerte ocurrió  en zona rural de San Cayetano. El hombre, de 47 años, se presentaba como un importador de frutas y verduras. A las 9:50 de la mañana de ese jueves, el extranjero salió de un reconocido hotel ubicado en cercanías de la Diagonal Santander, donde se hospedó desde la noche anterior. Allí lo recogió un hombre que vestía camisa negra y posteriormente se subieron a un carro rojo, de gama media y matrícula venezolana. “Se saludaron con un abrazo y posteriormente el acompañante agarró la maleta del viajero y se subieron al carro”, dijo una fuente judicial.  A las 5:00 de la tarde, Chiu fue hallado muerto.
  • El 6 de agosto de 2021, René Alfredo Vargas Ocampo, un chileno de 59 años, fue secuestrado por dos hombres armados en Cúcuta y llevado a una zona rural pero en un puesto de control ubicado muy cerca en la intersección del Anillo Vial Occidental con la vía a El Zulia, el vehículo frenó su marcha, bajando a René Vargas a un costado de la carretera y luego le dispararon, dejándolo tendido en la vía. Aunque fue auxiliado no logró sobrevivir.
  • Para el 27 de agosto de 2022, Cristian Mohs, ciudadano alemán que había llegado a Cúcuta, fue asesinado en el barrio Rosal del Norte. Cuando caminaba con una mujer fue atacado por dos hombres en moto, quienes le dispararon nueve veces. Aunque le robaron un bolso, dejaron su celular y cadena.
  • El viernes 26 de enero de 2024, Nicola Natale Passuello, un italiano de 57 años, falleció en un hotel del centro de Cúcuta poco después de su llegada a la ciudad. La policía sospecha que su muerte fue debido a una sobredosis.

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