El zapatero Brayan Jair Vargas Galvis acostumbraba a trabajar a puerta cerrada en su casa esquinera en la avenida 3 con calle 4 del barrio La Victoria. Pero, el martes la dejó abierta para observar la calle y cuidar a varios niños que convivían en su casa.
A las 9:30 de la noche, un motorizado llegó y parqueó en su vivienda. Luego, sin mediar una sola palabra, le propinó 12 disparos, dejándolo agonizante en la entrada de su hogar.
Un familiar cercano, aseguró que después que el pistolero cumpliera su cometido, se montó de nuevo a su moto y huyó. Una fuente judicial dijo que en la escena del crimen, también encontraron cartuchos de otro tipo de arma distinta.
Según la versión de los vecinos, una persona, al parecer, amigo de Brayan Jair reaccionó de inmediato con un arma de fuego y disparó hacia el homicida, sin suerte.
Los familiares intentaron auxiliar al hombre rápidamente y trasladarlo a un centro médico, pero debido a las heridas en su cabeza, cuello y tórax, murió minutos después de ser ingresado.
Un pasado complicado
Según el reporte judicial, Jair Brayan tenía antecedentes por hurto calificado agravado y porte ilegal de armas en el 2019, además en ese instante contaba con la medida de detención domiciliaria, también por hurto. La teoría inicial de las autoridades, es que se trataría de un ajuste de cuentas.
Las unidades policiales Brinho fueron las encargadas de adelantar las pesquisas del hecho, para dar con el posible asesino de Brayan Jair.
‘No le gustaban los problemas’
Sobre la víctima se conoció que residió en esa vivienda durante toda su vida y así mismo sus padres. Era conocido en el barrio como ‘JP’.
Sus familiares, con evidentes rastros de tristeza y desánimo, usan pocas palabras para referirse al altercado, pues continúan preguntándose ¿En qué momento sucedió todo?
“No le conocía ninguna amenaza, él por lo general era muy atento y trabajaba hasta altas horas haciendo calzado, estaba inmerso en todo el proceso de creación de zapatos, desde el principio”, comentó un familiar cercano.
Así mismo, los familiares resaltaron que tenía un don para su labor y llevaba muchos años trabajando en la zapatería que quedaba a pocos metros de su casa.
Los parientes lo recuerdan como alguien muy apegado a su hogar y constantemente pasaba tiempo con su hijo, un menor de año y medio, que vivía con su madre biológica, quien estaba separada de la víctima.
“Ayudaba mucho en la casa, se la pasaba en eso y comprándole cosas a su hijo. Por lo general los mismos zapatos que hacía, los vendía también”, comentó un familiar con tristeza.
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