Hay una identidad sonora heredada de la música de tambores africanos, gaitas indígenas, guitarras europeas, caracoles anunciadores de noticias, guapirreos, arreadores de ganado, gritos de monte, cantos de vaquería. Joe Arroyo que todo lo que sonó lo convirtió en música, hasta el relincho de los caballos, nos une a todos y nos reconcilia con la historia y la memoria emocional de la ciudad. Junto a Joe, la voz ancestral de Estefanía Caicedo con sus bullerengues, la de Etelbina Maldonado, Petrona Martínez, las gaitas de Maite Montero, la música de Michi Sarmiento, la música de Víctor “el Nene” Del Real , ahora en el cielo; los sones de Hugo Alandete, las canciones Juan Carlos Coronel, los cantos al pie del mar de Tambores de Cabildo con Rafa Ramos y Cecilia Silva, el proyecto colectivo de memoria musical de Boris García, todos nos unen.
Hay una identidad heredada de memorias de barrios, esquinas y plazas. Hay una memoria de festejos, celebraciones celebraciones. La fiesta religiosa de la Candelaria el 2 de febrero, subir a La Popa es más que un ritual que nos lleva a los altares y al milagro de sus alturas. La celebración de la Independencia de Cartagena el 11 de noviembre de 1811, la fecha histórica más importante de la ciudad. La celebración de la fecha hispánica de Cartagena el 1 de junio, que podría integrarse al calendario perdido de nuestros indígenas y a la llegada de los africanos, complementarían con igualdad el referente de una historia forjada con indígenas, europeos y africanos. Somos descendientes de esos tres mundos en América.