Con la actriz estadounidense Margaret Qualley con vestido de novia como último "look" de la alta costura, Chanel volvió a las pasarelas de París, pero sin renunciar a la película de la colección dirigida por Sofia Coppola.
El Palais Galliera de la capital francesa sirvió de escenario para presentar la colección otoño-invierno 2021-2022. El edificio, que alberga el museo de la moda de París, exhibe actualmente una retrospectiva de la obra de Gabrielle Chanel.
Los invitados, reunidos en el patio del Palacio, custodiado por columnas, tuvieron la oportunidad de intentar atrapar al vuelo el ramo lanzado por Margaret Qualley, que lucía un vestido largo de líneas limpias y un velo.
De este modo, se respetó la tradición, pues el traje de novia suele cerrar los desfiles de alta costura. La jefa de redacción de la revista Vogue en Estados Unidos, Anna Wintour, se encontraba en primera fila, pero para los que no pudieron asistir, la colección también fue presentada en video, un formato muy utilizado por las casas de moda durante la pandemia.
De hecho, pocas casas han vuelto a las pasarelas y la mayoría ha preferido seguir mostrando sus creaciones de forma virtual. Chanel, por su parte, optó por las dos, con un filme dirigido por la estadounidense Sofia Coppola, que ya ha colaborado con la marca francesa en varias ocasiones.
Impresionante y colorido
En el video, grabado en el Palais Galliera, interviene Margaret Qualley (hija de la actriz Andy McDowell) ataviada con los principales modelos de la colección.
"Creo que tendremos los dos, no abandonaremos nunca la doble difusión. Es un momento importante y hemos visto que esto interesaba a muchos de nuestros clientes en todo el mundo", declaró a la AFP Bruno Pavlovsky, presidente de actividades de moda de Chanel.
Por su parte, la directora artística, Virginie Viard, "aporta [...] su visión de la marca, muy actual y moderna", según Pavlovsky.
Con sus vestidos de inspiración impresionista, sus faldas-cuadro y un vestido de satén blanco con nudos negros, Virginie Viard afirma que se basó en las pinturas de Berthe Morisot, Marie Laurencin y Édouard Manet a la hora de diseñar la colección.
Con unos inusuales matices anaranjados, malva, verdes y amarillos, la creadora rompió con el habitual negro-blanco-beis que caracteriza a Chanel.
"Me gustan los colores en el gris del invierno [...] Me apetecía una colección especialmente colorida, muy bordada, algo caliente", explicó en una nota.
La trenza banana que peinaba a la mayoría de las modelos y los tonos oscuros del maquillaje de los ojos aportaban un toque punk a los vestidos de volantes y los trajes de tweed, rematados con zapatos de tacón.
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