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La avaricia unida a la imprevisión de las empresas explotadoras de los recursos naturales, más la ausencia de políticas de Estado de protección ambiental, le han dejado expedito el camino a las actividades depredadoras en territorios que debieran estar blindados contra esas operaciones, como patrimonio que son de la humanidad en diversas regiones del planeta.
La falta de controles de amparo ha generado los desórdenes ecológicos que ya se están padeciendo y son motivo de generalizada preocupación. El llamado cambio climático y los otros fenómenos de degradación del ecosistema, son producto de la irresponsabilidad con que se procede en las relaciones con la naturaleza.
La tala de las áreas forestales, el vertimiento de elementos tóxicos contaminantes en todos los entornos y la proliferación de factores desastrosos con diversos efectos, son contribuciones a la inestabilidad ambiental.
Colombia no se ha escapado a esos reveses, pero, además, no se han tomado los correctivos adecuados que pudieran impedir la continuidad de las acciones que ponen en riesgo la normalidad ambiental. El libertinaje en la explotación de los yacimientos auríferos, por ejemplo, no solamente ahora sino desde mucho antes, facilita el abuso y la codicia en ese tipo de operaciones, se convierte en caldo de cultivo de los actos de las organizaciones criminales y deja como resultado final el deterioro ambiental.
La decisión de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga en el sentido de declarar el páramo de Santurbán Parque Natural Regional es correcta en defensa de ese patrimonio. Debió tomarse desde mucho antes, con lo cual se hubiera evitado la incertidumbre que hoy se tiene sobre su aplicación con relación a las empresas mineras que son poseedoras de licencias para la explotación de oro, que es uno de los nudos más difíciles de desatar en el proceso de protección a iniciarse.
Sobre la entrada de empresas explotadoras de oro a Santurbán ya se habían prendido las alarmas de activos sectores de opinión. Declaraciones de ecologistas y de organizaciones sociales de Santander y hasta de sectores gubernamentales y políticos, así como movilizaciones populares fueron expresiones en demanda de la protección del páramo de Santurbán contra el asedio de multinacionales o de empresarios nacionales. Protección para impedir que la reserva hídrica con que se cuenta allí pudiera convertirse en poco tiempo en un referente de desmantelamiento y frustración.
Sobre las 17.000 hectáreas puestas bajo protección en el páramo de Santurbán debe existir veeduría permanente con autoridad para que la decisión tomada no vaya a ser burlada por la audacia de leguleyos y de funcionarios proclives al abuso de los poderosos con tal de recibir contraprestación, así tenga la marca de la ilegalidad y de lo ilícito.
De otra parte, la protección de Santurbán hay que completarla del lado de Norte de Santander. Le corresponde a Corponor hacer su aporte en forma que no deje rendijas por donde pueda colarse la omisión a lo que se disponga como protección.
La defensa de Santurbán no puede quedarse en lo teórico. Tiene que plantearse como una decisión que no admite burlas, es decir, como un acto con toda la pertinencia de la autoridad.
La prueba que sigue es de fundamental importancia y merece sostenerse sin concesión a los intereses particulares.
***
Puntada
La intención no debe ser apostarle al fracaso de Venezuela sino su fortalecimiento democrático.
La falta de controles de amparo ha generado los desórdenes ecológicos que ya se están padeciendo y son motivo de generalizada preocupación. El llamado cambio climático y los otros fenómenos de degradación del ecosistema, son producto de la irresponsabilidad con que se procede en las relaciones con la naturaleza.
La tala de las áreas forestales, el vertimiento de elementos tóxicos contaminantes en todos los entornos y la proliferación de factores desastrosos con diversos efectos, son contribuciones a la inestabilidad ambiental.
Colombia no se ha escapado a esos reveses, pero, además, no se han tomado los correctivos adecuados que pudieran impedir la continuidad de las acciones que ponen en riesgo la normalidad ambiental. El libertinaje en la explotación de los yacimientos auríferos, por ejemplo, no solamente ahora sino desde mucho antes, facilita el abuso y la codicia en ese tipo de operaciones, se convierte en caldo de cultivo de los actos de las organizaciones criminales y deja como resultado final el deterioro ambiental.
La decisión de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga en el sentido de declarar el páramo de Santurbán Parque Natural Regional es correcta en defensa de ese patrimonio. Debió tomarse desde mucho antes, con lo cual se hubiera evitado la incertidumbre que hoy se tiene sobre su aplicación con relación a las empresas mineras que son poseedoras de licencias para la explotación de oro, que es uno de los nudos más difíciles de desatar en el proceso de protección a iniciarse.
Sobre la entrada de empresas explotadoras de oro a Santurbán ya se habían prendido las alarmas de activos sectores de opinión. Declaraciones de ecologistas y de organizaciones sociales de Santander y hasta de sectores gubernamentales y políticos, así como movilizaciones populares fueron expresiones en demanda de la protección del páramo de Santurbán contra el asedio de multinacionales o de empresarios nacionales. Protección para impedir que la reserva hídrica con que se cuenta allí pudiera convertirse en poco tiempo en un referente de desmantelamiento y frustración.
Sobre las 17.000 hectáreas puestas bajo protección en el páramo de Santurbán debe existir veeduría permanente con autoridad para que la decisión tomada no vaya a ser burlada por la audacia de leguleyos y de funcionarios proclives al abuso de los poderosos con tal de recibir contraprestación, así tenga la marca de la ilegalidad y de lo ilícito.
De otra parte, la protección de Santurbán hay que completarla del lado de Norte de Santander. Le corresponde a Corponor hacer su aporte en forma que no deje rendijas por donde pueda colarse la omisión a lo que se disponga como protección.
La defensa de Santurbán no puede quedarse en lo teórico. Tiene que plantearse como una decisión que no admite burlas, es decir, como un acto con toda la pertinencia de la autoridad.
La prueba que sigue es de fundamental importancia y merece sostenerse sin concesión a los intereses particulares.
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Puntada
La intención no debe ser apostarle al fracaso de Venezuela sino su fortalecimiento democrático.