A comienzos de este año se conoció la muerte de Kenso, un pomerania, mientras viajaba en avión desde Tolú a Medellín con su familia. Iba en su guacal y en cabina, en los pies de sus propietarios, pero comenzó a inquietarse y a presentar síntomas de estrés. Por políticas de manejo de animales en los vuelos, no pudieron sacarlo del guacal para calmarlo y, eventualmente, falleció ahí, así, en medio del aterrizaje.
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El año pasado, se conoció otra historia que, como la de Kenso, despertó un debate sobre las políticas de las aerolíneas. En esa ocasión la víctima fatal fue Homero, una raza más grande, pitbull, quien viajaba en la ruta Puerto Asís-Cali pero que, a diferencia de Kenso, no fue aceptado en cabina sino en la bodega de la aeronave, con el equipaje. Al finalizar el trayecto, su propietaria lo encontró bajo maletas, encerrado en su guacal, muerto.
Sin importar si son perros o gatos, la raza, el tamaño o el lugar de la aeronave en el que viajan, estas mascotas, familia para muchos, corren riesgos de sufrir episodios de ansiedad, estrés, de tener golpes de calor, deshidratarse y hasta morir, por lo que los médicos veterinarios tienen consejos para esta Semana Santa y recomendaciones para hacer el viaje más cómodo para todas las partes y evitar eventualidades.
La médica veterinaria Natalia Gil explica que hay unas razas más predispuestas a sufrir riesgos durante un vuelo: aquellas con el plano nasal más corto y las fosas nasales más estrechas, braquicefálicos, como los bulldog francés o inglés o los pug y como los persas, en el caso de los gatos. Tienen restringido el paso de aire y, en situaciones de estrés y ansiedad, donde aumenta la frecuencia respiratoria, pueden tener dificultad para oxigenarse. También aquellas razas muy peludas que, en aumentos de temperatura, están más predispuestos a golpes de calor.
El ideal, según la directora de la Clínica Veterinaria Uniremington, Alejandra Marín, es lograr que el viaje sea placentero y tranquilo para el animal y para los pasajeros, entendiendo y teniendo en cuenta sus necesidades especiales y planeando con anticipación.
Antes, durante y después del viaje
Antes de viajar, el tutor o propietario deberá asistir al veterinario para hacer una valoración clínica completa y para asegurar que la mascota está en condiciones adecuadas, sin enfermedades secundarias como problemas renales o cardíacos, para poder viajar.
Y para determinar, también, que el animal está estable y que podrá viajar cómodo, sin estrés adicional.
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“Hay pacientes más ansiosos y estresados. Para ellos tenemos médicos veterinarios y etólogos que se dedican a tratar el comportamiento animal y que nos pueden ayudar a preparar a nuestro paciente ansioso para un viaje mucho más extenso”, explica Gil.
Es buena idea, también, acostumbrar al animal al guacal y a los viajes, con experiencias más cortas. Durante el viaje, no es recomendable y es, de hecho, contraindicado, sedar o tranquilizar al animal con algún medicamento.
Estos afectan los sistemas, todo el organismo, el cardiovascular, por ejemplo, generando psicotensiones y afecciones cardiacas y renales.
“Aunque en el mercado venden muchos productos tranquilizantes, siempre deben estar indicados y regulados por un veterinario para tratar casos específicos”, añade Marín.
Antes de salir de viaje con una mascota se debe consultar al veterinario para analizar cada caso. / Fotos Colprensa
Primeros auxilios
Los propietarios pueden cargar un kit con elementos básicos y aprender primeros auxilios para animales. Después del viaje o si se presenta el incidente, lo primero será buscar puntos de atención cercanos y si hubo lesiones pequeñas, se pueden tratar con gasas, algodón, desinfectantes a base de clorhexidina, vendas para contener hemorragias, entre otros. Recuerde mantener al animal hidratado.
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Consejos para viajar en carretera
Las mismas preparaciones previas para un viaje en avión funcionan para uno en carretera: verificar el estado de salud de la mascota, conocer el lugar y la temperatura del destino, mantener al animal hidratado.
Pero, además, se recomienda conservar la misma comida que se le da en el hogar para no causar problemas gastrointestinales, hacer paradas para hidratarse, orinar y defecar y brindarle al animal buen espacio para que se mueva durante el trayecto, para que se levanten y acomoden sin estar restringidos, y buena ventilación, aire, calefacción o ventanas abiertas, para evitar temperaturas muy cálidas o muy frías.
Las comidas dependerán de la distancia del recorrido y si el animal se marea y, de ser así, se puede manejar un ayuno temporal para que no se vomite o broncoaspire.
Si las ventanas están abiertas, debe estar siempre sujeto con correa porque ante cualquier estímulo externo podrían saltar del vehículo y lastimarse o perderse.
Si se trata de un viaje largo, es ideal que no sea la primera vez de la mascota sino que ya estén acostumbrados a estar encerrados y en vehículos en movimiento.
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