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En Cuba, el feminismo rompe barreras en la santería
Esta creencia, traída en barcos de esclavos desde África, se mantiene en Cuba.
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AFP
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Viernes, 7 de Octubre de 2022

Veintidós años atrás dos mujeres se convirtieron en sacerdotisas de la santería cubana. Lo hicieron en secreto, desafiando cinco siglos de dominio patriarcal. Hace poco, volvieron a romper barreras al emitir la Letra del Año, el mayor ritual de ese culto, reservado solo para los hombres.

Esta creencia, traída en barcos de esclavos desde África hace siglos, mantiene su vitalidad en Cuba. Según expertos, un 70% de la población tiene alguna relación con este sincretismo del catolicismo y de los cultos africanos. 

Pero las iyanifás surgieron en la isla hacia el año 2000, cuando Nidia Águila de León, de 60 años, y María Cuesta, de 51, se hicieron sacerdotisas de manera sigilosa. Hoy en día suman cientos en la isla.


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"De pequeña siempre escuché que si hubiera sido hombre sería un babalao", dice a AFP Cuesta, hija de un respetado sacerdote santero en La Habana. Antes las mujeres estaban destinadas a apoyar a los hombres limpiando y pelando pollos para las ceremonias, narra.

Ahora "yo mato una gallina" en los sacrificios, "también sé tirar los caracoles" para vaticinar el futuro. "Yo sé hacer de todo, quizá más que un babalao", sostiene la mujer de rostro moreno dedicada a orientar a sus ahijados o seguidores que acuden a ella con algún problema.

"Iyanifás somos las mujeres, dedicadas también a una deidad, que es Ifá", el dios de la sabiduría, dice Aimeé Ibáñez, una de sus ahijadas, también convertida en sacerdotisa. 

Habla ante un altar en el cuarto sagrado, donde se hacen las consagraciones y al que antes solo ingresaban babalaos, los sacerdotes de la religión Regla de Ocha, o santería cubana. 

"También defendemos nuestros derechos", agrega esta trabajadora farmacéutica de 43 años, arrodillada para rendir tributo a Obatalá, uno de los principales orishas (deidades), en una ceremonia. 

 

Profanación 

En enero de 2021 encabezaron la Letra del Año, una profecía que causa gran expectativa en la sociedad cubana, ansiosa por saber lo que ocurrirá en los siguientes 12 meses. 

Aunque se habían realizado ceremonias paralelas de la Letra por división entre grupos de babalaos, jamás la competencia había sido con mujeres. 


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Este ritual adivinatorio sobre el Oráculo de Ifá es un sistema que conjuga 256 posibilidades de signos. El babalao más joven presente en el ritual saca la letra y el más viejo la interpreta.

"Me senté en el tablero (de Ifá) y saqué la letra", dice simplemente Aimeé con un turbante blanco en la cabeza. "Hubo muchas personas en contra, pero muchísimas personas a favor", cuenta.

La Asociación Yoruba de Cuba, entidad religiosa considerada oficialista, expresó un contundente rechazo.

Un grupo de mujeres "se escondió flagrantemente para profanar en su máxima expresión nuestra cultura patrimonial, nuestra religión", dijo la asociación en una declaración difundida en redes.

La ceremonia se hizo "de la manera más reprochable, sin ética y sin decoro", estimó el organismo dirigido únicamente por hombres.

Imagen eliminada.

 

"Independencia y madurez" 

Nidia vive en una vieja edificación en el centro de La Habana donde también está el templo al que pertenecen. En el patio central del lugar cuenta que decidieron sacar la Letra porque el entonces presidente de la sociedad yoruba quería marginar a todos los babalaos relacionados con una consagración de iyanifás.

Tras hacer la profecía, los seguidores de la Asociación Yoruba pronosticaron que el castigo divino sería la muerte, recuerdan las dos fundadoras.

La santería convivió durante siglos en barracones de esclavos con otros cultos africanos y con abakuás, integrantes de una hermandad herméticamente masculina nacida entre esclavos del puerto.


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Para poder practicar fuera del barracón con la anuencia de sus dueños, los santeros identificaron sus deidades con santos católicos, creando el fuerte sincretismo que aún prevalece en el país.

El sincretismo está tan arraigado en la isla que cuando se anunció el añorado deshielo entre Cuba y Estados Unidos el 17 de diciembre de 2014, en honor al cumpleaños del papa Francisco, quien fue el mediador, los cubanos de a pie atribuyeron "el milagro" al popular San Lázaro o Babalú Ayé, que se celebra el mismo día. 

Para Lázara Menéndez, académica de la Universidad de La Habana, el surgimiento de las iyanifás obedece a un principio religioso: "El saber está repartido entre todas las cabezas". 

Con un conocimiento religioso sólido, este movimiento representa "un ejercicio de independencia y madurez" de las mujeres que contribuye "por afirmación a las luchas por la emancipación femenina", señala la experta a la AFP. 

 

Lo que se tragó el mar 

El destape religioso en Cuba ocurrió en la década de 1990. Tras la desaparición soviética, el Estado pasó de ateo a laico, y el gobernante Partido Comunista admitió creyentes en sus filas. 

Basta caminar por calles de La Habana para ver la cantidad de personas que usan collares y pulseras dedicados a los diferentes orishas, según el color. Políticos, intelectuales y artistas los evocan con frecuencia.


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La nueva presidencia de la Asociación Yoruba moderó su posición tras el escándalo de la Letra del Año en 2021, cuando muchos seguidores apoyaron a las iyanifás.

"No tenemos nada en contra de las nuevas corrientes que han llegado a nuestro país en los últimos años, pero no están dentro de nuestras tradiciones afrocubanas de la Regla de Ocha", dijo a la AFP Roberto Padrón, el actual presidente.

Las iyanifás existen en Nigeria desde antes del siglo XVI, cuando los africanos llegaron a América como esclavos. 

Pero "hay una serie de conocimientos que no llegaron a Cuba" y que se perdieron en la brutalidad de la trata de esclavos, dice Víctor Betancourt, esposo de Nidia y el babalao de su templo. 

Betancourt aclara que las mujeres pueden hacer todo igual que un babalao, menos iniciar a otros sacerdotes. 

Estas iyanifás no claudican y advierten que podrían volver a sacar la Letra del Año. "Si se pudiera hacer, yo no lo vería mal", señala María.

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