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El operador de la accidentada central nuclear de Fukushima empezó este lunes a verter 11.500 toneladas de agua débilmente radiactiva al océano para permitir la reparación de los circuitos de enfriamiento de los reactores y evitar una catástrofe peor que la de Chernobyl.
Por otra parte, Japón dejó entrever este lunes que el desastre ocurrido el 11 de marzo en el noreste del país y el accidente nuclear posterior podrían tener un impacto en su política medioambiental.
Tras haber vertido día y noche decenas de miles de toneladas de agua en las instalaciones, los obreros, bomberos y soldados lograron impedir que las barras de combustible se fundieran, evitando así una catástrofe nuclear mucho mas grave que la de Chernobyl en 1986.
Pero esta operación provocó enormes inundaciones en los locales y las galerías subterráneas, que fueron invadidos por miles de toneladas de agua radiactiva, lo que dificultó el trabajo de reparación de la red eléctrica y de los circuitos de enfriamiento.
El portavoz del propietario de la central, Tokyo Electric Power (TEPCO), recordó que el agua contaminada se había acumulado en las salas de máquinas, en particular en la del reactor 2, con un índice de radiactividad superior a 1.000 milisieverts por hora, lo que impide cualquier actividad humana.
“Es necesario transvasarla a depósitos previstos para el tratamiento de desechos. Pero estos depósitos están actualmente plenos de 10.000 toneladas de agua débilmente radiactiva. Hay que sacarla, para hacer sitio”, explicó.
Una parte del agua contaminada procedente del reactor 2 es vertida al océano por una brecha de 20 centímetros descubierta en un fosa situada por encima del nivel del mar.
“No ha habido cambios significativos en la cantidad de agua que se escapa. No hemos logrado el principal objetivo de parar la salida del agua”, dijo el portavoz de TEPCO.
Mientras continuaba la carrera contra el reloj para impedir una catástrofe incontrolable en la planta de Fukushima Daiichi, los funcionarios japoneses que asisten a las negociaciones internacionales de la ONU sobre el clima sugirieron que Japón podría revisar a la baja sus objetivos en la reducción de las emisiones de carbono.