Este domingo se llevarán a cabo las elecciones regionales en Colombia. Serán escogidos mediante el voto de los ciudadanos, gobernadores, alcaldes, diputados de las Asambleas departamentales, concejales de los municipios y ediles de las juntas administradoras locales. Es un evento de intención democrática, articulado a la función pública de gobierno y al ejercicio político con participación de las diferentes corrientes de opinión e ideologías activas.
La jornada electoral de hoy se cumplirá bajo tensiones generadas por las acciones ofensivas de los grupos armados, lo cual no es un problema nuevo y corresponde a la persistencia del conflicto que es un surtidor de confrontaciones recurrentes, con secuelas de violencia. Pero a esa situación se suman las prácticas tramposas de los clanes que han convertido la política en una fuente de corrupción.
Las elecciones que debieran dar lugar al debate de los problemas comunes se han convertido en enfrentamientos personales con subestimación del interés público. Además, en la mayoría de los casos los elegidos no asumen las responsabilidades a que están obligados. Por eso los problemas se acumulan en medio de la indiferencia de quienes llegan a los cargos de poder.
Las posibilidades de elegir gobernantes idóneos y que garanticen una gestión exenta de cuestionamientos son relativas. Los intereses particulares son predominantes. También políticamente la democracia cuenta con poca opción. Las ideas regresivas son muchas y apuntan a que nada cambie para preservar los negociados que hagan posible el abuso de poder.
Aunque se predica que las regiones no deben ser encadenadas a los rótulos ideológicos de derecha, centro e izquierda, no se debe perder de vista el atraso que representan las ideas de derecha por su oposición a la justicia social y a la erradicación de los factores de la pobreza y de la violencia.
No pocos de los candidatos a los cargos de gobierno están formados en las estrecheces del oscurantismo político. La venda de sus prejuicios les impide dimensionar la realidad y se vuelven insensibles al sufrimiento que provoca la desigualdad, la exclusión y el maltrato a los desprotegidos, que son mayoría.
Pero la mala elección es responsabilidad de los ciudadanos que votan, porque lo hacen sin tomar en cuenta lo que son sus escogidos. Y en muchos casos se llega a la degradación de vender el voto. No ejercer el derecho a elegir en forma consciente causa daño a la comunidad.
En lo que respecta a Norte Santander es deseable que los ciudadanos que votan lo hagan en forma responsable a fin de que acierten en esa decisión que es expresión de la democracia.
En el caso de Cúcuta si se cuenta con un alcalde que honre su cargo y con concejales que contribuyan a la buena administración el resultado de gobierno será positivo. Este municipio necesita salir de las condiciones vulnerables a que lo han llevado los malos alcaldes y los concejales extraviados. Hay que superar ese saldo negativo que se ha acumulado y poner a Cúcuta en un rumbo dinámico, en la dimensión de ciudad con progreso económico, social y cultural, articulado a cuanto está ofreciendo el renovado conocimiento, contrariamente a las corrientes del aniquilamiento.
Puntada
Promover el voto en blanco no es ilegal. Hace parte de la opción democrática.
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