La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Política
Al Eln también le llegó la hora de poner fin al conflicto: Analista
Para Luz del Socorro Ramírez, la dilación de la negociación con ese grupo perturba el acuerdo con las Farc.
Authored by
Image
Cicerón Flórez Moya
Cicerón Flórez
Sábado, 17 de Septiembre de 2016

Con numerosos títulos por sus estudios en universidades de Colombia y otros países, Luz del Socorro Ramírez Vargas es una sobresaliente e idónea profesional.

Ha estado vinculada a instituciones académicas nacionales y del exterior, es autora y coautora de numerosos libros, escribe para diversas publicaciones, está especializada en temas fronterizos y tiene protagonismo público con reconocida prestancia.

La semana pasada estuvo en Cúcuta y habló con La Opinión.

¿Qué representa para usted el acuerdo al que llegaron el Gobierno de Colombia y las Farc en La Habana?

Los acuerdos con las Farc constituyen la mejor posibilidad para poner fin a la confrontación armada con esa guerrilla, y sobre todo, para reparar a millones de víctimas con verdad, compromisos de no repetición y juicios a los responsables de delitos de lesa humanidad. Un tercio del acuerdo contiene cronogramas y métodos muy precisos para la dejación verificada de las armas y el paso a la acción política bajo las reglas democráticas. Las otras tres cuartas partes están dedicadas a abrir oportunidades a Colombia para enfrentar dramas acumulados que han alimentado la violencia y criminalidad: los problemas del agro, como la apropiación ilegal de tierras y la carencia de titulación legal y catastro, los efectos de una fallida guerra contra las drogas que lejos de enfrentar el problema lo agudiza, la corrupción de la política y su articulación con las armas, la ausencia del Estado o su traumática presencia, en particular, en la periferia nacional.

¿Cree que los colombianos han asimilado positivamente lo pactado y lo refrendarán en el plebiscito del 2 de octubre?

No parece haber una asimilación nacional a fondo de los acuerdos. La han dificultado los mensajes confusos que a veces lanzó la Farc durante la negociación, una precaria pedagogía oficial que en ocasiones ha caído en la polarización y, la exacerbación opositora de los miedos y el aprovechamiento de todas las oportunidades –hasta la cruzada contra lo que dieron en llamar ‘ideología de género’- para explotarlos emocional y políticamente. Tan pronto se concluyó el acuerdo han surgido iniciativas ciudadanas muy creativas, pero el tiempo apremia y tres semanas son pocas para estimular la reflexión en torno a un abigarrado texto. Aspiro y trabajo para que el SÍ sea contundente y consistente. Se lo merecen Colombia y sus vecinos.

El paso siguiente es la aplicación de lo pactado. ¿Ve a los partidos políticos, los empresarios y demás sectores nacionales en disposición de asumir las responsabilidades que les corresponden para consolidar la paz?

Hay empresarios que se han comprometido a fondo en estos años de negociación, ojalá logren articular una intervención que ayude a que los gremios económicos asuman su parte de responsabilidad en la implementación de los acuerdos. En cambio, parte del liderazgo de gremios agropecuarios quiere seguir aferrado a un pasado de privilegios que han alimentado la guerra. Los políticos han convertido la jornada por el plebiscito en un escalón hacia las elecciones de 2018, pero deberían estar aprovechando la oportunidad para rehacer los partidos sin el clientelismo corrupto, y sin las alianzas con grupos criminales y violentos.

¿Cómo ve la persistencia del Eln en el conflicto armado?

Al Eln también le llegó la hora de asumir la responsabilidad histórica de ponerle fin a un conflicto sin futuro, de más de medio siglo que sólo ha generado muerte y miseria. Dilatar el inicio de la Mesa de Negociación o agudizar la confrontación es condenarse y condenar al país a continuar una guerra en la que los campesinos y los pobres son las principales víctimas. Tienen que acabar de inmediato el horror del secuestro, nada puede postergar esa decisión. El país no lo acepta. La dilación de la negociación para la terminación de su levantamiento armado perturba el acuerdo con las Farc e interfiere un proceso impostergable de construcción de paz con justicia social para el cual es esencial la participación de las organizaciones sociales. Es la hora de negociar con realismo y sentido de oportunidad histórica.

¿Sobre el paramilitarismo, cuál es su diagnóstico?

Prioridad del país: liquidar el paramilitarismo en todas sus versiones. La Corte Constitucional presionó contra la impunidad total del Acuerdo de Ralito, un puñado de paramilitares fue a la cárcel y otros se rehicieron como organizaciones criminales que hoy controlan todos los negocios ilegales, como el de las drogas, y los contrabandos de diversa naturaleza. En cerca de 300 municipios operan sus estructuras descentralizadas; y sus vínculos con sectores políticos, judiciales y de seguridad, que les dan fuerza.

¿El ascenso que ha tenido la izquierda como fuerza política en América Latina, se congeló, fracasó, o qué pasó?

La izquierda latinoamericana –con matices- ha tenido logros en lo social pero los dilapidó al no aprovechar las bonanzas minero-energéticas para impulsar el empleo e incentivar cambios de fondo, y se enredó en tramas de corrupción y mesianismos autoritarios. Algunos creyeron que el poder era su “modus vivendi” para siempre.

¿Cómo interpreta el caso de Venezuela?

Venezuela dilapidó la mayor bonanza de su historia. Ojalá que el enfrentamiento entre poderes y el pulso en la calle se dirima con el voto y no con botas militares o con armas. De lo contrario, nuestro vecino rodaría por un abismo que lo aleja de las décadas que va a requerir para salir de la bancarrota económica e institucional, de la inseguridad ciudadana y la militarización en que se ha metido.

Ante la crisis fronteriza entre Colombia y Venezuela, ¿cuál es la salida?

La frontera tiene una oportunidad irrepetible para redefinir a fondo su dramática situación: servir de escenario proactivo para terminar tanto la guerra con las Farc como todo uso de las armas en la política y en los conflictos. Y debe aprovechar la reapertura de pasos limítrofes para sentar sólidas bases que permitan asumir asuntos cruciales en un contexto histórico: el posconflicto colombiano y la transición venezolana.

¿A qué está dedicada?

Salí de la Universidad Nacional porque tomé la jubilación, pero he seguido apoyando distintas actividades académicas vinculadas con los temas de investigación que he trabajado, en particular los que tienen que ver con las fronteras, las relaciones de vecindad y la integración latinoamericana y caribeña. Escribo una columna los sábados cada quince días en El Tiempo, mensual en la revista latinoamericana Nueva Sociedad, ocasional en UNPeriódico y UNRadio, en razonpublica.com y en distintas publicaciones que me solicitan con frecuencia una colaboración. Apoyo varios procesos de comunidades fronterizas en la perspectiva de la construcción de paz territorial.

¿Qué  le falta por hacer?

Lo que me falta por hacer: ejercer la jubilación rebajando por fin el ritmo de trabajo y dándole más espacio a otras dimensiones de la vida.

Temas del Día