Años felices
Esos años fueron felices para los jóvenes porque se vivía un ambiente muy sano, la gente se podía divertir sin exponerse a tantos peligros como los que hoy existen, recuerda Carlos Vega, a quien conocían como Willi, que tuvo sus comienzos cargando cables y ayudando a armar el sonido antes de cada toque y llegó a ser disc-jockey y a tener su propia miniteca.
Sin embargo con el transcurso de los años empezaron a hacer presencia en los bailes que se hacían en las canchas de los barrios, en colegios o clubes, muchachos que armaban combos para sabotear y que se hacían llamar 'Chicos Malos', generando grandes trifulcas que en muchas ocasiones terminaron con personas lesionadas.
El furor iba en crecimiento por ese tipo de eventos, lo que motivó a los propietarios de las minitecas a mejorar en aspectos técnicos, con sonidos, luces y otros efectos, así como a seleccionar la mejor música.
En esos menesteres se recurría al intercambio de discos de acetato y casetes con los amigos y a prolongadas visitas a las discotiendas, todo con el ánimo de complacer los gustos de la juventud de la época.
En esos años las famosas minitecas caraqueñas tuvieron una marcada influencia en la frontera, cuyas mezclas tenían un gran mercado y sonaban en todos los bailes que se programaban los fines de semana.
Tuvieron fama Sandy Lane, New York New York, Bettelgeuse, Explosión People, Infierno, ZC, Maui, Excalibur, Caribean, Traffic, Possesion, Tridimension, Tconection, algunas de ellas traídas a Cúcuta para participar en las guerras de minitecas, incluida Silver de San Cristóbal.