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Cúcuta
¿Sabía que Cúcuta tuvo un cine exclusivo para adultos?
Conozca la historia de un lugar prohido que se ubicó en el centro de la ciudad.
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Oscar Andrés Olarte
Óscar Andrés Olarte
Categoría nota
Domingo, 13 de Noviembre de 2022

Aunque usted no lo crea, hasta hace apenas un par de décadas Cúcuta tuvo un cine 100 por ciento dedicado a la proyección de películas para adultos. Se trata del Cine Mercedes, un sitio del que pocos hablan y que marcó una tendencia en la capital de Norte de Santander al ubicarse en la calle 10 con avenida 10 del centro.

Pero más allá de este tipo de proyecciones, el Mercedes nació para el cine convencional en una época en la que no existía el internet, menos los teléfonos inteligentes y donde los computadores apenas se estaban creando, por lo que el séptimo arte fue una de las principales vías para el entretenimiento de los cucuteños.

Según se detalla en el libro Huellas, Hechos y Anécdotas Nortesantandereanas, el Cine Mercedes, cuyo primer propietario fue Guillermo Arámbula, nació un 6 de mayo de 1954 con la proyección de la película Mi amor Brasileño, un filme protagonizada por Lana Turner y Ricardo Montalbán. 


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Según una publicación en La Opinión de Gerardo Raynaud D, a Guillermo Arámbula le tomó más de un año de reunir todos los recursos tendientes a construir el teatro más moderno de ciudad, pues no era solamente el levantamiento de la estructura física,  sino que debía conseguir todo el andamiaje técnico que caracterizaba un moderno teatro, con la tecnología más avanzada.

En ese objetivo de ‘destronar’ lo que se proyectaba en el Guzmán Berti, el Teatro Municipal y el Santander, al parecer fue fundamental la ayuda de don Tito Abbo, pues con sus contactos en Italia logró hacerse a los mejores equipos de proyección, los Micron XX, los mismos suministrados a los mejores teatros del mundo entre ellos, los de Milán y de Caracas, en el vecino país.

En la investigación de Raynaud  se constata que Abbo también se encargó de la importación de los demás implementos necesarios para el funcionamiento del teatro como fueron el equipo de aire acondicionado, que fue el primero de la ciudad y la planta eléctrica de emergencia para cuando fallara el suministro de energía, situación que se presentaba con bastante frecuencia.


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“Por dentro era un verdadero exponente de belleza y ornato, sonido perfecto y espléndida iluminación, silletería cómoda y bien dispuesta así como dos telones de ‘boca’ que corren lentamente para dejar ver el lienzo sobre el cual se proyectarán las películas y todo se remataba con un espacioso hall y un bar bien surtido y presentado”, escribió Raynaud.

A partir de entonces, el teatro sirvió de referente para las mejores películas del circuito al cual estuvo afiliado y de escenario para otros eventos culturales, como las revistas musicales y la presentación de magos.

 

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Luz Amalia Jaimes, vecina del barrio El Llano actualmente, cuenta que cuando tenía aproximadamente 13 años asistió al cine por primera vez para ver el estreno de la película La Mochila Azul, que era protagonizada por Pedrito Fernández.

“Yo fui con mi mamá porque ella era amante del cine. En ese entonces era un cine normal, lujoso para la época, pero ya comenzaba la competencia en los cinemas Avenida y competía a la par con el Zulima”, recuerda Jaimes.

 

¿Por qué se da el salto al cine para mayores?

Precisamente el auge de los otros teatros, la construcción del Teatro Rosetal y la transformación que sufrió la ciudad en la que el barrio El Llano dejó de ser residencial para dar paso al desarrollo comercial, principalmente de la zapatería, llevaron a que el sector y el cine se fuesen relegando.

Tras la llegada del material triple XXX la fachada del lugar también cambió, pues los afiches promocionando las producciones protagonizadas por figuras del porno como Elena Anna Staller ‘La Cicciolina’, hacía que largas filas se presenciaran en el lugar.

El paso a proyectar estas películas se dio en la década de los 80 con algunas carteleras prohibidas para la época, situación que despertó el malestar de los vecinos del barrio El Llano, quienes por medio de campañas recolectaron firmas para prohibir las proyecciones que incitaban al ‘pecado’.


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Según cuenta Luis Fernando Niño, presidente honorario de la Academia de Historia de Norte de Santander, la llegada de las proyecciones porno al teatro fue rechazada por la sociedad, principalmente por la Iglesia Católica, que por medio de un sacerdote, asignado a la Catedral de Cúcuta, hizo frente al rechazo.

“En ese entonces se sacaban unos parlantes hacia el parque Santander y el párroco prohibió el acceso de las personas al Cine Mercedes, amenazó con excomulgarlos porque ver ese contenido era considerado pecado”, comenta Niño.

Lo curioso para el historiador es que a pesar de la carga de ‘pecado’ que suponía asistir a este lugar en la década de los 90, el sitio se transformaba en Semana Santa para que los mismos proyectores permitieran ver las historias bíblicas que por esa época eran muy tradicionales.

También cuenta Niño que las funciones del cine para mayores se hacían en horas de la tarde-noche, de modo que las personas que asistían pudiesen proteger su identidad, pues muchos de ellos eran rechazados por la sociedad solo por ingresar a ver este tipo de  cine.

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Giovanni Olarte*, quien pidió proteger su identidad por ser vecino del barrio El Llano, asegura que en varias ocasiones ingresó al cine para ver el contenido triple XXX, debido a que en ese entonces era la única forma de obtener las películas con contenido sexual, pues apenas se comenzaba con la distribución del Betamax y VHS, reproductores que se conectaban a los televisores de la época.

“La mayoría de clientes pernoctaban en el parque Mercedes o en el parque Santander y fielmente asistían al teatro para poder desahogarse, eso llevó a que muchos transexuales que se ubicaban sobre la avenida octava con calle 10 ofrecieran sus servicios en el mismo cine, bien sea en los baños o en las mismas sillas”, manifestó.

 

De ser iglesia a su desaparición

Para 1998 los afiches promocionando las películas triple XXX fueron bajados, aunque el letrero de Cine Mercedes se mantuvo para dar paso a una de las iglesias del grupo cristiano Oración Fuerte al Espíritu Santo.

Según los documentos y publicaciones de la época, cerca de un año tuvieron que improvisar los devotos del cine pornográfico sus reuniones en parques y cafeterías de Cúcuta, pues su santuario, el teatro Mercedes se transformó radicalmente en un centro de oración.


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Sin embargo, ‘el milagrito’ se les hizo cuando los creyentes cristianos entregaron el teatro a las directivas, que lo convirtieron nuevamente en sala de cine porno.

En ese entonces, la administradora de los tres teatros de Royal Film en Cúcuta, Nancy Gaona, manifestó que al reabrir se recibían 150 personas al día en promedio, en su gran mayoría hombres, pero que era mejor negocio tenerlo arrendado porque no había que pagar sueldos, servicios ni impuestos, por lo que se optó cederlo a la iglesia.

Finalmente, el cine no sobrevivió a los primeros años del nuevo milenio, pues se transformó en un establecimiento de venta de suelas y en la actualidad se dividió en varios locales comerciales en los que se venden insumos para la zapatería.

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