La disputa a sangre y fuego entre dos grupos armados ilegales por el control de la vía que conduce al corregimiento de San Faustino, zona rural de Cúcuta, sería  una de las razones por las que se están presentan continuos asesinatos.

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“Los integrantes de esos grupos no patrullan en la vía, pero están del otro lado del río Pamplonita. Es decir, en el territorio venezolano, donde sí hacen recorridos, extorsionan, secuestran a personas y, finalmente, las pasan para el lado colombiano para matarlas en ese corredor vial”, aseguró una fuente judicial.

Otro de los aspectos por los que se registran asesinatos es por el cobro de extorsiones y el contrabando.

“Varias muertes se dan porque las víctimas le pagan ‘vacunas’ a un grupo armado, pero cuando llegan los integrantes del otro bando a exigir plata, les dicen que no tienen de donde porque ya le dan un aporte a otra gente, por eso los secuestran, los investigan y, finalmente, los matan”, contó la fuente.

Precisamente, el temor que infunden los dos grupos armados en esa carretera genera un ambiente de miedo y zozobra entre los habitantes de los barrios e invasiones que colindan con esa carretera.

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Aumentaron los homicidios

Y es que este lugar es el escenario perfecto para que esos delincuentes no paren de cometer asesinatos, pues no hay testigos y si alguien llega a ver algo prefieren callarse, pues saben que se expone a ser víctimas.

Así lo demuestran las estadísticas de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc): en lo corrido de 2023 se han registrado siete homicidios, cinco más que en el mismo periodo del año pasado.

Esos crímenes demuestran que, pese a los planes de la Policía Metropolitana para mitigar los crímenes en esa vía, los violentos siguen demostrando que ellos son los ‘amos y señores’.

“Se patrulla hasta donde se puede, se sabe que es una zona peligrosa y los uniformados en cualquier momento pueden ser víctimas de algún ataque armado. Las investigaciones para esclarecer los homicidios se han venido dando”, indicó la fuente.

¿Cómo asesinan?

Una fuente extrajudicial reveló que a las víctimas las traen en camionetas hasta la orilla del río, en el lado venezolano, donde las amarran y les vendan los ojos. Luego, las obligan a cruzar hasta el lado colombiano.

Una vez los homicidas tienen a las víctimas en la vía a San Faustino, desenfundan sus armas y las asesinan. Luego se devuelven por el río Pamplonita y se montan en las camionetas.

“En muchas ocasiones se alcanzan a ver las camionetas en el otro lado del río. Los delincuentes no se la pasan en esta zona, acá tienen a varios informantes que están al tanto de cualquier movimiento de las autoridades”, indicó la fuente.

Y añadió que cerca a los lugares donde se cometen los asesinatos hay una trocha por donde rápidamente pasan al país vecino.

Según varios rumores, algunos integrantes de un grupo armado se la pasan en el sector ‘La Cruz’, que está ubicado cerca a un puente peatonal del barrio El Cerrito, por donde diariamente contrabandean mercancías.

“Usted pasa por ese lugar y observa gente armada y vestida de civil, a lo lejos se ve el río Pamplonita y a varios sujetos vigilando, todo eso pasa ante las miradas inertes de la población civil, que no tiene de otra que quedarse callada. Digamos que eso es un ‘secreto a voces’”, resaltó.

Los casos recientes

El martes 8 de agosto hallaron el cuerpo de un menor de edad, de 15 años, tirado en la vía a San Faustino, a la altura del barrio San Gerardo. A la víctima la habrían pasado desde territorio venezolano hacia ese corredor vial.

Los cuerpos de dos hombres fueron encontrados, hacia las  4:00 a.m. del sábado 5 de agosto. Las edades de las víctimas oscilarían entre los 20 y 25 años. Los dos vestían de camisetas negra y gris, bluyín, uno de ellas estaba descalzo mientras que el otro llevaba unos tenis blancos.

 Robinson Mora Osorio fue asesinado a la altura de la vereda La China, de San Faustino, el miércoles 19 de julio en la mañana. El hombre y sus amigos  Juan Gabriel Duarte Vega y Geovanny Vargas Angarita fueron raptados el 18 de julio en el sector Las Chiveras, de Ureña, en Venezuela.

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