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Cúcuta, el trampolín del Eln para los atentados en Colombia
Diez ciudades están en la mira de este grupo ilegal para desestabilizar la seguridad nacional.
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Jueves, 17 de Febrero de 2022

En los últimos 13 días, Cúcuta, El Zulia y Tibú han sido sacudidas por seis hechos terroristas que habrían sido cometidos por el Eln. Uno de ellos se dio el pasado 7 de febrero, cuando tres explosiones y varias ráfagas de fusil estremecieron una parte de la capital de Norte de Santander. Nadie entendía qué pasaba, pero quienes sintieron los estruendos después de la medianoche se imaginaron que una vez más cometían un atentado en la ciudad.

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Y eso que ocurrió hace 10 días, iba dirigido otra vez contra las instalaciones militares que están en el barrio San Rafael, donde se ubicada la Brigada 30 y el recién creado Comando Específico de Norte de Santander (Cenor), del Ejército, que cuando lo instaló el presidente de la República Iván Duque, se dijo que entre sus funciones está la de combatir los grupos armados ilegales en el departamento y evitar que sucesos como este se sigan dando, pero que hasta el momento no se ha visto un resultado contundente.

 

El responsable de esos recientes atentados fue el Frente de Guerra Urbano Nacional del Eln. Y así lo confirmó ese mismo día del hecho, por medio de un comunicado: “en esta ocasión informamos que hoy 7 de febrero, siendo las 2 a. m., un comando urbano del Eln atacó las instalaciones de la Brigada 30 de Cúcuta. Se desconocen los resultados. Nuestras unidades se retiraron sin novedad”.

Ese ataque contra la guarnición militar es el segundo que se da en menos de ocho meses. El primero, cometido por la disidencia del Frente 33 de las Farc, ocurrió el 15 de junio del año pasado, cuando explotó una camioneta bomba dentro de esas instalaciones.

Con los atentados de las dos últimas semanas ya son más de 20 hechos los que se han presentado en Norte de Santander en los primeros 48 días de 2022. Tanto el Eln, como la disidencia del Frente 33 de las Farc, liderada por Javier Alonso Veloza García, alias ‘Jhon Mechas’, se han encargado de imponer ese imperio del terror mediante esos ataques.

 


 

El pasado 4 de febrero atacaron la estación de Policía de Astilleros.


Estos grupos armados ilegales han aumentado el pánico y la incertidumbre en Cúcuta, Puerto Santander, Tibú, El Carmen, Ocaña, San Calixto, Convención, Hacarí y El Zulia. No solo con ataques con explosivos y a bala, sino también volviendo a usar los carros bomba, como lo hicieron hace más de 20 años las extintas Farc y el mismo Eln.

¿Pero qué buscan con esos ataques terroristas? Esta es una de las inquietudes que hoy tienen miles de cucuteños sobre lo que está pasando en esta parte del país y que ni las autoridades tienen una respuesta clara.


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La transformación de la guerra

Lo que han podido establecer algunos organismos de inteligencia es que después de enero de 2015, cuando el Eln llevó a cabo su quinto congreso, donde reunió a todos sus líderes de las diferentes regiones de Colombia, trazó una nueva ruta en la lucha armada.

A lo primero que le apostaron fue a un proceso de paz, a la par con el que se estaba dando con las extintas Farc, “La paz no es la dejación de armas o que no haya conflicto armado, paz quiere decir: construcción de transformaciones”, aseguró en ese momento Antonio García, miembro del Comando Central (Coce) del Eln.

Las autoridades también conocieron que “esta guerrilla tenía claro que el gobierno de Juan Manuel Santos no le impondría los mismos acuerdos que las Farc, por eso también planeó cómo sería la nueva guerra, que ya no se daría en las zonas rurales o en el campo, sino que se trasladaría a los cascos urbanos de las ciudades. Sería la urbanización de la guerra, lo que comenzaría a aplicar los miembros del Coce, una vez que se levantaron de la mesa de negociación”, sostuvo una fuente judicial.

Además, otra fuente extraoficial señaló que en ese entonces el gobierno y las Fuerzas Armadas creyeron que el Eln estaba débil y por eso ‘bajaron la guardia’, pero la realidad fue otra. Esta guerrilla aprovechó ese momento para reorganizarse y crear planes más contundentes para hacerse sentir y obligar a que se dé un proceso de paz bajo sus condiciones y no como lo ha querido el presidente Duque, que cesen las acciones hostiles, el secuestro y se pare el narcotráfico.


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Desde el quinto congreso, el Eln hizo cambios en su lucha armada.


“El Eln ha tenido un trabajo silencioso en muchas esferas de la comunidad, donde ha llegado con un discurso de defensa hacia el ciudadano del común y ha logrado meterse en diferentes barrios de Cúcuta y el área metropolitana, al igual que en todo el Catatumbo”, indicó una fuente de inteligencia.

Las autoridades también tienen claro que hoy, esta organización ilegal se fortaleció porque muchos de sus líderes están en territorio venezolano. “Al otro lado de la frontera hay campamentos y están viviendo muy cómodamente los cabecillas, además, han reclutado muchos jóvenes de ese país, pagándoles un sueldo, entregándoles armas y dándoles hasta motos”, manifestó la fuente.

Añadió: “la génesis del Eln en el Catatumbo parte del abandono que tuvo el Estado, el facilismo de muchos y la idiosincrasia del campesino, porque tenemos claro que el cultivador de coca es ese campesino que se levanta todos los días a trabajar en sus cultivos”.


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Y precisamente en toda esa restructuración de este grupo armado ilegal, que se dio desde enero de 2015, según informes de inteligencia, crearon un organigrama militar para iniciar la urbanización de la guerra, activando el Frente Urbano Nacional, que dirige José Benigno Guzmán Mora, alias Julián o El Rolo, quien siempre lideró el frente Carlos Germán Velazco Villamizar. 

Pero solo hasta enero de 2018, en Barranquilla, fue que se comenzó a ejecutar dicho plan, que también es conocido como la ‘Elenización de Colombia’. El primer ataque por este frente nacional fue contra la estación de Policía San José, en la capital del Atlántico, donde murieron seis uniformados y más de 40 resultaron heridos. A partir de ahí, es que se vienen presentado ataques de gran magnitud en diferentes ciudades del país. 

En ese plan de guerra, el Eln priorizó 10 ciudades, entre las que están, Bogotá, Bucaramanga, Barrancabermeja, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Popayán, Neiva y Cúcuta. Donde se han venido cometiendo varias atentados terroristas y, además, han incrementado las células urbanas.
 

La semana pasada pusieron una volqueta con varios artefactos explosivos para atacar una base militar en Campo Dos.


Y sobre esto, Andrés Aponte, consultor independiente e investigador de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), aseguró que, “por orden de Antonio García se creó el Frente de Guerra Urbano Nacional para coordinar las acciones y para llevar de cierta manera la confrontación a los escenarios urbanos, partiendo de la consideración que ellos tenían, que en la década del 90 el campo se despobló y que en los centros urbanos es donde está el poder económico y político”.

Una fuente militar también explicó que estas ciudades son principales en Colombia, por tener un gran movimiento económico, político y cultural. “Por ejemplo, en Barrancabermeja, está el activo estratégico más importante del país, que es Ecopetrol. Cúcuta aparece porque está pegada a la frontera y hay narcotráfico, contrabando, tráfico de migrantes y, además, está cerca de Tibú, que es donde está la mayor concentración de cultivos ilícitos y laboratorios para el procesamiento de cocaína y base de coca, también hay un centro petrolero que es importante”.


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Agregó: “por eso si analizamos cada vez que ponen un bomba en Cali, Bogotá o Barranquilla el gobierno lo siente más y el impacto en la comunidad es más fuerte. Ellos tienen claro cómo pueden desestabilizar la seguridad del país”.

Aponte también cree que en estos momentos con lo de la protesta social y las movilizaciones, hubo una radicalización de esos espacios urbanos que sin duda alguna ayudaron a que mucha gente pueda valorar este tipos de métodos. “El actuar arbitrario de la Fuerza Pública sin duda alguna tiene un tipo de efecto en todo esto”.

Según una vocera del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), ‘Pablito’ es el que coordina esa lucha armada del Frente Nororiental, “aunque se llegó a decir que él estaba muerto o herido, no fue así, él sigue comandando y es uno de los opositores más grande a un proceso de paz, por eso cuando se dieron los diálogos exploratorios entre Eln y Gobierno, él iba creciendo militarmente y expandiéndose por toda la frontera con Venezuela”.

 

En cada uno de los más recientes atentados del Eln, las autoridades han encontrado granadas de mortero.


¿Qué tan cierto es?

Precisamente, con ese poder que hoy tendría este grupo armado ilegal y que las autoridades conocen, especialmente en esta zona de frontera, algunas analistas consideran que las confrontaciones han tenido un cambio, convirtiéndose en más locales y urbanas.

El investigador de la FIP es uno de esos expertos que cree que a pesar de todas esas estructuras armadas del Eln, “hoy se puede ver a una guerrilla más enfrascada en luchas locales, que interesada en desplegar violencia directa contra el Estado”. 

El politólogo, economista y analista en temas de seguridad y narcotráfico, Daniel Rico Valencia, es otro de los que considera que hoy el comportamiento del Eln es muy distinto al tradicional. 


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“Se pueden ver tres características en todo esto, una de ellas es que los frentes de guerra están tomando más protagonismo por encima del Comando Central (Coce), son cosas absolutamente locales (atentados), dejando ver aún más la fragmentación y dispersión de la estructura de mando del Eln”.

Añadió: “segundo hay una intensión de rivalizar, no solamente en términos militares y criminales, sino también políticos y sociales con las otras organizaciones ilegales y con la Fuerza Pública, que esto no lo hacía el Eln, pues estaba dedicado al negocio del narcotráfico, las extorsiones y los secuestros, pero ahora quieren tener un discurso y una cohesión, mostrándose en la lucha social”.

Y por último, para Rico Valencia resulta muy interesante que todo esto no ha generado ninguna transformación dentro de Venezuela. “Allá no los han llamado al orden como si pasaba antes o por lo menos como pasó con las Farc en su momento”.

La vocera de Indepaz manifestó que durante un largo tiempo se ha dedicado a seguirle los pasos al Eln, y está convencida de que este grupo armado ilegal es una organización que muestra una unión, “pero cada frente es independiente, manejando sus propias normas y movimientos tácticos, aunque cada líder hace parte del Coce y en decisiones grandes como un proceso de paz, sí tiene incidencia esa centralidad”.
 

El Eln estaría directamente en el negocio del narcotráfico con carteles mexicanos.


Sobre los atentados que se vienen dando, la vocera de Indepaz cree que están ocurriendo porque el Eln quiere demostrar que no es cierto que está de aliado con la Fuerza Pública o el Gobierno, “quieren dejar un mensaje claro de que son una guerrilla de reivindicación social y revolucionaria”.


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Sin embargo, Andrés Aponte señaló que el Eln ha sido muy hábil en las épocas electorales al posicionarse a partir del acciones armadas en la agenda y el debate político. “Entonces, esas acciones parten de eso, de una nueva visibilización de lo importante que hay en retomar los diálogos (de paz)”.

Y por eso, ese tema político que hoy está tan agitado en el país, el Eln estaría aplicando su plan de la urbanización de la guerra con atentados en diferentes ciudades.

Las estructuras en Norte de Santander

En Norte de Santander el Eln tiene varias estructuras armadas, además del Frente Urbano Nacional, “donde han hecho un trabajo social entre la misma comunidad para así urbanizar la guerra y poder hacer de las suyas, algunas  de esas estructuras van y vienen de Venezuela”, señaló una fuente judicial. 

Y esas estructuras armadas son: los frentes Luis Enrique León Guerra, Juan Fernando Porras Martínez, Héctor, Camilo Torres, Armando Cacua Guerrero; también las compañías Cuatro de Septiembre, Cinera, Comandante Diego, La Caribe, Héroes del Catatumbo, Francisco Bossio, Diego y Félix.

Ante esto, las autoridades creen que el Eln tiene 757 hombres en sus filas armadas y en las redes de apoyo o milicias hay 903, esto solo en Norte de Santander, porque fuentes de inteligencia consideran que en Venezuela hay muchos más hombres, pues contarían con las milicias bolivarianas.


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El Eln atacó a dos cámaras de fotomultas en Cúcuta.


¿Venezuela su fortín?

Para los analistas también es claro que Venezuela, especialmente en la frontera con Norte de Santander, es un fortín para el Eln, pues, como lo han asegurado el presidente de la República, Iván Duque, y el ministro de Defensa, Diego Molano, en territorio del país vecino se encuentra gran parte de este grupo armado ilegal.

“Pasamos de una lógica de dispersión territorial a una muy regional o local. También podemos ver que el Eln ahora está actuando como las Farc cuando estaban en la frontera con Ecuador. Ingresan a territorio colombiano mantienen unas posiciones, pero no son grandes zonas campamentarias, porque tienen de retaguardia el otro lado de la frontera. Es muy claro que Venezuela es el centro de operaciones”, explicó Daniel Rico.

La vocera de Indepaz señaló que hasta 2020 el Eln tuvo una disminución considerable de sus acciones en casi toda Colombia, pero en Arauca y Norte de Santander se registraron varios hechos.

 

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“En 2021 la situación cambió en Arauca y en la frontera con Venezuela, repercutiendo en Norte de Santander, donde tienen un muy buen control territorial y la salida de las Farc les permitió aumentarlo y disputárselo con otros grupos armados ilegales”, indicó la experta de Indepaz.

Por eso, en un eventual diálogo para un proceso de paz, Andrés Aponte cree que es muy necesario que el país vecino haga parte. “Aunque es un tanto difícil, porque hay una serie de condicionantes que ya no solamente parte de la voluntad, sino de la posibilidad y el proceso no solo pasa por quererse sentar, sino por actores internacionales como los países que rodean el diálogo, por Venezuela y por Cuba, y si no se restablecen las relaciones, no se va hacer”.

Y lo más preocupante es que desde hace muchos años, la Fuerza Pública no le da un golpe contundente al Eln en Norte de Santander, pues siempre captura son mandos medios o presuntos milicianos.

“También es muy claro que este Gobierno no ha podido dar un golpe contundente contra las estructuras militares, financieras y políticas del Eln. Han minimizado a este grupo como si no fuera una organización terrorista”, sostuvo Daniel Rico.
 

El Eln ha puesto varias banderas en diferentes puntos de Norte de Santander.


Una posible guerra contra ‘Jhon Mechas’

Por todo ese poder armado que hoy tiene el Eln, algunos líderes sociales y defensores de derechos humanos creen que pronto en el departamento se comenzará a sentir lo que está pasando en Arauca, donde hay una guerra contra la disidencia del Frente 10 de las Farc.

“Aunque acá (Norte de Santander) existe un acuerdo entre la disidencia del Frente 33 de las Farc y el Eln, tal vez por el tema del narcotráfico que dominan los carteles mexicanos, es muy posible que en un mediano plazo se llegue a una disputa contra la gente de ‘Jhon Mechas’, pues ellos están haciendo muchas cosas con las que el Eln no está de acuerdo. Además, la gente ya se comenzó a quejar por lo que está pasando”, comentó un defensor de derechos humanos que pidió reserva de su identidad por seguridad.

Añadió: “si miramos a fondo, el Eln tiene una estructura militar que respeta la jerarquía de cada mando, mientas que en la disidencia de las Farc pareciera que eso no ocurriera, pues si vemos en Tibú está ‘Richard’, el segundo al mando, pero él pareciera que no cumpliera con lo ordenado por ‘Jhon Mechas’. También sabemos por buenas fuentes que algunos homicidios y secuestros que han sido ordenados por ‘Richard’, no se los comentan a ‘Jhon Mechas’ y eso está provocando una fricción entre ellos”.


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Los líderes sociales consideraron que si ese enfrentamiento se llegara a dar en Norte de Santander, el derramamiento de sangre sería mucho más cruel que en Arauca, sin embargo, los carteles mexicanos están en el medio y no permitirían que esto sucediera.

Andrés Aponte consideró que la disidencia del Frente 33 de las Farc ha crecido rápidamente, “lo que provocaría una tensión con el Eln por el control de las jurisdicciones, en el término de quién controla a quién, de dónde se sacan recursos y con quiénes hablan”.

Y finalmente, la vocera de Indepaz explicó que el Eln y los otros grupos armados ilegales estarían tercerizando sus acciones armadas, “para tener un mayor control, tanto en lo rural como en lo urbano, además, de tener mayores ingresos en otras economías a las que no tenían alcance, como el microtráfico, prostitución, tráfico de migrantes, por eso es que ejercen control en muchas bandas locales”.

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