En el 2016 se inspiró en la Guarachera de Cuba, Celia Cruz. Alquiló la peluca, el vestido y para ensanchar sus caderas se metió un par de pañales desechables. La magia del rostro la logró su maquilladora de cabecera Sonia Cárdenas Chacón.
En el Club Tennis armó el carnaval con su desbordada alegría. Al año siguiente se concentró en la madre Teresa de Calcuta y se trasladó hasta la congregación de las Misioneras de la Caridad para descifrar el vestuario.
Le tocó decir una mentira piadosa, que se trataba de una nieta que iba a tomar la primera comunión con el sari. La enviaron donde la modista y compró diez metros de tela velino, porque es una sola pieza que se enrolla alrededor de la cintura, con un extremo pasando por sobre el hombro y dándole forma en la cabeza. Lo mandó a estampar y compró el Cristo y las sandalias.
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En el 2018 se metió en la piel de la mítica actriz, modelo y cantante estadounidense Marilyn Monroe y para ello viajó a Miami a comprar el afamado vestido blanco, en un almacén de la calle ocho. Y consiguió también la estola de plumas, los guantes, la peluca y el labial rojo intenso.
En el 2019 personificó a Cruella de Vil, la villana de los 101 Dálmatas. También compró en Miami el vestido y la peluca. Pero a ‘Lucía’, la perra, se la prestó una vecina después de madrugar más de una semana para que se acostumbrara a salir con ella.
Y por la pandemia, el año pasado no se disfrazó a pesar de tener una lista de personajes icónicos, que como reitera, lo importante es estudiarlos y asumirlos con actitud y todos los detalles para que la gente los identifiquen apenas la vean.
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