María Cristina Esteban Marciales danza en el aire, entre telas, que la envuelven en inimaginables figuras provocando múltiples sensaciones como vértigo, miedo, sorpresa y admiración.
Y fue por casualidad que conoció esa vida circense. Iba pasando por el Teatro La Playa de Cúcuta cuando la invitaron a un taller de mimo y allí conoció a una experta malabarista argentina que la impulsó a perder el miedo y entrar en acción.
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Nickol, nombre artístico que adoptó, veía muchos videos de los tradicionales circos chino, ruso, del Sol, pero no visionaba verse en lo alto provocando alaridos o aplausos entre el público.
Hace diez años cursaba once grado en el Instituto Técnico Nacional de Comercio y el día lo complementaba con cursos de modelaje, expresión corporal y teatro en la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero. Ese fue su asomo a la ventana del arte.
Después de bachiller se graduó en la técnica Comunicación Social y de Medios en Inprosistemas del Norte, que le ha servido de base para trabajar, de manera alterna.
Además, Nickol estudió locución, nivel amateur, “sin embargo, eso fue progresando hasta que tuve la oportunidad de ganar un concurso y participar en el Primer Festival Iberoamericano de la Voz ‘Viva Voz’ con un demo creativo. Luego participó en una capacitación en voces en la mitad del mundo en Quito, Ecuador. Y en Cúcuta estuvo en el laboratorio Nacional de Circo en el 2019.
Y siguió explorando con la hula, hoop, donde su cuerpo se zarandea con un aro a tal ritmo de no dejarlo caer después de pasarlo por sus piernas y brazos. Ese número lo incluye en sus actuaciones en los circos.
La artista cucuteña se crece cuando se calza los zancos de madera, de 80 centímetros y experimenta la sensación de libertad. “Doy pasos de gigante y se puede ver el mundo desde otra perspectiva. Observo los rostros de los niños y es impresionante como te miran desde abajo. Lo difícil es conectar con ellos, pero todo se puede con una sonrisa …. Y se generan preguntas entre ellos: ¿Cómo hiciste para ser tan alta? Entonces los padres hábilmente se apoyan en esa figura tan grande, para motivar a sus hijos en que deben estudiar y comer para que sean fuertes e inteligentes como el zanquero”.
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Asegura que no se ha caído de esas maderas, que son la extensión de sus piernas. Nickol solo se ve en apuros cuando está trabajando a cielo abierto y cae la lluvia o el fuerte viento la bate y le toca bajarse corriendo de esos zancos que calza desde el 2013, el mismo año que aprendió a volar con las telas y aferrarse a “esa sensación de sentirme libre, de danzar en el aire”. Por sobrevivencia, dice, “no podemos soltar las telas en ningún momento porque nos caemos. De hecho todo el momento es un disfrute, porque obvio, sí corremos el riesgo de que algún nudo se suelte, uno se vuelve muy consciente de su corporalidad y sensorialidad para poder disfrutar todo (música, cuerpo y mente) y que el público disfrute del acto”.
Nickol no nació en una carpa de circo, pero siente como suyo ese misterioso y mágico mundo por medio de “familias tradicionales de circo que han vivido siempre ahí, en carpas, y cuando viajan de un lugar a otro, en vagón, y siento que es una aventura maravillosa, sin embargo, en mi caso no ha habido la oportunidad porque me desarrollo en variados ámbitos artísticos de trabajo”. Pero ha actuado en diferentes carpas tradicionales como el Circo Ronald, Circo frontera de paz y circo de Puerto Rico, teniendo un excelente desempeño artístico.
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Tampoco ha tenido la oportunidad de salir del país a trabajar en circo, pero está entusiasmada porque en septiembre viajará a Perú, a estudiar con la que se considera una de las mejores compañías de teatro-circo de payasos ‘La tropa del eclipse’. En ese encuentro aspira poner en práctica todo lo aprendido en esta década y piensa que “será un aprendizaje muy valioso”.
A sus 26 años, Nickol mira por el espejo retrovisor y asegura que se puede vivir del arte, y argumenta que muchas familias viven del circo. “El arte es mi pasión y mi medio de vida. Por eso me muevo en varias aristas como locutora, zanquera, malabarista, animadora de fiestas y todo lo respecto al arte”.
Nickol se considera una mujer apasionada por el arte y la vida, amante de los animales, de la naturaleza, aventurera y muy pasional, viajera empedernida y muy familiar”. Agradece siempre a sus padres el apoyo brindado para su crecimiento personal y profesional “logrando todas las metas trazadas, que me he propuesto”.
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Es una fiel admiradora de los payasos, con quienes trabaja en ocasiones, y piensa que no están en vía de extinción sino “que han mutado y creería que los payasos siempre van a existir; como dicen ellos mismos: mientras haya un niño con su sonrisa, siempre habrá un payaso”.
Nickol está participando como artista regional en el sexto Festival Internacional de Payasos dándole vida a su show del hula hoop y de danza aérea en las telas donde vibra con la sensación de vértigo al volar para divertir al público de Cúcuta, El Zulia, Los Patios y Villa del Rosario.
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