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Migración
Afromigración en Cúcuta: la otra cara de la moneda
La población afrodescendiente que migra, representa uno de los términos más desconocidos.
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Lineth Sanguino
Lineth Sanguino
Categoría nota
Jueves, 9 de Noviembre de 2023

La relación que existe entre la afrodescendencia y los procesos de movilidad humana que consisten en el desplazamiento de las personas hacia otros países y territorios diferentes a los que habitan, recibe un nombre que llama la atención y de cierta forma es aún desconocido para muchas personas.

La afromigración, reúne a aquellos migrantes con antecesores de origen africano, que residen en América, siendo esta la unión de ambos conceptos con cargas sociales distintas, pero que se juntan, creando una forma de resistir desde la diferencia y la lucha por la visibilización de una población que vive discriminaciones de forma diferencial.

En Cúcuta, tras la crisis socioeconómica presentada por Venezuela en la que se desataron los flujos migratorios, la cantidad de personas que cruzaban la frontera en busca de nuevas oportunidades, representó uno de los fenómenos que transformó muchas de las dinámicas de la ciudad.


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Sin embargo, la caracterización de las personas con descendencia africana que se desplazan desde el vecino país hacia Colombia, ha significado una apuesta no solo para rescatar la identidad de quienes tras su proceso de movilidad se ven permeados por la complejidad de la adaptación de nuevas culturas, sino también para transferir a las nuevas generaciones los saberes y el orgullo racial, pues actualmente “no existe información consolidada sobre este tema y solo existen un par de investigaciones previas por parte de organizaciones de la sociedad civil y encuestas que toman en cuenta la variable étnico-racial, pero no son significativas a la hora de estudiar la inmersión poblacional”, explicó Camila Becerra, coordinadora de la Línea de Movilidad Humana del Instituto Raza e Igualdad, quién participó como una de las tres investigadoras para el Informe sobre la Situación de la Población Afrovenezolana en Contextos Migratorios en Colombia, del Instituto Raza e Igualdad, en alianza con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

Según el Censo Nacional de Población y Vivienda del 2018, Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el utorreconocimiento étnico-racial de personas que nacieron en territorio venezolano, es del 50,7% para mujeres y un 49,3% para hombres, lo que además, recalca la necesidad de tener en cuenta la perspectiva de género a la hora de hablar sobre sus procesos migratorios. Con lo anterior, el informe señala a la capital nortesantandereana concentra el mayor porcentaje de mujeres migrantes nacidas en Venezuela e identificadas como afros.

“Para determinar cómo estos flujos migratorios mixtos afectan de manera especial y especifica a las personas afrodescendientes, cuando se habla del enfoque étnico-racial se habla de dos conceptos, el primero es donde la raza no es la materialidad de una piel, sino que hace referencia a los procesos históricos que determinan ciertas jerarquías de poder, violencias y prácticas que están asociadas de la manera en que se impone la raza y, por otro lado, las categorías de auto o hetero reconocimiento”, agregó Becerra.

“Miradas Afromigrantes: Narrando desde Adentro”, fue una apuesta derivada de los hallazgos de dicho trabajo investigativo, que buscó visibilizar los rostros que con su identidad y liderazgo rescatan las historias de lo que significa migrar como persona afro.

Diferentes organizaciones de la sociedad civil han contribuido a la caracterización de estas personas. Una de ellas es Banderas Unidas y Mujeres Positivas Activas, lideradas por dos afromigrantes que llegaron a Colombia en 2015, como consecuencia de las dificultades sociales, económicas y políticas que presentaba su país.

Sus nombres son Beatriz Acacio y Yolimar Portillo, quienes representaron al territorio transfronterizo, luego de haberse trasladado desde el estado Aragua y San Cristóbal en Venezuela, junto con sus familiares, sin olvidar su identidad étnico-racial, descubriendo su amor por la gestión de procesos comunitarios que ahora pretenden rescatar la tradición y la identidad.


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Yolimar Portillo

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Como representante legal de Banderas Unidas, ha dedicado parte de su trabajo a la caracterización y apoyo a esta comunidad, lo cual ha significado un gran reto que trae consigo responsabilidades, pero también grandes triunfos que se logran brindando de forma desinteresada e íntegra el mejor servicio a las personas que pasan por la fundación que lleva alrededor de cinco años velando por los derechos de las personas de la zona.

Con su título de conciliación para la equidad, nombrada por el Ministerio de Justicia, busca replicar su conocimiento para enrutar a las personas que presentan diferentes tipos de necesidades y logren tener acceso a todos sus derechos, independientemente de su color de piel o estatus migratorio.

Desde 2015, cuando llegó a Colombia, supo que su camino era “ayudar a las personas que, como ella, venían de situaciones difíciles y se veían afectados por la discriminación por machismo, la xenofobia o el racismo, lo que dio el empujón para comenzar a liderar acciones comunitarias que generaran transformaciones reales que permitieran ver cómo estaba realmente esta comunidad”, expresó en diálogo con La Opinión.


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Como persona afrodescendiente, Yolimar es fiel a su labor, para así “poder hacer entender que es un orgullo llevar este hermoso color, que nuestros hijos sepan lo bonito de esta identidad y conozcan sus raíces, porque ser afro y migrante a la vez, nos hace visibilizar la diversidad, llevarla a diferentes partes del mundo”, señaló.

Betsy Acacio

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Fundadora de su propia organización, ha logrado contribuir a la caracterización de esta población en Cúcuta, ayudando al enrutamiento de quienes llegan en condición de vulnerabilidad para que se le restablezcan los derechos a través de los organismos gubernamentales y la cooperación internacional.

Betsy Beatriz Acacio descubrió su capacidad de gestión y liderazgo al llegar a Colombia y notar tanto desconocimiento sobre la identidad que a ella la representa y que muchas personas han olvidado esas raíces tan importantes, por lo que se ha dedicado a resguardar esa cultura, en especial con la protección a mujeres víctimas de VBG.

Desde su llegada ha podido ver la discriminación de forma particular que se ejerce sobre las personas racializadas, existiendo aún más violencia cuando se trata de mujeres, por lo que además del enfoque étnico-racial, el de género ha sido una de sus principales banderas.

“Desde la experiencia que ya traía desde Venezuela, donde ya era lideresa, pero al llegar acá aprendí tanto, me capacité y logré tener una organización propia, para inspirarme y seguir inspirando a otras personas que, al igual que yo, tienen esta identidad que es para estar orgullosa”, explicó la migrante.

Junto con sus hijas, quienes migraron antes que ella, lograron culminar sus estudios, lo cual ha sido un impulso para que más mujeres, al igual que ella, puedan lograr sus metas y no se vean truncadas debido a discriminaciones, violencias y demás obstáculos.

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