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Ocaña
El hombre que salvó la columna de los esclavos de Ocaña
El escritor Luis Sánchez Rizo pasó a la historia
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Javier Sarabia Ascanio
Javier Sarabia
Categoría nota
Viernes, 18 de Marzo de 2022

En el parque principal 29 de mayo del municipio de Ocaña se erige una columna que simboliza la libertad de los esclavos donde la gente desconoce que esa estructura estuvo en peligro de ser derribada en varias ocasiones.


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Durante la conmemoración de los 171 años de la promulgación de la ley donde se determinó la abolición de la esclavitud en Colombia, la historiadora Mary del Socorro Sánchez Gómez, recuerda cómo su señor padre jugó papel fundamental en la conservación de ese monumento.
 
Indica que jamás claudicó en los deberes patrióticos y resalta la anécdota septembrina acaecida en el año 1936 como lo narra el historiador Gabriel Ángelo Neira Quintero. “Iba don Luis para el trabajo, cuando observó que unos obreros estaban demoliendo la columna. Ya habían destruido el gorro frigio y él en un arrebato de hondo patriotismo, de heroísmo sin par y de aplaudido valor civil se abrazó a ella y comenzó a gritar que iban a derribar el corazón de Ocaña”.
 
La hija señala que los gritos fueron escuchados por los vecinos entre los cuales se hallaban Luis Eduardo Páez Courvel y Jorge Pacheco Quintero, quienes no permitieron que la alcaldada se llevara a cabo.
 
“Primero pasan por encima de mi cadáver para tumbar el patrimonio, exclamó mi padre y la pudo salvar”, recalcó.
 
En el álbum familiar conserva el telegrama enviado el 25 de agosto de 1955 donde solicita al Ministro de Gobierno de Bogotá interceder para evitar la afectación a ese monumento: “diríjase alcalde fin obliga cumplimiento artículo 8 de la ley 48 de 1918 para salvar columna esclavos, arbitraria reforma piensa hacerle sin consulta previa a los servidores del centro de historia”.


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La señora Sánchez asegura que el alcalde de la época de apellidos Solano Barriga pretendía derribarla para construir un obelisco, pero su padre se opuso.

El escritor Luis Sánchez Rizo salvó que la columna de los esclavos fuera derribada.
 
Simboliza la libertad del ser humano 

Uno de los monumentos más frecuentados del oriente colombiano es la columna de los esclavos que simboliza la libertad del ser humano.
  
Se erige en el parque principal 29 de mayo como si fuese una ficha del ajedrez histórico de la hidalga villa en donde se protagonizaron acontecimientos trascendentales para la vida nacional.

 Alrededor de esa figura de cinco anillos que representa igual número de repúblicas liberadas por Simón Bolívar del yugo español como son Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia se han tejido innumerables idilios.
 
Por estar cerca la zona hotelera, miles de turistas procedentes de los cuatro puntos cardinales llegan a ese sitio y se toman la fotografía del recuerdo ya que adorna el paisaje con la catedral de santa Ana, iglesia matriz de la Diócesis de Ocaña. 
 
El presidente de la Academia de Historia, Luis Eduardo Páez García, asegura que se construyó del 6 al 22 de diciembre del año 1851 por orden del gobernador de la provincia de Ocaña, Agustín Núñez para perpetuar la fecha de la abolición de la esclavitud por José Hilario López.
 
Es única en Colombia y por tradición se dice que en la base se encuentra enterrada una urna con las copias de la ley de manumisión y la lista de esclavos libertos de Ocaña, cuya original reposa en el archivo general de la nación en Bogotá.
 
Según los cronistas de la época, el día de la promulgación de la ley, la negra Nicanora Rincón, la esclava liberta más vieja, bailó de la alegría con el gobernador Agustín Núñez en los portales de la casa consistorial, hoy hotel Hacaritama, frente a la columna.

 “Es un simbolismo muy importante para la historia patria. En un comienzo se pensaba que no tenía pañete y era en ladrillo a la vista, sin embargo, el arquitecto restaurador Rafael Rincón Calixto determinó que siempre contó con revestimiento. En una época estaba descubierta por una ley que salió, pero la versión original es como la conocemos actualmente”, recalca Páez García.


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En la década de los 30 un alcalde atravesado ordenó tumbarla supuestamente porque daba mal aspecto al parque y el reconocido escritor Luis Sánchez Rizo, la abrazo y exclamó primero me matan a mí y luego la derriban. Los obreros desistieron de la idea.
 
Una de las historias apasionantes está relacionada con supuestos túneles que comunica al centro de la ciudad desde la columna hasta la capilla de santa Rita, pero esa versión ha sido descartada por los historiadores. “Son comentarios, pero no existe un sustento arqueológico sobre el particular”, indica Luis Eduardo Páez.

La columna es el punto de referencia para encuentro de personas, en los alrededores se sientan pensionados y turistas a recibir el aire puro que se cuela entre los frondosos árboles. 
 

Las hijas del escritor conservan el gran legado histórico.
 
Un paso obligado 

Toda persona que visita a Ocaña se detiene frente a ese monumento y se lleva la fotografía del recuerdo. 

Declarado monumento nacional en honor a los esclavos libertos en el año de 1851 gracias a la abolición por parte del presidente José Hilario López.
 
Está en el centro de la plaza principal 29 de mayo. Fue construida con las piedras que sirvieron de patíbulo a los mártires de la independencia. 

Cuando se efectuó la remodelación del terreno adyacente a la columna ésta se hallaba desnuda, con el ladrillo que la constituye expuesto a la acción de los factores atmosféricos. La sección de Monumentos Nacionales, dependiente del Ministerio de Obras Públicas comisionada para la conservación de las construcciones históricas del país, luego de un concienzudo estudio, determinó que la columna debía ser enjalbegada, es decir, recubierta y pintada de blanco; las protestas de la gente no se hicieron esperar. 
 
Los ocañeros guardan, un conservatismo mal entendido y peor cultivado. A muy pocos se les ocurrió averiguar si el aspecto «desnudo» de la columna era el original. Pues bien, la misma crónica de Eustoquio Quintero, afirma que «aquella blanquísima columna resalta como el botón de una azucena», lo cual es una manera de decir que era blanca en 1894. Igual se deduce de la imagen publicada en la contraportada del folleto «Poesía Popular de Ocaña», perteneciente al Banco fotográfico de Saúl Calle, en la cual se aprecia claramente que en 1886 la columna era blanca, y apenas tenía 34 años de edad.


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Este singular monumento, único en su género por lo que conmemora y por el aspecto arquitectónico, fue erigido por iniciativa del cartagenero Agustín Núñez, a la sazón gobernador de la Provincia de Ocaña. Previendo la aplicación de la Ley que abolió definitivamente la esclavitud en Colombia y que debía entrar en vigencia el 1º de enero de 1852, Núñez tuvo la original idea de perpetuar el hecho en una obra material y ordenó construir la columna, formada por cinco anillos concéntricos que simbolizan los cinco países bolivarianos.
 

La columna simboliza la libertad del ser humano.
 
Perpetuar la memoria

Raúl Pacheco Ceballos indica que tiene diez varas de largo y sobre la cúpula flamea el pabellón nacional. Se dice que en la base hay tres urnas, una de vidrio, que contiene el texto de la ley y los nombres de los esclavos manumitidos, la cual se halla dentro de otra de madera y esta última dentro de una tercera de hierro. Asimismo, que se construyó con los ladrillos teñidos con la sangre de Miguel Carabaño, Salvador Chacón e Hipólito García, fusilados en la plazuela de San Francisco, por orden de Morillo, el 9 de abril de 1816. El mismo Carabaño había predicho la erección de un monumento con las piedras que iban a recibir la sangre y la de sus compañeros. Hay personas en Ocaña, de la ‘sociedad’, que no permitirán el conocimiento público de los nombres de los esclavos que obtuvieron la libertad pues ello iría en desmedro de su prosapia”, señala Pacheco.


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Mientras tanto, la columna conmemorativa de la libertad de los esclavos sigue allí, como esas abuelas silenciosas que no necesitan hacer nada porque su presencia basta para recordar a toda la familia quienes son y de dónde vienen, indica el escritor Wilson Enrique Ramírez en la revista Hacaritama.


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