Hace un año, una avalancha arrasó con todo a su paso en la vereda El Tarra (más conocida como El Tarrita) y sepultó las casas y los cultivos de los campesinos de esa zona.
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Algunos se fueron a poblaciones cercanas, como Ábrego, con lo poco que tenían y un subsidio de arrendamiento que al final terminó incumpliendo la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo y Desastres.
Otros, se quedaron en la zona y se fueron a plantaciones cercanas a seguir haciendo lo que han hecho toda la vida: trabajar en el campo.
Esta parte del país produce caña de azúcar, papa, yuca, plátano, frijoles, ajo y muchos más productos de pancoger. Sin embargo, lo que más se cultiva, y por lo que es famosa la provincia de Ocaña en todo el país, es la cebolla.
Cuando ocurrió la emergencia, muchos pequeños productores perdieron la mayoría de sus cosechas, debido a que la vía Ocaña-Cúcuta estuvo cerrada tres meses, lo cual imposibilitó sacar los productos hasta los centros de consumo.
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Y lo poco que se podía sacar, subió de precio por los sobrecostos que significó el trasbordo de la mercancía de un punto del río al otro. Este fue un duro golpe para los productores, que pese a todo siguen cultivando.
“Aquí en este territorio de El Tarra hacia la vía que comunica con Cúcuta el fuerte agrícola es la cebolla cabezona. Ese es el sustento de nosotros”, explica Dairo Sepúlveda, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda del kilómetro 45.
Dificultades en la producción
Pese a que en este momento los precios en el mercado se encuentran estables y no han bajado, el presidente de la JAC del kilómetro 45 recuerda que hace un par de meses tuvieron ir a un paro cebollero por la caída de los precios que generan el contrabando y la importación desde Perú.
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“Recientemente tuvimos que hacer un paro cebollero, porque el producto estaba muy bajo de precios. Y pues gracias a eso el precio se nos ha subido y ha estado estable y podemos sacar los costos y nos queda un poco de ganancia para nuestro sustento y el de nuestras familias.”, manifesta Sepúlveda.
Actualmente hay alrededor de 6.000 familias dedicadas al cultivo del bulbo, en 4.270 hectáreas con una producción que fluctúa entre las 30.000 y 40.000 toneladas de cebolla al año, lo que mueve la economía en la región.
“La cosa se nos pone difícil a nosotros cuando hay mucha importación de la cebolla peruana. Eso es lo que produce la caída del precio de nuestros cultivos. Estas tierras producen durante casi todo el tiempo. Siempre uno va a tener algo que vender, pero cuando hay mucha importación los precios caen”, explica el presidente de la JAC del kilómetro 45.
Otros problemas
Además del contrabando, hay factores adicionales que inciden en el precio final y que terminan afectando la venta de los productos.
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Algunos de estos son la falta de estudios de suelos y la ausencia de créditos que impiden al campesino producir a gran escala para poder competir con las importaciones.
“Yo diría que principalmente hace falta que se hagan estudios al piso. A veces uno aplica productos de abono que no son los adecuados o los que verdaderamente se necesitan. Entonces hacen falta estudios a los suelos”, agrega Sepúlveda.
Sobre el acceso a los créditos, Pedro Jácome, otro campesino de la zona, explica que desde las entidades bancarias hay muchos obstáculos que impiden que los pequeños productores cuenten con el capital para invertir.
“Las entidades bancarias le ponen mucho problema a uno. Yo le pediría al Gobierno Nacional que facilite más las cosas para que uno pueda trabajar tranquilo. Uno quiere acceder a un préstamo y le ponen miles de obstáculos”, se queja Jácome.
De acuerdo con el representante de la Asociación de Cebolleros de la Provincia de Ocaña, Wilmar Rangel, para trabajar una hectárea un pequeño campesino necesita invertir por lo menos $25 millones.
Dentro de las inversiones se deben contar los pesticidas, abono, mano de obra, semillas, transporte, entre otros.
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Por otra parte, también explicaron que era necesario que el Gobierno Nacional pensara en la industrialización del campo para poder producir a gran escala.
“Estos terrenos son muy tendido. Nosotros hemos bregado a tratar de nivelarlos, porque se nos dificulta para el tema de la arada y la recolección de los productos porque son muy tendidos los terrenos. Los cuadrados donde se están trabajando eran tendidos y le tuvimos que meter retroexcavadora para tratar de nivelarlos”, expresa el presidente de la JAC del kilómetro 45.
¿Cuál es la ganancia de los campesinos?
Los pequeños productores de la zona explicaron que las mayores ganancias las tienen los intermediarios y las grandes empresas.
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“Nosotros vendemos por medio de intermediarios. Nosotros no tenemos ventas directas en Ocaña con ninguno de los mayoristas de la costa, ni con las grandes empresas. Toca vender siempre por medio de intermediarios”, afirma Pedro Jácome, campesino de El Tarrita.
En ese sentido, el representante de la asociación de cebolleros de la provincia de Ocaña informa que las ganancias para los campesinos por hectárea son de, aproximadamente, cinco a diez millones de pesos.
¿Qué dice el Gobierno?
El secretario de Agricultura de la Gobernación de Norte de Santander, Dany Cañas, dijo a La Opinión que desde la finalización del paro cebollero se están haciendo mesas de trabajo para mejorar la situación del gremio.
En ese sentido, explica que ya se hizo una caracterización para luego proceder a la entrega y financiación de nuevas semillas para mejorar la producción.
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