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Otoniel Lázaro, su risa aún se escucha en todo el pueblo de Pacelli
Otoniel Lázaro Velásquez, fue asesinado el 13 de octubre de 2002, siendo presidente de la junta de acción comunal de Pacelli, Tibú.
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Eduardo Bautista
Eduardo Bautista
Categoría nota
Jueves, 17 de Noviembre de 2022

 

“Mi papá es uno de los mejores recuerdos que tengo. Cada vez que me viene a la mente su rostro no puedo evitar sonreír e imaginármelo de dos maneras:


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Una en la batea del río de Pacelli, con su pantaloneta roja de orillos amarillos subida más arriba del ombligo para evitar que las golosas (sardinas) le pellizcaran el lunar que tenía a un costado de la espalda,  y  lanzándonos al aire para caer al agua.

La otra al llegar a casa con bolsas grandes llenas de pan, de todas las clases, cuando venía de un viaje y yo corría a abrazarlo y luego me le trepaba en su pierna evitando que él caminara, la única forma que me le despegara era dándome un pan”.

Así recuerda una de las hijas al líder del Catatumbo, Otoniel  Lázaro Velásquez, una víctima más de la crueldad paramilitar en esa convulsionada zona de Norte de Santander. 

Otoniel nació el 16 de octubre de 1950 en la vereda Gallinetas, corregimiento Victoria, en la localidad de Sardinata. Fue bautizado en la parroquia de Bucarasica, prestó el servicio militar en el batallón de infantería No. 26 del Magdalena, saliendo como reservista, el 31 de enero de 1981.

Asesinato del líder social Otoniel Lázaro

 

Llegó al corregimiento de Pacelli (Tibú) en 1985, recomendado por el párroco de Luis Vero,  Edelberto Zárate, para trabajar en la construcción del templo de esa comunidad. Allí se destacó por su liderazgo natural, el espíritu de servicio y el sentido de pertenencia por la región, de acuerdo al testimonio de quienes lo conocieron.


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Una de las primeras obras que desarrolló en beneficio de la comunidad fue la construcción del quiosco principal, donde conoció a Nubia Sánchez Galván, en septiembre de 1986, de cuya unión nacieron Delly María, Helga Elianeth y Frank Orielson Lázaro Sánchez.
   
El 23 de octubre de 1986, fue nombrado Inspector de policía departamental, para ocupar el cargo en el corregimiento, en remplazo de Emilio Pérez. El 25 de octubre tomó posesión en la Alcaldía de Tibú, ante el alcalde de la época, Juan Antonio Nieto Escalante.
 
En octubre de 1994 fue elegido concejal y el 1 de enero de 1995 tomó posesión del cargo en el recinto del Concejo Municipal de Tibú.

En octubre de 1997 fue elegido nuevamente para un segundo periodo como concejal de Pacelli, cumpliendo el mandato popular hasta el 31 de diciembre de 2000. Desde el 22 de agosto de 2000 hasta el 31 de diciembre del mismo año ocupó la presidencia del Concejo.
 
El 31 de agosto de 2001, la guerrilla del Eln se lo llevó hacia el sector de Planadas, pero ante la presión de la comunidad, que salió a la calle a pedir su liberación inmediata, porque en Tibú gozaba del aprecio de la gente que reconocía su labor a favor de los más humildes, los guerrilleros lo entregaron sano y salvo al día siguiente, lo que fue recibido con júbilo por sus familiares y amigos. 

Teniendo el empeño de seguir trabajando por la comunidad, asumió la presidencia de la Junta de Acción Comunal en 2001, cargo que desempeñó hasta el 13 de octubre de 2002, hoy hace 20 años, cuando los paramilitares sin piedad le arrebataron la vida, en el propio pueblo, después de torturarlo.

Asesinato del líder social Otoniel Lázaro

 

El 31 de agosto de 2001, la guerrilla del Eln se lo llevó hacia el sector de Planadas, pero ante la presión de la comunidad, que salió a la calle a pedir su liberación inmediata, porque en Tibú gozaba del aprecio de la gente que reconocía su labor a favor de los más humildes, los guerrilleros lo entregaron sano y salvo al día siguiente, lo que fue recibido con júbilo por sus familiares y amigos. 


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Teniendo el empeño de seguir trabajando por la comunidad, asumió la presidencia de la Junta de Acción Comunal en 2001, cargo que desempeñó hasta el 13 de octubre de 2002, hoy hace 20 años, cuando los paramilitares sin piedad le arrebataron la vida, en el propio pueblo, después de torturarlo. 

Aunque ocupó varios cargos públicos durante su estadía en el corregimiento, es de resaltar el empeño puesto en la construcción de obras en beneficio del colectivo y su capacidad de liderazgo, que complementaba con bromas que hacían reír a unos y enojar a otros.
 
Las reuniones las hacia debajo del árbol de mango que está en el parque principal de Pacelli, donde se tomaban importantes decisiones, según testimonio de quienes acompañaron sus luchas por los derechos humanos y por las reivindicaciones de los campesinos y trabajadores en general de esa localidad petrolera de Norte de Santander, que lo siguen recordando con cariño y admiración. 

 

Asesinato del líder social Otoniel Lázaro

 

Fue un hombre responsable con su familia, pero el amor, el trabajo y la entrega total a la comunidad lo llevó a la separación de su esposa. En 2001 entabló una nueva relación con Ana Botello, con la que tuvo un cuarto hijo, al que bautizó con el nombre de Colber Daniel. 


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Generalmente los domingos lo veíamos por las calles del pueblo con un megáfono pidiendo dinero para ayudarle a la gente que tenía calamidades y otras necesidades. También lo recordamos con la  tradición de las coplas de fin de año que le componía a la gente y que lo hacía un personaje único y muy popular, recuerdan los habitantes de Pacelli. 
  
“Era muy inquieto, ingenioso y no le daba pena nada, cualidad que supo poner a favor de los demás, ya fuera haciendo rifas o colectas para algún enfermo o persona que lo necesitara. Era usual escucharlo gritar con un megáfono algún fin de semana y a mí me parecía fantástico, lo idolatraba, me gustaba mirarlo cuando trabajaba en algo, ya fuera en construcción con su traje anaranjado o en el parque perifoneando. No tomaba, no fumaba, siempre reía, desbordaba inteligencia y era muy bondadoso, para mí era el mejor líder y papá del mundo, me sentía y me siento orgullosa de él”, es la evocación que hace Helga, la menor de las hijas, a quien la violencia se lo arrebató siendo muy niña.  

Mi padre era Otoniel Lázaro Velásquez, un hombre gracioso, pintoresco, llamativo y ordinario, su estornudo y su risa la escuchaba todo el pueblo y cuando miraba a mí alrededor solo podía observar los 32 cuadros de diplomas que tenía colgados en su habitación. Delly le heredó su fuerza, Frank su viva imagen, su estornudo y su risa y yo Chiquitina, puede que en lo físico solo tenga sus pecas pero sé que su alegría y el afán de querer tener mi pared llena de diplomas los saqué de él. El estudio es lo único que les puedo dar y es lo único que les quedará, solía decirnos”.

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