Más empleo formal, reducción de gastos y mejor percepción de seguridad, fueron algunos de los hallazgos generales encontrados en el análisis al impacto que ha tenido el programa de subsidio Mi Casa Ya en las personas beneficiarias.
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El estudio fue realizado durante 10 meses por la universidad de los Andes y el Centro Nacional de Consultoría.
La economista cucuteña María del Pilar López, quien es docente de Los Andes e hizo parte del equipo evaluativo del programa, le contó a La Opinión que resultados son “sorprendentemente maravillosos”.
Explicó que en primer lugar el aprovechamiento del programa es muy alto. Lo que significa que quienes accedieron al programa y adquirieron así su vivienda, continúan habitándola.
Dijo que el programa cobra mucha más importancia cuando en el país, las barreras de acceso a la vivienda propia sin tan altas. El 80 % de las personas que se postularon, pero que por alguna razón no salieron beneficiadas en el programa, continúan viviendo en arriendo.
Otro de los factores encontrados fue la reducción de gasto de los hogares destinado a vivienda, López comenta que encontraron que la cuota casi siempre es menor al valor que pagan de arriendo, lo que quiere decir, que aumentan las posibilidades de destinar más recursos a otras compras, como medios de transporte (carro o moto) o electrodomésticos (nevera o lavadora).
También los beneficiarios tienen menor probabilidad de estar en déficit cuantitativo y cualitativo de vivienda, menores tasas de victimización y mejores percepciones de seguridad, y una menor probabilidad de caer en pobreza.
“Los beneficiarios tienen 20% más de probabilidad de tener un empleo formal después del 1 año de adquirir vivienda y 47% más probabilidad en el segundo. También destinan más recursos para gastos en educación, salud, servicios públicos y acceden más a servicios financieros”, manifestó López.