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Después de 167 años, el loro orejiamarillo vuelve a ser avistado en Norte de Santander
La aparición de esta ave no solo subraya la importancia de la conservación, sino que también resalta la riqueza biológica aún oculta en la región.
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Deicy Sifontes
Deicy Sifontes
Domingo, 14 de Julio de 2024

Durante una expedición destinada a censar cóndores andinos, un equipo de biólogos de la región hizo un descubrimiento sorprendente: el avistamiento del loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis, Psittacidae) en Norte de Santander, un suceso que marcó el regreso de esta especie al departamento después de 167 años sin registros.


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El hallazgo ocurrió entre el 12 y el 14 de febrero de este año. Alberto Peña, uno de los biólogos estaba junto con su equipo en una zona montañosa entre Ábrego y Cáchira y mientras buscaban señal para hacer una llamada en medio de una tarde lluviosa y nublada, escucharon un sonido característico que les llamó la atención. 

Peña, junto con Pedro María Ortega, un guía local de la zona, logró identificar a una pareja de loros orejiamarillos a través de la neblina y de inmediato, para confirmar el avistamiento, procedieron a tomarles una fotografía a las aves. 

“Nosotros llegamos a este punto a hacer un censo de cóndores y gracias a ellos pudimos ver los loros. La reacción de nosotros fue algo curiosa, porque eso fue entre las 4:30 o 5:00 de la tarde, hora en que la mayoría de aves están desplazándose para hacer un último esfuerzo, ya sea de buscar alimentación o buscar un sitio donde quedarse toda la noche y allí fue cuando empecé a escuchar un sonido que, obviamente, es característico de una lora grande, como el loro orejiamarillo”, relata Peña. 


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De inmediato y gracias a su experiencia avistando aves, Peña identificó que no se trataba del sonido de una guacamaya, pues estas no vuelan tan alto y, además, se fijó muy bien en los colores.

“En medio de la neblina yo vi que tenían la pancita amarilla y que a medida que iban volando iban cantando como cualquier otra especie de loros, pero vi otros detalles como la cola, en el vuelo las alas se veían bien puntudas y ahí puede lograr la foto como evidencia, porque luego se bajaron y con la neblina y la hora ya era muy difícil de ver”, destaca Peña. 

La observación de estos loros generó un sentimiento de logro y validación para Peña, quien había investigado la posible existencia de esta especie en Norte de Santander sin obtener respuestas claras hasta ese momento, abriendo nuevas preguntas sobre la ecología y la conservación de estas aves en la región.


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Y es que para Peña, la presencia del loro orejiamarillo en esta zona plantea varias hipótesis: una, que podría tratarse de una población aislada que ha permanecido oculta o de un evento migratorio local.

“El hecho de que hayamos visto dos ejemplares sugiere que podría haber una población en la zona”, asegura Peña.

La protección de la palma de cera y sus hábitats circundantes es esencial para la conservación de la especie./ Foto cortesía de Alberto Peña para La Opinión

 

Desafíos del hábitat y conservación

El loro orejiamarillo ha enfrentado serios desafíos debido a la disminución de su hábitat, especialmente la palma de cera que es crucial para su reproducción, destacando que en los años 1990, la especie estuvo al borde de la extinción en Colombia debido a la deforestación y la reducción del que fue  declarado Árbol Nacional de Colombia.

Sin embargo, a pesar de estos desafíos, la especie ha mostrado una notable capacidad de adaptación, destacando que en regiones como Quindío, Tolima, Antioquia y Meta, donde la palma de cera aún persiste, la población de loros ha podido mantenerse. 

Peña explica que, aunque la palma de cera es importante, el loro orejiamarillo también se alimenta de otras plantas y frutos, lo que le ha permitido sobrevivir en diferentes entornos, pero “la palma de cera es donde ellos hacen sus nidos, entonces básicamente es necesaria para su reproducción, si la palma disminuye igual la reproducción del loro orejiamarillo”. 


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En este sentido, Peña indica que para proteger a esta especie y su hábitat, es fundamental implementar medidas de conservación que abarquen la protección de las zonas de vegetación y los bosques andinos. 
Hace énfasis en la importancia de conservar tanto la palma de cera como los bosques adyacentes, que son vitales para la alimentación y reproducción de la especie.Además, señala que se deben promover iniciativas de educación ambiental para que las comunidades comprendan la importancia de conservar estos ecosistemas, ya que ellos son los primeros en estar en contacto con la fauna y pueden actuar como guardianes de la biodiversidad local.

Avistamientos recientes

El avistamiento del loro orejiamarillo en Norte de Santander es el más reciente en Colombia. 

Peña comenta que el año pasado se registraron avistamientos en Boyacá, lo que sugiere que la especie puede desplazarse entre las cordilleras, no obstante, también se han reportado avistamientos en Antioquia, pero aún no hay evidencia concluyente de que la especie pueda realizar migraciones largas.


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Peña manifiesta que el redescubrimiento del loro orejiamarillo en Norte de Santander tiene implicaciones significativas para la comunidad científica y los programas de conservación, pues “la especie ha vuelto al sitio donde se descubrió por primera vez en 1854, lo que indica que las poblaciones están creciendo y expandiéndose”.

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¿Por qué la especie no se había visto en tantos años?

Frente a esto, el biólogo señaló que uno de los factores principales es el escaso interés en la investigación en el departamento, así como la falta de recursos y de apoyo para estudios científicos, lo que limita la capacidad de los investigadores locales para las expediciones y monitoreos continuos. 


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“La investigación en biodiversidad requiere financiamiento y recursos que, lamentablemente, han sido insuficientes en esta zona”, recuerda Peña. 

De igual forma, precisa que el conflicto armado en Norte de Santander también ha influido significativamente, pues la región ha sido históricamente afectada por problemas de violencia e inseguridad, lo que ha dificultado el acceso de científicos y conservacionistas a áreas potenciales de avistamiento. 

Las áreas consideradas como ‘zonas rojas’ debido a la presencia de grupos armados han restringido las actividades de investigación y conservación, limitando el conocimiento sobre la fauna local.

Otro aspecto que ha contribuido a la falta de registros del loro orejiamarillo es la lejanía y dificultad de acceso a los sitios donde podría habitar esta especie, porque muchos  se encuentran en regiones montañosas y remotas, lo que requiere una logística considerable para llegar y adelantar los estudios adecuados. Esta barrera geográfica ha sido un obstáculo adicional para la investigación y monitoreo de la biodiversidad en el departamento.


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También menciona que la ausencia de interés por parte de entidades gubernamentales y privadas en el desarrollo de proyectos de ciencia y conservación han jugado un papel en contra del impulso de estas labores. 

La comunidad científica y ambientalista espera que este descubrimiento motive a las autoridades y a las entidades privadas a apoyar más activamente los esfuerzos de conservación y estudio de la biodiversidad, garantizando que especies como el loro orejiamarillo no pasen otros 167 años sin ser vistas en su hábitat natural.

Los próximos pasos de estos investigadores de la región incluyen visitar áreas con reportes de palma de cera para identificar posibles poblaciones ocultas de loros orejiamarillos.  También planean regresar al sitio del avistamiento inicial para hacer un monitoreo más detallado y confirmar la presencia de la especie en esa zona.

Las mejillas amarillas y la forma de las alas son clave para la identificación del loro orejiamarillo./ Foto cortesía de Birds Colombia para La Opinión

 

Lo que debe saber

El  loro  orejiamarillo es una  especie  casi  endémica  que  tenía  una distribución histórica a lo largo de los Andes colombianos y ecuatorianos. 

Sin embargo, para finales de la década de los años 1990, sus poblaciones declinaron drásticamente, debido a la fragmentación y pérdida del hábitat, dando lugar a su extinción en Ecuador y a una reducción considerable de su ámbito de distribución en Colombia. 


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Se cree que la población ha aumentado en los últimos años en  el  país,  gracias  a  los procesos  de  conservación,  y  el hallazgo  de  nuevas  localidades fue fundamental para bajar la especie de categoría de riesgo de ‘En Peligro a Vulnerable’ según la  Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). 

Para  el  caso  de  Norte  de  Santander,  el  único  registro  para  la  especie  corresponde  a  su descubrimiento en 1854, en Ocaña, y desde entonces, se consideraba extinta para esta región. 

Los loros orejiamarillos son de tamaño grande, miden aproximadamente entre 40 o 45 centímetros, tienen el vientre amarillo verdoso y hacen un vuelo no tan profundo en comparación al de otros loros y la cola es larga similar al de una guacamaya pequeña.  


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Artículo científico y de investigación 

A la Asociación Colombiana de Ornitología (ACO) fue entregado un artículo científico y de investigación titulado “Loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis, Psittacidae) en Norte de Santander después de 167 años de ausencia en la región”. 

Es una investigación del biólogo Alberto Peña y en la que también participaron Friedman Axel Pabón, Fernando Cediel, Orlando Armesto, María Alejandra Parrado Vargas y Pedro María Ortega y que se encuentra publicada desde el pasado 28 de junio. 

Es decir, el redescubrimiento del loro orejiamarillo ya está documentado oficialmente a nivel nacional, donde los investigadores detallan el avistamiento de esta especie. 


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