La primera jornada está enfocada hacia la conservación de los recursos naturales durante el diálogo ambiental del Catatumbo donde se analiza las iniciativas para mantener el equilibrio ecológico y programas alternativos para consolidación de la paz con justicia social.
El sábado se plantearán las estrategias con enfoque social para la transformación territorial de las comunidades asentadas en esta zona del país.
Los diálogos sociales y ambientales hacen parte de los acuerdos suscritos en el cuarto ciclo realizado en la Mesa en San José del Guaviare.
Hacen presencia en el aula máxima del colegio José Eusebio Caro de Ocaña: Camilo González Posso, coordinador del gobierno en la Mesa de Diálogos, los delegados Gloria Quiceno, Luis Novoa, Luz Dari Landázury, Feliciano Valencia y por el Estado mayor central de las FARC-EP Andrey Abendaño.
La transformación territorial para la paz significa la capacidad que tienen las autoridades, comunidades, mesas de diálogos y las entidades, de definir y priorizar los proyectos encaminados a sofocar el clima de confrontación y violencia en una zona con muchas riquezas naturales.
Se busca trabajar conjuntamente con las comunidades y las autoridades locales para priorizar las iniciativas planteadas en las negociaciones y acuerdos con el actor armado.
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Sendero ecológico para la paz
El negociador de FARC-EP Andrey Abendaño, resaltó el momento histórico para recomponer el camino hacia la convivencia pacífica de los pueblos.
“Aquí estuvo el libertador días antes de emprender la campaña admirable de la gesta libertadora y este es el punto de partida del sendero ecológico que conduce a la paz territorial”, señaló.
El excombatiente hace un llamado para generar un ambiente propicio para las nuevas generaciones que esperan mucho de los gobernantes de turno. No podemos ser egoístas y se hace necesario utilizar la tecnología a nuestro favor y mitigar el impacto ambiental que genera la falta de alternativas favorables para los que no cuentan con los medios suficientes para trabajar las tierras que ya han sido usadas y la capa vegetal destruida por la guerra, recalca.
Propone a todas las fuerzas vivas de la región apropiar los programas para buscar salidas al conflicto. “Tenemos el reto de buscar alternativas para la prolongación de la vida del ser humano y en nuestras manos está la solución, solo es hacer conciencia que de nada sirven los bienes y lujos suntuarios si no contamos con la existencia. Intenta detener la respiración mientras cuentas el dinero y darás cuenta de la importancia de la preservación del ambiente”, puntualizó.
Es consciente que el paso por este mundo es demasiado corto y el tiempo no hay que desperdiciarlo en confrontaciones estériles. “Nuestras acciones se convierten en huellas imborrables que perduren de generación en generación. Un puñado de mujeres y hombres comienzan a escribir su propia historia y no será donde la violencia sea la protagonista sino donde la vida sea el bien más preciado a proteger”, exclama el vocero de las FARC quien insta a la gente a sumarse a esa noble causa.
Advierte sobre los riesgos de escasez del agua para la subsistencia del ser humano sobre la tierra y entonces los acuerdos de paz deben estar cimentados en los componentes ambientales.
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Ocaña, potencia mundial de vida
El alcalde de Ocaña, Emiro Cañizares Plata, considera que cuando se negocia un acuerdo de paz hay un tema que se ha dejado de lado como es el aspecto ambiental.
“Los conflictos en Colombia están generando un alto costo en lo ambiental, ejemplo en la minería ilegal y economías al margen de la ley. Cuando hablamos del Catatumbo, estamos analizando la reserva de la serranía de los motilones con más de 552 mil hectáreas con 23 comunidades indígenas integradas por 3 mil 300 nativos.
Recordó la importancia de conservar las cuencas hidrográficas del territorio que hace parte de los ecosistemas entre los dos Santanderes como corresponde a Santurbán.
Son 737 mil hectáreas declaradas y lamentablemente ha tenido poca inversión del Estado en los tres niveles del gobierno.
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Señala que el año pasado ocurrió un desastre ambiental originado en los municipios de Villa Caro y Ábrego con impacto ambiental hasta La Gabarra en Tibú afectando la fauna y flora en 220 kilómetros de recorrido del río Catatumbo.
Hay que entender la importancia de la cuenca, hacer una reflexión, la zona quedará como cráter donde se evidencia la explotación del carbón, requiere un análisis profundo frente al ordenamiento del territorio.
Los municipios somos demasiado débiles y se debe acudir a las capacidades institucionales para el nuevo ordenamiento ambiental. Es urgente dar el uso al suelo como lo define la vocación, según el estudio técnico el 72 por ciento de los suelos del Catatumbo tienen vocación forestal y estamos equivocados en el modelo de ocupación de suelos y ese tema es de profundo análisis.
El Catatumbo realmente debería vivir de la venta de servicios ambientales y el turismo y una agricultura de ciclo corto con más de 30 mil hectáreas y el resto donde cabe la producción agroforestal con el cacao y café.
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