Nuestro emprendimiento fomenta la cultura y el aprovechamiento de las frutas, los vegetales y las hortalizas”. “Algunas cualidades que aprendimos en Venezuela aquí vinimos a desarrollarlas”. Estas son las palabras de Gustavo Sayago y Marisa Montilla, una pareja de venezolanos que emprendió en suelo pamplonés creando El Tarantín.
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Él colombo-venezolano y ella venezolana salieron de Venezuela en 2018, vivieron por un momento en Cúcuta y decidieron establecer su vida a la ciudad de Pamplona, donde están sembrando la semilla del trabajo, la cultura, la gastronomía y el amor por lo que hacen.
El Tarantín es un emprendimiento, liderado por esta pareja, donde se fabrican productos elaborados a base de vegetales, hortalizas y especies de la región.
“Nosotros comenzamos vendiendo todo lo que teníamos y hemos aprendido a sacarle provecho a lo que son frutas, vegetales y hortalizas para que no se pierda nada. En ese orden, hemos hecho mermeladas, antipastos, encurtidos, las sales, granola, porque hasta los últimos pedacitos que iban quedando entre todas las frutas se unían después con cereales y se hacía una granola”, detalló Gustavo.
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En plena pandemia decidieron seguir con su emprendimiento y no desistieron.
Recuerdan que Gustavo se inscribió en un proceso de formación en el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) para consolidar el negocio.
Esta capacitación llevó a un proceso de transformación de El Tarantín y el curso de manipulación de alimentos del SENA llevó a otros más.
“De ahí salió el (curso) de procesamiento de frutas, vegetales y hortalizas y ese fue el que marcó la diferencia para tener todo esto (…) En ese momento que estábamos en plena pandemia uno de los requisitos era tener mis papeles de bachillerato de Venezuela. Tuve que firmar un documento en el que me comprometía que 60 días después de acabar la pandemia presentaría mis papeles o sino me expulsaban. La pandemia nunca terminó, estaba por graduarme y necesitaba el título y me tocó estudiar nuevamente el bachillerato para adultos, en agosto me estaba graduando de bachiller y en diciembre de técnico”, cuenta con orgullo.
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Este par de jóvenes migrantes en Pamplona inició en un restaurante. Allí Marisa atendía mesas y Gustavo preparaba la comida junto a unos amigos venezolanos. El sueño de El Tarantín se fraguó en estos espacios donde han creado presentaciones de sales especiadas con un alto valor nutricional y libre de conservantes.
Además del emprendimiento, en sus ratos libres Gustavo y Marisa van a los albergues donde hacen un voluntariado por sus paisanos. “Nos sensibilizamos mucho al ver la situación, porque cuando nosotros salimos de Venezuela sabíamos que había una realidad (los caminantes), pero no es lo mismo palparlo y verlo. Eso nos hizo muy sensibles y aunque no podíamos hacer mucho íbamos a los albergues a llevar ropa que nos donaban, ayudar a limpiar las heridas de los pies y darles de comer a los niños”, cuenta Marisa.
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El proceso de integración de Gustavo y Marisa se dio por medio de su emprendimiento y el cariño que le tomaron a Pamplona y a su gente. Ahora aseguran que nuevamente forman parte de un espacio geográfico que los acogió.
Marisa: “Damos muchas gracias a todas las ONG y a todas estas personas que nos han ayudado a insertarnos aquí”.
Para Gustavo comenzar a gustar de Pamplona y querer a su gente fue el comienzo de esa relación entre ambos y su entorno. “Querer a Pamplona y a su gente comenzó a convertirse en una necesidad para amar lo que uno hace”.
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Trüffel
Con una sonrisa siempre en sus labios Yéssica Mendoza ofrece las mejores trufas artesanales en Pamplona. El cacao de la zona enamoró a esta joven venezolana y tras una oportunidad logró iniciar su emprendimiento.
Clemente, el dueño del restaurante El Solar, creyó en el talento de Yéssica para la cocina y la apoyó. “El Solar me abrió sus puertas porque a Pamplona llegué igual sin nada y él me dio trabajo”.
Antes de eso, Yéssica vivió en Cúcuta por un año donde llegó sin nada.
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“Yo era estudiante de medicina en Venezuela y en el hospital no habían insumos, las personas se enfermaban y no había la posibilidad de una mejoría del paciente y eso hacía que las cosas no fluyeran. Yo no quería graduarme como médico mediocre y como siempre me ha gustado la gastronomía cuando me vine a Cúcuta la estudié”, explica.
Su resiliencia y su pasión por la cocina la impulsaron a formar Trüffel, una tienda de postres especializada en trufas. “Ya aquí en Pamplona tuve la oportunidad de trabajar en la cocina y así fue que nació Trüffel, porque siempre me ha gustado la gastronomía”, dijo.
El amor por el cacao viene desde su tierra. Ella estudiaba en el estado Guárico (ciudad de San Juan de los Morros), en el centro de Venezuela, y la cercanía con el poblado de Chuao (estado Aragua) le hizo mella en su corazón. “Esa es una zona de cultivo de cacao”.
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La joven sostiene que emprender no es fácil, pues se vive una montaña rusa de emociones. “Hay días que son buenos y días no tan buenos”, sin embargo, las ganas de superación de Yéssica la llevan a dar más y más para que su negocio crezca.
“Yo solo tengo muchas palabras de agradecimiento por todas las personas colombianas que me han ayudado en este proyecto (…) Ser una familia, es lo más lindo de acá de Pamplona”, asegura sonriente.
El apoyo institucional
El presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Pamplona, Carlos Humberto Solano, precisó que estas iniciativas productivas se basan en los saberes adquiridos por los venezolanos previamente.
“Muchos de ellos con un nivel de estudios avanzado, ya profesionales, con estudio de posgrado, pero que lógicamente por ese proceso de convalidación de sus estudios en Colombia no han podido ejercer la profesión y optan por ese arte, ese conocimiento que en ocasiones incluso de manera ancestral lo conocen porque sus madres, sus abuelas, habían encontrado en ese quehacer una enseñanza para ellos y es lo que han venido a desarrollar”, explicó.
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El proceso de acercamiento dado por la Cámara de Comercio ha permitido generar una serie de programas orientados a la reactivación económica por la pandemia. “Lógicamente también la región viene con una incidencia alta por la migración y esto ha permitido a través del programa establecer este canal de comunicación con muchas iniciativas y poder enrolarlos, brindarles asesorías”, dijo.
Sostiene que los migrantes venezolanos se han integrado muy bien a toda la metodología y están generando procesos de desarrollo en Norte de Santander, “pero también en las poblaciones, en los barrios, y eso es un esquema muy interesante que lógicamente logra motivar también a la población local”.
Elkin Yesid Pinilla, representante de Consornoc, enfatizó que los migrantes han llegado a aportar a la economía del país.
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Diana Ordónez, representante de ASOEMPA, indicó que la experiencia con la migración ha sido enriquecedora, pues se ha logrado una integración desde el aprendizaje, conocimiento, arte y cultura.
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