En Moscú, el número de contagios aumenta rápidamente desde mediados de septiembre y se sitúa actualmente en torno a 6.000 nuevos casos diarios, según cifras oficiales. A nivel nacional, hay unos 33.000 casos detectados a diario.
El balance gubernamental total de muertos llega a 225.325, el más fuerte de Europa. La cifra es sin embargo subestimada, pues la agencia nacional de estadísticas Rosstat ha registrado más de 400.000 víctimas a fines de agosto.
El gobierno ruso, preocupado por preservar la economía, descarta desde hace meses aplicar restricciones importantes.
La nueva ola de contagios llegó con solo el 32 por ciento de los rusos completamente vacunados. Ello se produce además en un contexto de desconfianza de la población ante las vacunas.
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La ausencia de restricciones estrictas permitió que el virus se propagara sin control, aunque varias regiones restablecieron la obligación de pases sanitarios con códigos QR para acceder a lugares públicos.
En este contexto, la viceprimer ministra rusa encargada de la salud, Tatiana Golikova, pidió declarar feriado en todo el país del 30 de octubre al 7 de noviembre.
Para las regiones más afectadas por la epidemia, esta medida podía inclusive entrar en vigor el 23 de octubre, según Golikova.
Putin en el pasado a decretado ese tipo de feriados en varias ocasiones y el Primer ministro Mijail Mishustin se declaró favorable con él.