Tal vez ha escuchado a sus abuelos decir que ahora que están viejos se le crecieron las orejas y la nariz. Hay mitos que además reportan que ni la nariz ni los pies paran de crecer.
No se enloquecieron, pero la respuesta es relativa. No es que estos órganos sigan creciendo con los años, sino que como están compuestos de cartílago, no tienen centros óseos y pueden aumentar “algo más de tamaño, que no es lo mismo que crecer”, explica Yéssica Giraldo Castrillón, médica epidemióloga de la Facultad de Medicina de la Universidad CES.
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En el caso particular de las orejas y de la nariz, sí pueden ser más sensibles a la hormona del crecimiento durante más tiempo que las demás partes del cuerpo que interrumpen su crecimiento en la adolescencia, y por tanto sí pueden aumentar sus proporciones. Pero en un momento el crecimiento de todo el cuerpo se detiene porque la hormona baja su producción y el cartílago de estas partes pierde la flexibilidad.
Sin embargo, aunque no crecen toda la vida, hay algo de verdad en lo que se suele decir comúnmente: con la vejez se presenta un fenómeno en el que la piel se estira y por esto pareciera que las orejas y la nariz aumentan de tamaño. “Los estudios realizados indican que la propia gravedad del cuerpo humano es lo que influye en que el colágeno y las fibras que componen el tejido se estire y parezca que las orejas y la nariz aumentan su tamaño”, detalla la doctora Giraldo.
Además, en una edad más avanzada la piel comienza a adelgazar y el volumen del cabello disminuye y esto hace que la nariz y las orejas sobresalgan del rostro y las demás partes del cuerpo sigan igual. De ahí surge ese comentario, por percepción. No es cierto que no dejen de crecer, solo es una ilusión óptica que está relacionada con el proceso de envejecimiento, ya que la piel se estira y disminuye su volumen.
¿Y qué pasa con los pies?
Yéssica Giraldo explica que realmente el proceso de crecimiento se detiene alrededor de los 25 años y que los pies dejan de crecer, pero sí sucede que algunas personas experimentan un crecimiento artificial y aumentan una o dos tallas, que es lo común.
Explica que los pies están compuestos de tendones y cartílagos que forman un arco plantar, es decir, no son una estructura plana. No obstante, con el paso del tiempo esto cambia y los tendones y cartílagos se desgastan, esto causa que el pie adquiera una forma cada vez más plana y queda la sensación para la persona de que sus pies crecieron y aumentaron de talla, dice la especialista. Esto no tiene una edad, depende de la persona y se da con el paso de los años.
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En realidad no se debe a un crecimiento natural, sino que se produce por el desgaste de los tendones y cartílagos y, según ella, se puede prevenir siguiendo algunas recomendaciones. Lo primero para prevenir un aplanamiento del pie es hacer actividad física y ejercitar los músculos de los pies, que se mantengan activos. Lo otro es no aumentar de peso porque a medida que las personas crecen se vuelven más sedentarias.
Las uñas y el pelo de los muertos
Se dice que cuando se entierra a una persona, sus uñas y el cabello siguen creciendo. Esto es un mito o una información que se ha entendido mal porque ambos necesitan células vivas para impulsar el crecimiento. Lo máximo que alcanzaría a crecer son unos pocos milímetros y esto sería difícil de diferenciar por el ojo humano.
El mito tiene una explicación: cuando fallece una persona, su tejido de la piel se retrae y pareciera que el pelo y las uñas han aumentado, pero es más una ilusión óptica porque las otras partes del cuerpo pierden su volumen. Los médicos explican que es imposible que órganos o estructuras del cuerpo aumenten de tamaño si no hay vida.
“Para que haya crecimiento es indispensable la presencia de nutrientes que garanticen este proceso mediado por sustancias como las hormonas. Cuando los tejidos dejan de recibir los nutrientes y el oxígeno que requieren, las células dejan de crecer. Así sucede con las personas que murieron”, precisa Harold G. Hoyos M., docente de Fisiología Humana de la Uniremington.
Por qué crecemos
El crecimiento del ser humano, a medida que avanza la edad, no pasa desapercibido porque se comienzan a alargar las piernas, los brazos, los genitales. En general, todo cambia, hay un aumento organizado del tamaño y número de células en los seres vivos y, en este caso, en los seres humanos. El proceso de crecimiento ocurre hasta la adolescencia, una etapa en la que los huesos no pueden crecer más y entonces se interrumpe el proceso.
La doctora Giraldo comenta que es un fenómeno endocrino, un proceso hormonal que en los humanos se produce en la hipófisis, conocida como glándula pituitaria, que se ubica en una cavidad ósea del cráneo y secreta la hormona del crecimiento.
“La hormona generada en la glándula pituitaria induce el crecimiento de casi todos los tejidos del organismo que conservan esa capacidad, entonces favorece el aumento de tamaño de las células estimulando la mitosis que da un número creciente de células incluso diferenciando sus tipos como las células del crecimiento óseo”.
Al llegar a la adolescencia, los centros de crecimiento se interrumpen porque se acaba un cartílago que se llama epifisario que es el que permite que los huesos sigan creciendo. El médico Harold Hoyos explica que el crecimiento es similar a la construcción de una columna en un edificio a la que se le van agregando nuevos ladrillos, pero en la pubertad, por el inicio de la actividad de los testículos en los niños y ovarios en niñas, “la velocidad de crecimiento longitudinal disminuye”, o sea que cada vez se pueden poner menos ladrillos en la columna. “Sin embargo, el cuerpo de un adulto sigue promoviendo el crecimiento para generar nuevas células y reemplazar las viejas y por eso se puede aumentar el tamaño de los músculos con el ejercicio. Pero en la vejez las hormonas impulsoras del crecimiento, entre las que están incluidas las sexuales, disminuyen en cantidad”, dice el doctor Hoyos.
El proceso de crecimiento en mujeres y hombres es diferente por la intervención de los estrógenos y la testosterona, las hormonas de ambos respectivamente. Según un artículo sobre crecimiento publicado en la plataforma Access Medicina de la editorial McGraw-Hill, las diferencias de índices de desarrollo varían en el ancho de hombros y caderas, en la longitud del tronco, la medida de la cabeza y las proporciones de brazos y piernas. Este proceso ocurre más tarde en ellos y es más prolongado que el de ellas, por eso tienden a tener mayores medidas.
Más allá de estas diferencias que dan las células sexuales no hay muchas otras. Eso sí, a todos se les pueden estirar la nariz o, como el lobo de caperucita, vérseles más grande las orejas.
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