El mundo científico fue capaz de hallar en pocos meses una vacuna contra la COVID-19, pero contra el sida la búsqueda no ha dado resultado a pesar de años de esfuerzos.
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¿Cómo se explica esa diferencia? Para empezar, la propia naturaleza del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, que es difícil de neutralizar.
Contra el coronavirus los gobiernos tomaron decididamente el timón: el estadounidense anunció inversiones colosales, la flexibilización de normas, el ensayo de nuevas pistas de investigación.
Pero contra el virus del sida el esfuerzo no ha sido el mismo. A pesar de los formidables avances en materia de tratamientos médicos, el VIH continúa matando.
El 1 de diciembre se celebra la jornada contra esta enfermedad que representó, tras su descubrimiento en 1983, un profundo cambio social.
El año pasado murieron 680.000 personas de sida.
El VIH "infecta las células del sistema inmunitario", integrando en su ADN su propio material genético, explicó Olivier Schwartz, director de la unidad de virus e inmunidad del Instituto Pasteur.
Eso lo convierte en un enemigo mucho más difícil de localizar. Mientras no son necesarias, esas células inmunitarias atraviesan fases durmientes, durante las cuales el virus puede desarrollarse.
Mientras que una infección de SARS-CoV2 (el virus del covid-19) se cura en la mayoría de los casos de forma natural, y se adquiere al mismo tiempo inmunidad, no sucede lo mismo con el VIH.
En segundo lugar, su variabilidad es mucho mayor que la del coronavirus.
El VIH "muta mucho más fácilmente" y por ello "es más difícil generar anticuerpos de amplio espectro que puedan bloquear la infección", explica Olivier Schwartz.
"Sabemos vacunar contra una variante rápidamente, pero no cuando un virus muta excesivamente", destaca Nicolas Manel, jefe de equipo del Instituto Curie.
Un reciente ensayo de vacuna en África subsahariana, para generar inmunidad contra diversas variantes del VIH, fue abandonado ante su falta de eficacia.
"Medios limitados"
Para descubrir una vacuna habrá que tomar una decisión inversora estratégica, de gran calado. Pero el mercado farmacéutico, con excepción de las vacunas anticovid, está debilitado.
"Es alarmante la falta de inversión", deplora Nicolas Manel. "Hay muchos investigadores muy motivados, pero trabajan con medios limitados", explica.
Una vacuna es a priori la única manera de erradicar totalmente el virus, con el que conviven aún cerca de 38 millones de personas en el mundo.
Por el momento, los enfermos tienen a su disposición un tratamiento triterapia "que funciona maravillosamente bien y medicamentos que pueden prevenir la enfermedad", explica Monsef Benkirane, director de investigaciones del Instituto de Genética Humana francés.
En la actualidad hay una decena de vacunas que están siendo estudiadas. Entre ellas, un fármaco elaborado por el laboratorio Moderna a partir de la tecnología del ARN mensajero, el método innovador que fue el origen del gran éxito de su vacuna contra el covid.
"La utilización de esta tecnología abre una nueva puerta, llena de esperanza para virus como el VIH", asegura Gilles Pialoux, jefe del servicio de enfermedades infeccionsas y tropicales del hospital Tenon, en París, y especialista del sida.
Pero los resultados definitivos tardarán años en llegar.
La epidemia del coronavirus ha tenido un impacto muy negativo en la lucha contra el sida, ya que perturbó enormemente el acceso al sistema de salud y a las redes y laboratorios de tests. Pero al mismo tiempo, activó nuevos campos prometedores en la investigación de los virus.
"Nunca se había hablado tanto de salud, de enfermedades infecciosas, del esfuerzo colectivo necesario para luchar contra una pandemia global", destaca Serawit Bruck-Landais, de la asociación francesa Sidaction.
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