Authored by
Hoy es un día en que sólo se puede hablar de cosas buenas. Así me lo dijeron, y eso me gusta. Nada de noticias escalofriantes, de esas que le ponen a uno de punta los pocos pelos que tiene. Nada de complacer hoy el morbo, mirando fotos desgarradoras. Nada de comprar hoy el Q`hubo. Nada de escuchar hoy los noticieros que se volvieron rojos de tanta sangre que chorrean.
Ojalá así fuera todos los días. Los tratadistas de superación personal, los confesores, los consejeros matrimoniales y Anverso y Reverso buscan por todos los medios arrancar siquiera una sonrisa en medio de tanta tragedia. Porque hay gente que se solaza contando sólo lo malo y poniéndole más tiza al asunto, de la que en realidad tiene.
Ojalá así fuera todos los días: suavizando la píldora, mostrando la otra cara de la moneda, señalando caminos positivos, indicando la forma de salir del atolladero en el que a veces caemos.
Es necesario pensar que no todo es tan malo, que si le ponemos un poquito de energía positiva y un mucho de verraquera, es posible que volvamos por las buenas épocas. Pero el primer paso es convencernos de que entre todos podemos.
Dijeron que hoy, 9 de abril, sea un día sólo de buenas noticias. La cosa es buena y mala. Buena, porque por algo se empieza. Pero mala porque no debiera ser solamente hoy 9 abril, sino también mañana y pasado mañana y la semana entrante y todo el mes y todos los meses y todos los años. Todos los días de toda la vida debería dárseles prioridad a las buenas noticias. Pero hay gente que lo primero que ve en una camisa blanca es la manchita de tinta negra que dejó el lapicero en el bolsillo. Y no ve toda la blancura de la camisa. Hay gente que frente a medio vaso de agua, piensa que está medio vacío y no, que está medio lleno.
Hagamos, pues, el esfuerzo y empecemos a pensar primero en las buenas noticias, en lo positivo, en lo amable. Al menos por hoy, pensemos que la vida es bella y que merece vivirse.
De manera que vamos a hablar de que ya casi salimos de esta crisis en que vivimos en Cúcuta, porque, según los chinos, crisis es sinónimo de oportunidad. Y cuando veamos que hay otro local comercial desocupado, es porque otro almacén más completo y mejor surtido se va a instalar allí. Dentro de poco –porque no hay mal que dure cien años- el bolívar empezará a subir tan escandalosamente, que nadie podrá detenerlo. Y el domingo próximo, en Venezuela ganará el mejor candidato. ¿Cuál de los dos será el mejor, si ambos son requetebuenos? No lo sabemos, y no se rían que es en serio.
El Cúcuta volverá a ganar en casa y a ganar por fuera, pues la mala racha es cosa del pasado. En basquetbol volveremos a ser la potencia que alguna vez fuimos. Ya veo nuestras carreteras en perfecto estado, y la vía del Escorial a Bucaramanga será una realidad, lo mismo que la represa del Cínera. Las calles de Cúcuta volverán a su estado natural: amplias, limpias, arborizadas, pavimentadas y sin vendedores ambulantes. Los taxis tendrán taxímetros. Y los concejales dejarán de pelear con Donamaris. Y los que arrojan granadas y los que matan y los que atracan, se irán de Cúcuta, porque aquí no los queremos más. Y los políticos cumplirán sus promesas. Y la guerrilla ¡por fin! dejará vivir en paz a Colombia. ¡Que así sea!
Ojalá así fuera todos los días. Los tratadistas de superación personal, los confesores, los consejeros matrimoniales y Anverso y Reverso buscan por todos los medios arrancar siquiera una sonrisa en medio de tanta tragedia. Porque hay gente que se solaza contando sólo lo malo y poniéndole más tiza al asunto, de la que en realidad tiene.
Ojalá así fuera todos los días: suavizando la píldora, mostrando la otra cara de la moneda, señalando caminos positivos, indicando la forma de salir del atolladero en el que a veces caemos.
Es necesario pensar que no todo es tan malo, que si le ponemos un poquito de energía positiva y un mucho de verraquera, es posible que volvamos por las buenas épocas. Pero el primer paso es convencernos de que entre todos podemos.
Dijeron que hoy, 9 de abril, sea un día sólo de buenas noticias. La cosa es buena y mala. Buena, porque por algo se empieza. Pero mala porque no debiera ser solamente hoy 9 abril, sino también mañana y pasado mañana y la semana entrante y todo el mes y todos los meses y todos los años. Todos los días de toda la vida debería dárseles prioridad a las buenas noticias. Pero hay gente que lo primero que ve en una camisa blanca es la manchita de tinta negra que dejó el lapicero en el bolsillo. Y no ve toda la blancura de la camisa. Hay gente que frente a medio vaso de agua, piensa que está medio vacío y no, que está medio lleno.
Hagamos, pues, el esfuerzo y empecemos a pensar primero en las buenas noticias, en lo positivo, en lo amable. Al menos por hoy, pensemos que la vida es bella y que merece vivirse.
De manera que vamos a hablar de que ya casi salimos de esta crisis en que vivimos en Cúcuta, porque, según los chinos, crisis es sinónimo de oportunidad. Y cuando veamos que hay otro local comercial desocupado, es porque otro almacén más completo y mejor surtido se va a instalar allí. Dentro de poco –porque no hay mal que dure cien años- el bolívar empezará a subir tan escandalosamente, que nadie podrá detenerlo. Y el domingo próximo, en Venezuela ganará el mejor candidato. ¿Cuál de los dos será el mejor, si ambos son requetebuenos? No lo sabemos, y no se rían que es en serio.
El Cúcuta volverá a ganar en casa y a ganar por fuera, pues la mala racha es cosa del pasado. En basquetbol volveremos a ser la potencia que alguna vez fuimos. Ya veo nuestras carreteras en perfecto estado, y la vía del Escorial a Bucaramanga será una realidad, lo mismo que la represa del Cínera. Las calles de Cúcuta volverán a su estado natural: amplias, limpias, arborizadas, pavimentadas y sin vendedores ambulantes. Los taxis tendrán taxímetros. Y los concejales dejarán de pelear con Donamaris. Y los que arrojan granadas y los que matan y los que atracan, se irán de Cúcuta, porque aquí no los queremos más. Y los políticos cumplirán sus promesas. Y la guerrilla ¡por fin! dejará vivir en paz a Colombia. ¡Que así sea!