La Organización Mundial de la Salud (OMS) determina que la resistencia a los antimicrobianos, (RAM) es el fenómeno por el cual un microorganismo deja de ser afectado por un antimicrobiano al que anteriormente era sensible. Es consecuencia de la capacidad de ciertos microorganismos (bacterias y virus) de neutralizar el efecto de los medicamentos, como los antibióticos.
De acuerdo con el Ministerio de Salud y Protección Social, las consecuencias de la resistencia antimicrobiana pueden llegar a ser devastadoras. Según estimaciones, se considera que para el año 2050, las muertes humanas atribuibles a la RAM podrían llegar a 10 millones.
A esto se suman las consecuencias económicas derivadas de un aumento del costo de la atención sanitaria y la necesidad del desarrollo de nuevas tecnologías para el tratamiento de infecciones.
Cabe destacar que los microbios resistentes a los antimicrobianos están presentes en las personas, los animales y el medio ambiente, como el agua, suelo y aire.
De igual manera, es importante reconocer que estos microorganismos pueden transmitirse de persona a persona o entre las personas y los animales, inclusive a través de la alimentación de origen animal.
El mal control de las infecciones, las condiciones sanitarias deficientes y la manipulación inadecuada de los alimentos fomentan la propagación de la RAM, así lo indica la OMS.
El infectólogo Juan Carlos Cataño, gerente de la Fundación Antioqueña de Infectología (FAI), sostiene que el primer factor determinante para que se dé la resistencia antimicrobiana es entender que ocurre fácilmente en la naturaleza y que las bacterias, hongos, virus y parásitos están diseñados para adaptarse de esta manera a un entorno adverso.
Otro factor no menos importante es la capacidad que tienen principalmente las bacterias, para intercambiar material genético, a través del cual son capaces de ‘volverse’ resistente a un antibiótico en particular.
Y finalmente, existen factores que no dependen de la naturaleza, ni de los gérmenes per se, sino del ser humano, donde a través del uso masivo e indiscriminado de antibióticos permite que las bacterias, hongos, virus y parásitos, se expongan de forma repetida a un determinado antibiótico.
“La resistencia bacteriana es un fenómeno frecuente en nuestro país y existe una gran preocupación, pues previo a la pandemia de COVID-19 esta era la pandemia que estábamos manejando”, afirma el infectólogo José Oñate, presidente de la Asociación Colombiana de Infectología (ACIN).
Teniendo en cuenta esto, Pfizer continúa esforzándose por superar los desafíos de la RAM aprovechando su experiencia y capacidades para compartir soluciones.
María Fernanda Velasco, directora Médica de Pfizer Colombia, asegura que “mediante un trabajo conjunto entre la industria, los gobiernos y la comunidad de partes interesadas en enfermedades infecciosas, se pueden tomar más acciones y apoyar medidas que permitan la innovación continua en el desarrollo de nuevos antibióticos y vacunas para ayudar a frenar la propagación de la RAM”.
¡Tome conciencia!
Según María Virginia Villegas, infectóloga y epidemióloga hospitalaria, líder científica nacional, los antibióticos deben ser usados solamente cuando se sospecha una infección bacteriana. En este caso se debe iniciar el antibiótico lo antes posible, dirigido contra la bacteria más probable, y cuando llegue el cultivo, idealmente se debe ajustar a la sensibilidad de la bacteria.
“Un antibiótico se debe utilizar para la bacteria correcta, administrarse la dosis correcta y por el tiempo correcto. Si cualquiera de esos parámetros se altera, se puede tener una falla del tratamiento, con lo cual la infección puede agravarse. Los antibióticos nunca deben utilizarse si el cuadro infeccioso es de origen viral porque no sirven”.
La especialista destaca que el uso de los antibióticos debe hacerse cuando el médico los mande bajo la sospecha de infección bacteriana. No se deben auto formular, ni que se los manden en una farmacia.
De igual manera, el infectólogo Oñate señala que “el uso adecuado de los antibióticos se debe considerar como tratamiento cuando se tenga una alta sospecha clínica. A los pacientes que se encuentran en cuidados intensivos u hospitalizados se les deben realizar estudios para poder obtener el diagnóstico, estos estudios pueden ser por metodología convencional de la bacteriología o por biología molecular”.
Existen varias medidas que ayudan a propender el uso adecuado y racional de los antibióticos. El doctor Cataño indica que como sociedad hay varios retos que suponen un igual número de medidas para tratar de solucionarlos:
Automedicación
Este es un fenómeno muy común en nuestro medio, que facilita un gran uso indiscriminado de antibióticos, con las consecuencias en términos de resistencia. En tal sentido la solución a plantear es poder garantizar un mejor y más rápido acceso de la población general a los diferentes servicios de salud, para que de esta forma se optimice la formulación de antibióticos evitando así la automedicación.
Consumo incompleto de esquemas
En nuestra cultura es muy frecuente la costumbre de no completar los esquemas antibióticos de la forma como se indicó, sino suspenderlos de forma prematura tan pronto como mejoran los síntomas, para guardar un sobrante de dichos antibióticos para la siguiente supuesta infección, independiente muchas veces de la fecha de caducidad del medicamento. La solución de este problema supone un profundo cambio en nuestra idiosincrasia y, sobre todo, mucha educación a la comunidad.
Uso de antibióticos en agricultura y aves
Un hábito frecuente consiste en administrar diferentes tipos de antibióticos a los sembradíos y galpones de aves, para mantenerlos libres de enfermedades y pestes, estos antibióticos quedan como pequeñas trazas en los vegetales y carnes de consumo, facilitando la selección de bacterias resistentes a dichos antibióticos en nuestro intestino. La solución aquí parte de una fuerte acción gubernamental, que restrinja el uso de antibióticos en estos renglones de la economía.
Con información de Pfizer