El 3 de enero de 2019 marcó un hito en la exploración espacial cuando el módulo de aterrizaje Chang'e-4 de China tocó el suelo en la cara oculta de la Luna, una primicia en la historia de la exploración lunar. Junto con el rover Yutu, Chang'e-4 llevó consigo un experimento científico crucial conocido como Biological Experiment Payload (BEP), que buscaba investigar la viabilidad de cultivar plantas en el suelo lunar.
La carga del BEP incluía semillas de algodón, papa, arabidopsis y colza, así como huevos de mosca, levadura y 18 ml de agua, todo mantenido a una presión atmosférica constante. Durante los ocho días siguientes al aterrizaje, el BEP se embarcó en el ambicioso proyecto de germinar las primeras plantas en la Luna.
Aunque el tiempo total empleado para el experimento fue de nueve días, los resultados fueron prometedores. Las imágenes procesadas y el análisis de datos revelaron dos hojas de algodón germinadas en el módulo de aterrizaje Chang'e-4, demostrando que, a pesar de las condiciones adversas como la intensa radiación, la baja gravedad y la luz brillante prolongada, las plantas pueden crecer en la Luna.
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Esta información fue revelada a través de la publicación de dos artículos que resumen el análisis hecho, denominados, Microgravity Science and Technology y Ata Astronautica.
Sin embargo, aún se necesita más investigación para evaluar la seguridad de estas plantas cultivadas en condiciones lunares, pues debido a las situaciones adversas en las que florecen, pueden experimentar cambios peligrosos para la salud humana.
Los hallazgos de este experimento no solo son un testimonio del potencial de la vida en el espacio sino que también son cruciales para el diseño de sistemas bioregenerativos de soporte de vida (BLSS), que serán vitales para las futuras misiones espaciales y hábitats más allá de la órbita terrestre baja.
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Los sistemas BLSS podrían proporcionar una fuente sustentable de oxígeno y alimentos para los astronautas, además de eliminar dióxido de carbono, reciclar residuos y contribuir al bienestar de las tripulaciones en el espacio.
Mirando hacia el futuro, tanto China como la NASA tienen planes ambiciosos. En menos de dos años, la NASA planea regresar astronautas a la Luna, mientras que China aspira a enviar a los primeros taikonautas a la región polar sur de la Luna en 2030. Estas misiones podrían beneficiarse enormemente de los avances en la tecnología BLSS y los conocimientos adquiridos a través del experimento lunar de China.
El éxito inicial del experimento agrícola lunar de China es un paso prometedor hacia la creación de un ecosistema regenerativo en la Luna, sentando las bases para la supervivencia humana en el espacio profundo.
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