Un anillo blanco bordea los ojos de la especie, contrastando con el robusto cuerpo cubierto de brillante pelaje negro. Su mirada es enternecedora y su andar lento, cuenta con poderosas garras y afilados dientes, que usa para encontrar alimentos en los bosques del Tamá.
En este Parque Nacional Natural (PNN) en Norte de Santander habita el oso andino, especie vital para mantener el equilibrio en los ecosistemas de alta montaña. Tal es su importancia que hace siete años viene siendo monitoreado por medio de cámaras trampa, con resultados sorprendentes que permiten diseñar estrategias de conservación.
El monitoreo del oso andino se ha venido cumpliendo desde hace siete años, con excelentes resultados para la ciencia.(Foto Cortesía para La Opinión)
El líder de la investigación es el biólogo egresado de la Universidad de Pamplona, Carlos Cáceres Martínez, quien además es candidato a magíster en bosques y conservación ambiental en la Universidad Nacional con sede en Medellín.
Él ha contado con el respaldo de Parques Nacionales y del jefe del área protegida, Libardo Suárez. Durante los 2.555 días de investigación se han tenido como parámetros para indagar, la distribución de la especie, los patrones de ocupación, la dieta y en los últimos 365 días se ha explorado los corredores biológicos funcionales que tiene el oso andino para comunicarse con otras áreas del país.
Producto de ese seguimiento se ha determinado que los osos que habitan en el páramo Tamá siguen rutas que los llevan a los PNN Cocuy, Pisba y al Santuario de Fauna y Flora Guanenta, en Boyacá y en Santander.
Hoy, y de acuerdo con Cáceres, se está analizando a profundidad la información recolectada en campo y se espera en un futuro utilizar collares satélites para estudiar con más detalle a las especies.
“Uno de los principales resultados es que tenemos datos precisos de la ecología y del estado de conservación de las poblaciones de animales que habitan en el Tamá”.
El biólogo Cáceres también dio a conocer que además del apoyo institucional se dio la vinculación de las comunidades aledañas a la zona de estudio, quienes aportaron información valiosa para generar un modelo de monitoreo participativo.
(Carlos Cáceres Martínez, biólogo que lidera el monitoreo del oso andino.)
Al proyecto también se vinculó el Museo de Historia Natural de Houston, Texas (Estados Unidos), lo que facilitó el registro de varios osos y la evaluación de su genética, en cooperación con un proyecto que ejecuta el instituto de investigaciones Alexander Von Humboldt, para determinar el estado de las poblaciones de osos en Colombia.
Uso de cámaras trampa
La tecnología puesta al servicio de la investigación es uno de los logros del estudio generado por Cáceres. Utilizando 27 cámaras trampa con el apoyo de Colciencias –ahora Ministerio de Ciencia y Tecnología–, la oenegé de Reino Unido, Rufford Foundation y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia; se identificó además del oso andino a otros mamíferos grandes y medianos, así como también a aves caminadoras.
Algunas de estas especies de las cuales se pudo conocer sus comportamientos reproductivos, territoriales, su estado de salud, crías y otras actividades son la guartinaja de altura, el venado locho, el fara de altura, el guache, el puma, la comadreja, el margay, el zorrillo, el ñeque, el armadillo de nueve bandas y el puma yagouaroundii.
En el grupo de aves caminadoras está el paujil copete de piedra (Pauxi pauxi), especie en peligro de extinción a nivel global y cuya distribución está en el norte, centro y occidente de Venezuela, además del norte y algunos fragmentos de la Cordillera Oriental de Colombia.
En el país esta especie se distribuye desde los 900 hasta los 1.800 metros sobre el nivel del mar en la Serranía del Perijá y en la vertiente oriental de la Cordillera Oriental desde el suroriente de Norte de Santander hasta el norte de Boyacá.
Área protegida
El PNN Tamá es uno de los tres parques naturales que hay en Norte de Santander, los demás son Catatumbo Barí y el Área Natural Única Los Estoraques, en La Playa de Belén.
El Tamá tiene una extensión de 48.000 hectáreas y allí se conservan bosques de niebla y extensos páramos que surten de agua a Cúcuta, Villa del Rosario, Los Patios, Chinácota, Ragonvalia, Herrán, Toledo, Labateca y Pamplonita en Norte de Santander; además de Cubará en Boyacá.
Como páramo Tamá es compartido con Venezuela, país donde es conocido como El Tamá. Juntos suman más de 139.000 hectáreas que conforman el Macizo del Tamá, un territorio donde abundan las especies endémicas (solo allí viven), tales como la rana marsupial del Tamá y la musaraña de orejas cortas.
También hay varias especies de salamandra como la Bolitoglosa de leandra y la Bolitoglosa del Tamá.