Que la bioeconomía represente el 10% del PIB para el 2030, es un reto que lanza la Misión de Sabios. El término, bioeconomía, es relativamente nuevo para Colombia. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la bioeconomía busca “transformar el conocimiento de las ciencias de la vida en productos nuevos, sostenibles, ecoeficientes y competitivos, que contribuyan a la producción económica”. La revista Dinero identificó varios ejemplos interesantes de bioeconomía: Asocaña decidió a finales del siglo pasado, utilizar el bagazo de la caña para mover sus calderas. En solo una década pasó de 114 MW a 318 MW en capacidad instalada. Otros ejemplos son Ecoflora, que produce y exporta aceites vegetales a más de 10 países y Labfarve que vende productos fitoterapéuticos, cosméticos y esencias florales a países de la región.
La Misión de Sabios estableció el foco temático en Biotecnología, Bioeconomía y Medio Ambiente en el cual trabajaron nueve expertos bajo la coordinación de Elizabeth Hodson, profesora de la Universidad Javeriana y una de las personas más reconocidas a nivel mundial en estas áreas. En el informe final, en el capítulo sobre bioeconomía, aparece entre los múltiples objetivos, “fomentar la sustitución de combustibles fósiles y materiales basados en el petróleo”.
En este sentido, es muy interesante la propuesta de Jens Mesa, presidente ejecutivo de Fedepalma, en la opinión de lograr que el Gobierno adopte la política de que el combustible colombiano sea una mezcla de 30% de biodiésel y 70 % de gasolina, lo que apunta precisamente a obtener beneficios ambientales y energéticos para todo el país.
El lograr este incremento en la proporción de biodiésel no solo disminuiría nuestra dependencia del crudo sino que tendría los beneficios de la economía verde. Mesa decía: “si el Gobierno se compromete, este sería un programa de desarrollo económico, social y agrícola sin precedentes en el país”, pero yo creo que es tanto más importante para el Norte de Santander donde el cultivo y procesamiento del fruto de la palma representan un sector clave de nuestra economía. El incremento en la producción de biodiésel sería simplemente un beneficio adicional que se le suma al aprovechamiento del aceite de palma en la industria alimenticia.
Desde el punto de vista de la salud, el aceite de palma es el único de los aceites comestibles que contiene un grupo de sustancias, los tocotrienoles, que son parte de la vitamina E, sobre los cuales se ha centrado mi investigación durante los últimos 25 años porque están relacionados con la reducción del riesgo de formación de ateromas y contribuyen a la salud cardiovascular. Todo esto es un ejemplo de lo que es la bioeconomía y de que sí se puede llegar a que contribuya el 10% o más del PIB en los próximos diez años.