Los países en desarrollo se encuentran en una competencia permanente por atraer capitales que creen nuevas empresas.
En esta búsqueda desde lo nacional pasando por lo territorial ofrecen incentivos tributarios y toda clase de facilidades a los inversionistas con el ánimo que tomen decisiones que favorezcan a sus regiones creando nuevos negocios que generen empleos e impulsen la economía. Algunas ya instaladas buscan a través de triquiñuelas evadir sus impuestos.
Es el caso de las firmas suizas Xstrata y Glencore que conformaron la tercera mayor empresa global en el negocio de materias primas.
La compañía queda como la mayor productora de carbón nacional con la tercera parte del mercado que, después del petróleo, le genera mayores ingresos al país.
Las autoridades descubrieron las jugadas de esta empresa para que su gigantesca operación carbonífera en Cesar y La Guajira, manejada principalmente por la firma Prodeco, quedara libre de impuestos.
Por fortuna se encendieron las alarmas de la Superintendencia de Sociedades, la Contraloría General y la Dian.
La estrategia implicaba varias etapas de complejas transacciones en paraísos fiscales, compra y recompra de empresas que aumentaban su valor y la deuda para obtener beneficios tributarios y tratar de no pagar impuestos en los próximos quince años.
La Contraloría General publicó un informe en el que demuestra cómo con deducciones, descuentos y exenciones las multinacionales mineras se ahorraron el doble de lo que efectivamente pagaron de impuestos.
Se habla mucho de la responsabilidad social empresarial pero esto no siempre es lo común en las empresas.
Algunas solo buscan a toda costa maximizar sus ganancias, sin importarles su contribución al desarrollo del país y el aporte que deben hacer para cerrar las brechas de desigualdad que agobian a Colombia.
Si queremos defender un modelo de desarrollo capitalista esto implica que las empresas deben actuar con transparencia cumpliendo sus deberes y permitiendo que sea efectiva la libre competencia que es la que garantiza el beneficio al consumidor.
No se debe permitir la creación de carteles como los que se han denunciado en Colombia, ni permitir que el poderío empresarial constriña la libre competencia como ocurrió con el gremio azucarero.
El capitalismo tiene unos principios básicos que son: libertad, propiedad privada, acción individual, ánimo de lucro y mercado que incluyen la competencia que genera un sistema de precios, si estos elementos actúan con libertad lograremos desarrollo y movilidad social. El capitalismo no debe ser de compadres que busquen la protección del Estado para enriquecerse sin olvidar sus obligaciones con la sociedad, a la cual le deben su riqueza.
Las multinacionales que tienen gran poder y pueden evadir los controles nacionales muchas veces abusan de sus privilegios o toman represalias contra los países que les aplican controles, como son autónomas pueden trasladar sus sedes de un país a otro. No debemos dejar de ser rigurosos por el temor a las represalias porque esto desestimula a los miles de empresarios que pagan puntualmente sus impuestos y están comprometidos con el país.
Pikety, el economista Francés, famosos por su libro el Capital en el siglo XXI, propone un impuesto mundial al capital para lograr reducir la desigualdad que es uno de los graves problemas mundiales. Este impuesto de poderse lograr (es sumamente complejo implementarlo) podría distribuirse entre los países donde este capital tiene inversiones para reducir la evasión de los grandes capitalista y de los capitales golondrina.
Las quejas de los socialistas al modelo capitalista pasan por ahí, las grandes desigualdades que genera, el monopolio de las multinacionales, la poca retribución a los países donde se enriquecen, un control efectivo puede ayudarnos a reducir estas desviaciones del modelo.