Terminó la contienda electoral para Congreso y consultas interpartidistas y en estos meses de duro trajinar de los aspirantes, aunque no se dio el batallar visible de otros años, no deja de ser una lucha dura que, independientemente de la actividad física, implica calcular, hacer cuentas, buscar recursos, alejarse del hogar, etc. Hoy me quiero referir a detalles de esta lid política:
Recientemente me referí a la Coalición de la Esperanza, luego llamada de la Centro Esperanza para reafirmar con precisión matemática su condición de “centro”, aunque no todos sus integrantes estén ubicados ideológicamente en esa orientación, ni siquiera el exministro que la organizó ni el exmandatario que la patrocinó. Esa ubicación socialdemócrata, como alcanzaron a llamarse alguna vez, es decir, lugar intermedio respecto de ubicaciones de derecha o izquierda, se podría predicar de Juan Manuel Galán Pachón, Sergio Fajardo Valderrama y Alejandro Gaviria Uribe, para sólo nombrar los más destacados y que no producen comezón en los ciudadanos de bien. Lástima grande que por sus roces entre sí haya terminado desdibujada esta coalición. En ella hay figuras sobresalientes y rescatables, como las mencionadas. Tres verdaderos señorazos. Ahora falta saber qué camino seguirá.
Otro detalle de este proceso eleccionario fue la incertidumbre hasta última hora en el sentido que, si el exvicepresidente Germán Vargas Lleras se presentaría a disputar el solio presidencial, para lo cual tenía límite el 11 de marzo. Vargas Lleras ya había aspirado en las elecciones presidenciales de 2018 y fue ampliamente derrotado. Luego de esta desilusión electoral el exvicepresidente Vargas empezó a publicar una columna de opinión en un diario de amplia circulación nacional, columna muy leída y comentada al día siguiente por los medios de comunicación porque trataba temas nacionales con gran conocimiento de los mismos y pruebas irrefutables. Siempre pensé que, junto con su larga trayectoria en el servicio público, esa sería su carta de presentación en un nuevo intento presidencial, porque ahí se mostraba como estadista. Su programa de gobierno irradia confianza: no a las expropiaciones arbitrarias, no al debilitamiento de la fuerza pública ni permitir el deterioro de la economía nacional. Ahora falta saber qué camino seguirá.
¿Cómo olvidar en estas remembranzas a Rodolfo Hernández Suárez, exalcalde de Bucaramanga? Entró en la contienda con pies de plomo y paulatinamente se fue creciendo. Se transformó en un huracán con miles de seguidores. Era la vedette en los programas de televisión por su forma desparpajada de hablar. Demostraba que estaba muy bien documentado. Se le llamó el Trump colombiano. Hasta que una simple entrevista de un admirador callejero le dio la estocada final. El hincha le solicita un saludo para el departamento del Vichada, y el candidato Hernández le responde: “El Vichada, ¿eso qué es?”. El fan le contesta que es un departamento y el candidato Hernández vuelve a preguntar, ¿y cuál es la capital? Este video en redes sociales parece que no cayó bien porque su figura se fue diluyendo lentamente al confirmar que no está preparado para el cargo que anhela conquistar. Aun así, hay que esperar. Ya conocemos la historia del ave que renace y conocemos cómo es la política. Su caudal político no es despreciable y ya debieron haberlo llamado las distintas fuerzas partidistas. Ahora falta saber qué camino seguirá.