Tan pronto terminó Gustavo Petro su intervención en televisión, el pasado domingo 19, ya con la condición de presidente electo, me di a la tarea de confrontar lo que anunció en la misma con sus declaraciones e intervenciones en campaña y como opositor persisten a los gobiernos que le antecedieron, y se advierte fácilmente una metamorfosis en su pensamiento político y concepciones ideológicas.
Da la impresión que aquel Petro que escuchábamos con tesis políticas radicales ha evolucionado, porque en su discurso de agradecimiento desde el Movistar Arena, con su gente acompañándolo, fue todo lo contrario de lo que sabíamos de él: conciliador, llamados a la unión de los colombianos, unión entre los que ganaron y los que no, que se silencien las armas, puertas del Palacio de Nariño abiertas a todos los sectores políticos, tanto afines como adversos, amor, vida reconciliación.
En fin, Petro, ya como presidente electo, se comprometió a respetar la propiedad privada y la Constitución, tal como lo hizo Andrés Manuel López Obrador - AMLO - en México el mismo día de su triunfo y tranquilizó a su pueblo con el anuncio, y cumplió.
Del discurso de Petro se infiere también que la libertad de prensa, de expresión de locomoción, libertades económicas, derecho de propiedad privada, cumplir el periodo constitucional, etc., tampoco sufrirán deterioro y eso lleva tranquilidad a los mercados internacionales, al empresariado y particulares que producen y crean empleo.
Hace siglos decía Jerónimo Uztáriz que una nación no puede ser grande sin un comercio grande y para lograrlo se requiere el apoyo gubernamental. Da la impresión que es otro Petro y muy bien asesorado. Aunque, es cierto, no dejará de aplicar algo de sus viejas tesis, como cuando habla de justicia social, es decir, redistribuir.
En su discurso, el presidente electo también hizo un llamado a Estados Unidos para conversar y buscar entendimiento en ciertos temas. Eso está bien. Ese entendimiento debe buscarse rodeándose de personal diplomático adecuado, porque un traspiés puede dar al traste con una política del nuevo gobierno y provoca su radicalización, y lo que es peor, a nivel internacional. Si es nocivo que suceda en lo interno, imaginémonos en lo externo.
Escribo estas líneas recién terminan las elecciones y luego de escuchar a los contrincantes dirigirse al país. Rodolfo Hernández leyó un comunicado escueto, donde dijo: “aceptó el resultado, como debe ser, si deseamos que nuestras instituciones sean firmes…, y le deseo al doctor Gustavo Petro que sepa dirigir el país, que sea fiel a su discurso contra la corrupción y que no defraude a quienes confiaron en él”.
Todos sabemos que no es lo mismo ser oposición que gobierno. Lo del discurso de Petro en la noche del domingo ya no es promesa, porque la campaña se extinguió, sino buenas intenciones para acertar en su gobierno, y eso es válido. Esperemos.
Inquietudes: 1. ¿Es sólida la coalición Pacto Histórico? 2. Se oyen voces de preocupación, tanto nacional como internacionalmente, cuando el elegido habla de “Redistribuir”. 3. ¿En qué quedará la solicitud de Petro a la Fiscalía General de “liberar nuestra juventud, a los jóvenes”, y a la Procuraduría le pide que restituya a los alcaldes suspendidos, ignorando la separación de poderes? 4. Al ganar Petro la Presidencia de la República, ¿tiene sentido que sigan existiendo grupos subversivos, si tenemos en cuenta que alcanzaron su objetivo: el poder?