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Electricaribe: ojo al parche
La cuestión se contrae a lo más simple y evidente: a Electricaribe no le pagan el servicio.
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Domingo, 19 de Marzo de 2017

No hay tema que maneje bien este desgobierno. Y entre las peor manejadas habremos de incluir la que se refiere a Electricaribe.

No vamos a discutir, faltaba más, el acuerdo casi unánime de los costeños sobre la pobre calidad del servicio de energía. Lo que corresponde examinar, sin pasiones ni oportunismos, es la razón que asiste al concesionario para explicar la tardanza de sus inversiones, los apagones, la falta de confiabilidad de las redes de transmisión y su dramático estado.

La cuestión se contrae a lo más simple y evidente: a Electricaribe no le pagan el servicio. Por cada peso de cartera en orden, tiene cuatro en mora y de esa mora escandalosa, un billón doscientos mil millones de pesos es mayor a 180 días. Ya registra contablemente cartera castigada, la que declara incobrable, por más de seiscientos veinte mil millones de pesos. No hay negocio en el mundo que se pueda manejar en esas condiciones.

El asunto se agrava y complica, cuando al decir de Electricaribe, no desmentida en el punto, es que parte sustancial de la cartera en mora proviene de obligaciones vencidas de entidades públicas. Los hospitales, las escuelas y colegios oficiales, las alcaldías, no pagan lo que deben por suministro de energía. Bonito ejemplo.

Algunos dirán que los costeños no pagan la energía por el pésimo servicio del suministro. Electricaribe replicará que no puede prestar buen servicio cuando no se lo pagan. El viejo cuento del huevo y la gallina. Pero sea de ello lo que fuere, es claro para cualquier analista que no puede exigirse a esta concesionario, ni a cualquiera que venga, que trabaje bien cuando no le pagan.

Este arduo debate debió manejarse con seriedad, objetividad y cuidado. Y simplemente, no se manejó y se tomó por la calle del medio. Este Gobierno que no gobierna, se dejó llevar por el camino fácil de las presiones políticas y la indignación ciudadana, más urgentes en cuanto provienen de la región que más votos le pone a Santos, por los conocidos expedientes de los chanchullos, las compraventas de votos y los fraudes electorales. Pero Santos no puede malquistarse con la Costa. Entre otras, porque hay demasiada gente en esa amada región de Colombia, que sabe demasiadas cosas. Y las cuenta.

Así que el Gobierno cayó encima de Electricaribe, entre el unánime frenesí de los costeños. El Alcalde de Barranquilla tuvo su mejor día. Los parlamentarios de todos los partidos, los gobernadores y los alcaldes se declararon felices. La Cancillería guardó silencio. Como siempre, ignora lo que le atañe y como siempre deja crecer los problemas para explicar después que no los resuelve porque son demasiado grandes.

Y saltó la liebre. Porque olvidaron los del festejo que estaban afectando una inversión extranjera y una empresa multinacional que tiene derechos y medios para exigirlos. Que España tiene que respaldar a su gente y que Europa se ve reflejada en el mismo espejo y comprometida en sus intereses. En suma, que nos vamos a un proceso arbitral que puede costarnos un ojo de la cara. Que nuestro prestigio como anfitrión de inversiones extranjeras quedó por el piso y que si Electricaribe salió a las patadas, será necesario que venga otro, prevenido sobre aquello de las patadas. Y que si la Costa quiere energía, lo que va de suyo, tendrá que derrotar del todo y para siempre aquello que llaman, eufemísticamente, las cultura del no pago.

El recreo se acabó, señores. La que viene es la cuesta más dura. Y que la Canciller ponga al Embajador de Colombia en España a dar declaraciones menos estúpidas de las que le sopló hasta hoy.

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