Esta semana, con “bombos y platillos”, se anunció que el Congreso aprobó un proyecto que deroga 10.000 leyes, decretos, absurdos y obsoletos que se encontraban vigentes en nuestro ordenamiento jurídico. Entre estas se encontraban la “prohibición de importar ciudadanos chinos a Colombia”, la “reducción y civilización de las tribus indígenas” y la “censura de la prensa y de la radiodifusión en Colombia”
Las mencionadas normas tienen una connotación xenófoba, racista y totalitarista, temas que han sido de actualidad durante esta semana. Las primeras en relación con las declaraciones del presidente en cuanto a que a pesar de haber comprado vacunas para 20 millones de personas, no se iban a aplicar para migrantes, a lo que debió retractarse y anunciar que para los que no estén regularizados en el país.
Presidente, antes de ser de derecha, izquierda o centro, somos colombianos y antes que colombianos somos seres humanos. Discriminar o privilegiar a unos sobre otros en el acceso a la vacuna por criterios de nacionalidad es inhumano. La única vacunación prioritaria debe ser para el personal de salud y adultos mayores. Además, no debería ser objeto de discusión por temas de salud pública, ya que de nada servirá vacunar a unos y no a otros, simplemente por una nacionalidad, ya todos somos parte del territorio colombiano.
La última, va en relación a las recientes ruedas de prensa que dió la alcaldesa Claudia López a los periodistas, en las cuales sólo les pide que pregunten sobre los temas que su administración plantea. Es decir, un comité de aplausos a merced de la alcaldía, de definir que se puede cuestionar y que no. Es importante recalcar que la responsabilidad de la prensa en una democracia, además de ser libre e independiente, es incomodar a los poderosos, cuestionar, investigar y publicar con lealtad a la verdad. Señora alcaldesa, su actitud es un “déja vu” del ya famoso “siguiente pregunta señor periodista”.
Lastimosamente vemos como estas actitudes y declaraciones tanto del Presidente como de la alcaldesa resultan perjudiciales para toda la ciudadanía. El primero legitima la discriminación hacia nuestros hermanos venezolanos y la segunda, el evadir cuestionamientos y responsabilidades cuando deben ser asumidas sobre todo por los más poderosos.
Aún no es tarde para cambiar de actitud. Recuerden que ustedes son la imagen del país en general y de la capital en particular. Sus pronunciamientos son referencia y ejemplo para la ciudadanía. Su responsabilidad es grande por el poder que tienen delegado por mandato popular y deben honrarla como lo manda la constitución y la ley.